Publicada
Actualizada

Karlos Arguiñano vuelve a sorprender desde su cocina con una receta que muchos jamás imaginarían. Esta vez no se trata de un postre escondido ni de una técnica nueva, sino de una vuelta al origen. A la tierra. A los cortijos andaluces donde la cocina era fuego, paciencia y patata cocida.

El chef vasco ha rescatado en su programa ‘Cocina abierta’ un gazpacho que no se sirve frío, no lleva pan y no tiene apenas misterio… salvo uno: la patata caliente.

Una espectadora le escribió desde Cádiz para pedirle que cocinara este plato tradicional. María Coria, de Puerto Real, le habló del “gazpacho de papa”, un plato humilde que comían los trabajadores del campo, al calor de los fogones.

Arguiñano no se lo pensó dos veces.

“Yo nunca me hubiese imaginado que un gazpacho pudiera ser caliente y llevar patata”, confesó mientras mostraba los ingredientes sobre la encimera. Pero no solo lo cocinó. Se entusiasmó con él. Y lo declaró “sabroso, sano y más barato imposible”.

El resultado ha sido tan inesperado como delicioso: un plato de cuchara, espeso, nutritivo y lleno de sabor, que desmonta todas las ideas preconcebidas sobre el gazpacho tradicional.

Porque sí, este gazpacho se toma caliente. Y en vez de pan duro remojado, lo que se machaca es patata cocida.

Una receta con historia

Según contó el cocinero en directo, este plato era habitual en los cortijos andaluces, especialmente en las zonas rurales de Cádiz. No se servía como entrante fresco para combatir el calor, sino como plato único al mediodía. Saciaba, reconfortaba y aprovechaba lo que había en casa.

Los ingredientes son pocos, baratos y comunes: patata, tomate, ajo, pimientos, aceite y sal. Nada de vinagre ni de agua fría. Tampoco pan. Ni batidora. Solo cuchillo, cazuela y dornillo.

El dornillo es un recipiente de madera o barro cocido parecido a un mortero grande. En él se machacaban todos los ingredientes a mano, uno a uno, hasta formar una pasta densa, casi como un puré. Esa es la textura final del gazpacho de papa.

Paso a paso, sin prisa

La receta de Arguiñano comienza horneando los pimientos morrones con aceite y sal, a 185ºC durante unos 40 minutos. Después los pela, los limpia y los corta en tiras.

En paralelo, cuece las patatas y los tomates en agua. A los 15 minutos, saca los tomates y deja las patatas otros 15 o 20 minutos más.

Mientras tanto, prepara un majado con ajo, pimiento verde italiano y sal en un mortero. Luego añade los tomates pelados y troceados, de uno en uno, majando siempre a mano hasta que quede todo bien integrado.

Después llega el momento clave: incorporar la patata caliente, troceada y majada también, poco a poco. Arguiñano insiste en hacerlo despacio y con cariño. Así se va formando una pasta densa, cremosa, con todo el sabor de la huerta.

Finalmente, añade un chorrito de aceite de oliva virgen extra, mezcla todo bien y decora con tiras de pimiento asado y un poco de perejil.

Receta completa del gazpacho de papa caliente

  • 1 kilo de patatas
  • ½ kilo de tomates maduros
  • 1 pimiento verde italiano (150 g aprox.)
  • 1 pimiento morrón rojo
  • 1 pimiento morrón verde
  • 2 dientes de ajo
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
  • Perejil fresco

Paso 1

Asa los pimientos morrones en una fuente con un chorrito de aceite y sal, a 185 ºC durante 40-45 minutos. Retíralos, déjalos templar, pélalos, quítales las semillas y córtalos en tiras.

Paso 2

Pon a hervir agua en una cazuela. Pela las patatas e introdúcelas junto con los tomates. Cuece todo junto. A los 15 minutos, saca los tomates y resérvalos. Deja las patatas cocer 15-20 minutos más.

Paso 3

En un mortero, maja los dientes de ajo pelados y cortados con el pimiento verde italiano en dados y una pizca de sal. Añade los tomates pelados y troceados, de uno en uno, majando bien.

Paso 4

Añade las patatas cocidas, troceadas y majadas también poco a poco. Mezcla todo en el dornillo (o bol grande).

Paso 5

Sazona, añade un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y remueve bien hasta conseguir una mezcla densa, uniforme y cremosa.

Paso 6

Sirve caliente, decorando con las tiras de pimiento asado y hojas de perejil.

“Sencillo, humilde y con misterio”

Así definió Arguiñano esta receta andaluza que no conocía hasta hace unos días. “Es un plato muy de pueblo, de esos que te reconcilian con lo básico”, afirmó. “Y es más sano de lo que parece: verduras, patata y aceite de oliva. ¿Qué más quieres?”.

La clave, según el chef, está en no complicarse. Cocer bien la patata, elegir tomates maduros y majarlos con paciencia. Nada de batidoras. Nada de emulsiones.

“Esto no es un puré ni una crema, es un gazpacho hecho con las manos”, recalcó mientras lo servía en platos hondos.

La receta ha causado sensación en redes, donde muchos seguidores han confesado que no conocían esta versión caliente del gazpacho. Otros han agradecido al chef por rescatar “la cocina de las abuelas”.

Nutritivo y muy barato

Desde el punto de vista nutricional, el gazpacho de papa es un plato muy completo. La patata cocida aporta hidratos de carbono complejos y saciedad. El tomate, el pimiento y el ajo suman fibra, vitamina C y antioxidantes. Y el aceite de oliva virgen extra le da el toque graso saludable que necesita cualquier receta mediterránea.

Además, es un plato barato: con unos pocos euros se puede preparar para toda la familia. Ideal para una comida de diario, sin carne, sin pescado, sin sofritos. Solo ingredientes frescos y cocción lenta.

Un guiño a la cocina popular

Con esta receta, Karlos Arguiñano vuelve a hacer lo que mejor sabe: reivindicar la cocina popular, la de verdad, sin adornos. Una cocina de raíces, con alma. Donde lo sencillo se convierte en arte.

“Cada vez que alguien me manda una receta así, me emociono”, dijo al cerrar el programa. “Porque ahí está la sabiduría. No en los libros de cocina moderna, sino en lo que se hacía en los pueblos”.

Y en este caso, lo que se hacía era un gazpacho espeso, caliente, de cuchara y con patata. Porque sí: también se puede llamar gazpacho aunque no se sirva frío.

Como dice Arguiñano, “la cocina es infinita. Y si hay algo que la hace grande es esto: las recetas que no salen en los libros, pero que siguen vivas en la memoria de la gente”.