Aunque no sea recomendable consumir fritos a diario, lo cierto es que si se tiene costumbre de consumirlos con cierta regularidad puede ser una buena idea invertir en una freidora, pues es cierto que utilizándolas se evitan molestas salpicaduras que facilitan la limpieza de la cocina después de cocinar.

Pero, a cambio de ahorrar tiempo en la limpieza diaria, hay que contar con que de vez en cuando toca limpiar la freidora y esa sí que puede ser una tarea engorrosa si no se hace a su debido tiempo, pues una de las claves para que esta tarea no se convierta en una pesadilla es hacerlo con relativa frecuencia sin dejar que se ensucie demasiado.

¿Cada cuánto tiempo hay que limpiar al freidora?

No hay una frecuencia estándar para hacerlo, pues dependerá del grado de uso que le demos a la misma. En general debemos hacerlo cada 3 o 4 usos si la usamos con relativa frecuencia o cuando veamos que el aceite se empieza a oscurecer o que en el fondo hay restos de alimentos quemados. En ese momento debemos proceder a cambiar el aceite y limpiar la freidora con el fin de que el aceite limpio no se contamine con los residuos del aceite que hemos desechado.

¿Cómo limpiar la freidora correctamente?

Para hacerlo necesitaremos vinagre -puede ser vinagre de limpieza-, bicarbonato sódico, detergente líquido del que se usa para fregar los platos, también nos será muy útil el tener a mano un cepillo de dientes para acceder con facilidad a los recovecos en los que se suele depositar la grasa.

Antes de empezar con la limpieza de la freidora debemos asegurarnos de que está desenchufada y de que el aceite en su interior está completamente frío.

Lo primero que haremos será extraer el cestillo, que podemos lavar en el lavavajillas o bien con agua muy caliente, jabón líquido y estropajo.

A continuación extraeremos la resistencia y la limpiaremos bien con papel de cocina. No es aconsejable utilizar bayetas porque se ensucian demasiado de grasa.

El paso siguiente será vaciar el aceite en algún recipiente que nos permita deshacernos de él en algún contenedor para tal fin en un punto limpio.

Una vez hemos vaciado el aceite, llenamos la cubeta con agua lo más caliente posible con jabón y la dejamos reposar unas horas, a continuación la fregamos en el fregadero o en el lavavajillas. Si la cubeta no es extraíble, igualmente la llenamos de agua y jabón hasta el límite máximo, cerramos la freidora, la conectamos a la corriente y la ponemos a funcionar a 120ºC durante unos 15 minutos, pasado este tiempo, desconectamos, esperamos a que se enfríe el agua, la retiramos y limpiamos el interior con una bayeta limpia.

La tapa de la freidora, si es desmontable, la limpiaremos en el fregadero, si no lo es, la limpiaremos junto con el resto del exterior de la freidora embadurnándola con una pasta hecha con bicarbonato sódico y agua que dejaremos actuar durante unos minutos y retiraremos con ayuda de una bayeta o papel de cocina. Para limpiar los recovecos a los que no sea posible acceder con la bayeta utilizaremos un cepillo de dientes.

Finalmente, nos aseguramos de que todas las piezas están bien secas, volvemos a montar la cubeta, la resistencia y el cestillo y llenamos con aceite limpio hasta el nivel máximo indicado.