Es martes 4 de febrero en la 5ª edición de la Barcelona Wine Week (BWW), la mayor feria de vinos de toda España. Un congreso que nació de otro, Alimentaria, tras las demandas de los bodegueros de contar con un evento exclusivo para su sector. En la Avenida de la Reina María Cristina, frente a uno de los pabellones de la BWW, se escuchan cánticos y pitidos que atraen la atención de los transeúntes. "¡No compréis botellas a Owens-Illinois, que nos cierran la planta!", corea una docena de hombres con una enorme pancarta blanca.
Ellos son antiguos empleados de Vidriería Rovira, una empresa catalana dedicada a la producción de envases de vidrio para diversas marcas (como Codorníu, Vichy Catalán o Freixenet) que fue absorbida por el grupo americano Owen-Illinois (O-I) hace 20 años. El pasado miércoles 29 de enero, la dirección de la compañía informó del cierre de la planta de Barcelona, lo que supone el despido del 95% del personal. Unas "168 familias" que se quedan en la calle, como reza el cartel que sostienen los trabajadores durante su protesta. "No nos lo esperábamos nadie, ni siquiera el director de la fábrica", aseguran.
¿Las razones de esta decisión? Según Jordi Márquez Mora, uno de los trabajadores presente en la concentración, O-I se justifica alegando "que ha bajado el mercado del vino, que no hay demanda". Pero para Jordi y sus compañeros esto es "incierto". "Es mentira que no se vendan botellas de vino, es un mercado en auge, aquí tenemos la prueba", arguye señalando uno de los rótulos publicitarios de la BWW.
Un grupo de empleados de Vidriería Rovira se manifiesta durante la BWW.
"El vidrio no es una cosa que vaya a dejarse de fabricar; de hecho, se debería fabricar más porque no contamina, lo puedes utilizar infinidad de veces, es 100% reciclable, sostenible, no interfiere en el sabor de los alimentos ni de las bebidas... ¡Es el mejor envase que hay!", añade Márquez.
Sin embargo, los directivos defienden que Vidriería Rovira ha dejado de ser rentable. "Nosotros no somos rentables porque ellos se han llevado nuestras producciones fuera de España; cuando trabajábamos para el mercado local, en la zona del Penedés o de la Rioja, no había ningún problema, pero transportar las botellas a Italia u otros países tiene un coste muy elevado", explica.
Miguel Ángel Martín, otro de los afectados, coincide con su compañero: "Han estado manipulando los datos, nos han quitado producciones y nos han dado las que ellos han querido, y cuando han dejado de generar ganancias, han empezado a decir que no somos rentables... ¡Pero si son ellos quienes nos han quitado las botellas de Codorníu y las están frabricando en Francia! Con que hubiésemos mantenido nuestro mercado local habría sido más que suficiente".
Otro hombre ejemplifica la situación con la siguiente metáfora: "Imagínate que tienes dos restaurantes y te llegan un montón de reservas, pero tú sólo metes a todos los clientes en uno de ellos y el otro lo dejas vacío. Entonces, el otro, que es tu socio, se queja porque no le da para vivir, pero tú le tranquilizas y le respondes que se van a repartir las ganancias. Y, dicho esto, días después le anuncias que vas a cerrar su restaurante porque ya no es productivo. Pero, ¿cómo no va a ser productivo? Lo que pasa es que no estás llevando clientes al local, estás desviando la clientela".