Publicada

La tradición de comer 12 uvas en Nochevieja es muy popular, pero para disfrutarla con tranquilidad es importante asegurarse de que la fruta esté correctamente desinfectada antes de llevarla a la mesa.

Al ser un producto que se consume con piel y que suele pasar por distintos procesos de cultivo, transporte y manipulación, puede acumular restos de tierra, pesticidas y microorganismos. Una desinfección adecuada reduce estos riesgos y mejora la seguridad alimentaria.

El primer paso es seleccionar bien las uvas: conviene retirar del racimo aquellas que estén golpeadas, blandas o con moho, ya que pueden contaminar al resto.

Una vez elegidas, sepáralas del racimo para facilitar una limpieza más uniforme. Colócalas en un colador y enjuágalas bajo el grifo durante unos segundos para eliminar la suciedad más visible.

A continuación, es recomendable realizar una desinfección profunda. Un método habitual consiste en usar vinagre o bicarbonato (por separado, nunca juntos, como explicamos en este artículo).

Para el método con vinagre, llena un bol grande con agua fría y añade un chorro generoso de vinagre blanco o de manzana. Introduce las uvas y remueve suavemente para que el agua alcance toda la superficie.

Déjalas en remojo durante unos tres a cinco minutos. El vinagre ayuda a reducir la carga bacteriana y a desprender residuos adheridos a la piel.

Otra opción es el bicarbonato de sodio. En este caso, disuelve una cucharadita de bicarbonato en un litro de agua. Sumerge las uvas durante unos minutos, removiendo de vez en cuando. Este método es útil para ayudar a eliminar restos de pesticidas superficiales.

Tras cualquiera de los dos procedimientos, es fundamental aclarar muy bien las uvas bajo el grifo durante al menos uno o dos minutos para eliminar cualquier residuo del producto utilizado.

El truco definitivo

Por otra parte, para quienes buscan una desinfección aún más estricta (especialmente si hay personas con defensas bajas en casa), se puede utilizar lejía apta para la desinfección de alimentos.

Es importante seguir las indicaciones del fabricante y usar la cantidad exacta, normalmente una o dos gotas por litro de agua. Las uvas se dejan en remojo el tiempo indicado, generalmente unos cinco minutos, y después se aclaran de forma abundante con agua potable.

Una vez limpias y desinfectadas, deja las uvas escurrir bien en un colador o sécalas con papel de cocina. Guárdalas en un táper limpio y consérvalas en el frigorífico hasta el momento de consumirlas.

De esta forma, las uvas de Nochevieja estarán no sólo listas para cumplir con la tradición, sino también seguras y frescas para empezar el 2026 sin preocupaciones.