En las aguas cristalinas del Golfo de Nicoya, donde las tradiciones pesqueras costarricenses se encuentran con la innovación sostenible, emerge una experiencia gastronómica única que ha transformado no sólo la economía local, sino también el panorama turístico de Costa Rica.
La historia de Proyecto Camarón, el restaurante flotante de Isla Venado (al noroeste del país), comienza con una realidad inesperada: la pandemia de COVID-19.
En 2020, cuando el mundo se detuvo y las cadenas de suministro colapsaron, los pescadores artesanales de la isla se encontraron con jaulas llenas de camarones cultivados que no podían comercializar.
Esta crisis, que podría haber significado la ruina económica para la comunidad, se convirtió en el catalizador de una transformación extraordinaria.
Allan Barrios Mora, gerente de la Cooperativa de Autogestión de Servicios de Acuicultura, Pesca y Turismo, recuerda cómo la necesidad los llevó a vender los camarones crudos y cocinados directamente en la isla.
El éxito inmediato de esta iniciativa les hizo ver el potencial de crear algo más ambicioso: un restaurante flotante que abrió sus puertas durante la Semana Santa de 2021.
Las mesas del restaurante Proyecto Camarón.
Más que un restaurante: un ecosistema de sostenibilidad
Proyecto Camarón ofrece una experiencia culinaria diferente sobre las aguas del Golfo de Nicoya. Los visitantes pueden degustar camarones frescos, langostas, corvina, pargo y una variedad de mariscos, todos cultivados de forma orgánica y sostenible por los propios pescadores locales.
El menú también incluye preparaciones tradicionales como ceviche, arroz al ajillo, y la famosa sopa de mariscos que caracteriza a la gastronomía de la isla.
La estructura flotante, construida con fibra de vidrio, tiene capacidad para 40 personas y cuenta con una cocina equipada, baño, terraza y un área especial para saltar al agua.
Uno de los platos de marisco del restaurante.
Los comensales disfrutan de vistas panorámicas del golfo mientras observan la fauna marina que se acerca a sus alrededores, incluyendo delfines, tortugas y aves como la Espátula Rosada.
El corazón del proyecto reside en su cultivo de camarón 100% orgánico. La cooperativa, conformada por más de 40 familias pescadoras, ha desarrollado un sistema de acuicultura que produce más de 6.000 kilos anuales de camarón blanco.
Este proceso comienza con larvas colocadas en jaulas flotantes que, tras 22 días, alcanzan 1.5 centímetros y son trasladadas a las mallas camaroneras.
Lo más notable es que el 65% de la alimentación de los camarones proviene de alimento orgánico elaborado por las propias mujeres de la cooperativa, utilizando desechos de pescado, soja y vitaminas.
El restante 35% se obtiene de las algas naturales que se forman en el mar. Esta metodología garantiza que el camarón crezca en un ambiente natural, libre de químicos y hormonas.
Una de las trabajadoras de Proyecto Camarón.
El empoderamiento de las mujeres locales es otro aspecto fundamental del proyecto: a través de él, han asumido un rol crucial en la producción del alimento para los camarones.
Gracias a la capacitación recibida del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), ellas no sólo contribuyen a la sostenibilidad económica del proyecto, sino que también permiten a la cooperativa ahorrar significativamente en la compra de materia prima.
La revolución silenciosa del Golfo de Nicoya
El impacto del Proyecto Camarón en Isla Venado ha sido revolucionario. Allan Barrios señala que, cuando lo iniciaron, existían sólo dos lugares para hospedarse en la isla: ahora hay 25.
Pero la transformación es aún más impresionante: más del 35% de la población de la isla ya se dedica al turismo rural comunitario.
Esta diversificación económica ha beneficiado a más de 1.500 personas, incluyendo habitantes, tour operadores, hoteles y restaurantes de toda la región.
Proyecto Camarón se ha convertido en el motor económico no sólo de Isla Venado, sino de todo el Golfo de Nicoya.
Allan Barrios pescando en el restaurante.
Más allá de la propuesta gastronómica, la cooperativa ofrece diversas experiencias turísticas sostenibles.
Los clientes también pueden disfrutar de excursiones a playa Albina y tours en kayak por los manglares, donde observar múltiples especies de aves marinas y de montaña.
La cooperativa tiene planes ambiciosos para el futuro. Su nueva meta es inaugurar los primeros hoteles flotantes de Costa Rica.
Allan Barrios confirma que el proyecto avanza y se encuentra en la etapa de obtención de permisos de construcción. Además, ya tienen casi lista una segunda plataforma que servirá también como restaurante, ubicada frente a la actual.
El Proyecto Camarón representa mucho más que un restaurante flotante: es un modelo integral de desarrollo sostenible que demuestra cómo las comunidades rurales pueden transformar las crisis en oportunidades.
La combinación de acuicultura orgánica, turismo responsable, empoderamiento comunitario y conservación ambiental crea un paradigma que merece ser estudiado y replicado.