Natalia Martínez Agencias

La cerveza trapista es un tipo de cerveza elaborada por monjes trapenses dentro de los muros de sus monasterios, siguiendo estrictas normas y tradiciones centenarias. Este estilo de cerveza se caracteriza por su calidad excepcional, su rica historia monástica y su compromiso con la filantropía, ya que los beneficios suelen destinarse a obras de caridad y al mantenimiento de los monasterios.

Conocidas por su variedad de sabores, desde las ales oscuras y robustas hasta las rubias y refrescantes, las cervezas trapistas son apreciadas por su autenticidad, sabor distintivo y su arraigada conexión con la espiritualidad monástica.

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Su producción se lleva a cabo en seis países diferentes: Estados Unidos, Austria, Países Bajos, Italia, Inglaterra y Bélgica. En este último es un emblema de tradición arraigado a la historia del país, de hecho, es Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Unesco desde 2016. Conocida por su excelencia y diversidad, Bélgica alberga algunas de las pocas cervecerías trapistas del mundo, donde los monjes trappistes continúan elaborando estas cervezas con métodos centenarios dentro de sus monasterios.

Desde las renombradas cervezas trapistas como Westvleteren, Orval, Chimay, Rochefort y Achel, cada una de ellas refleja un cuidadoso equilibrio entre la herencia monástica, la artesanía cervecera meticulosa y la calidad inigualable, convirtiéndolas en verdaderas joyas de la cultura cervecera belga y mundial.

Cerveza trapista alrededor del mundo

Concretamente, en la región de Valonia, al sur del país, poseen una producción que supera las 500 variedades de cerveza, por lo que su territorio está surcado por todo tipo de locales típicos donde se elabora o degusta. Muchos de ellos están vinculadas a abadías, entre las cuales resaltan las singulares cervezas trapenses, fabricadas por monjes de la orden cisterciense en los propios monasterios.  

Para que una cerveza pueda estar considerada trapista debe cumplir con tres requisitos básicos: que estén elaboradas dentro del mismo monasterio o abadía, que la producción esté supervisada por los monjes, y que los beneficios extraídos se destinen al propio sustento de la comunidad. 

Actualmente solo se elabora este tipo de cerveza en 12 de los 171 monasterios que existen en el mundo. En Bélgica es donde se encuentran la gran mayoría de ellos, concretamente seis, que, de estos, tres se sitúan en la región valona y producen las cervezas Chimay, Rochefort y Orval.  Todas vienen de Abadías, y no todas llevan el mismo nombre de las cervezas: Notre-Dame de Saint-BenoîtNotre-Dame de ScourmontOrvalNotre-Dame de Saint-RémyNotre-Dame du Sacré-Coeur y Saint-Sixte.

Una ruta de cerveza en cerveza

Para aquellos que quieran degustarla en su entorno original, la asociación Sentiers de Grand Randonnée (Senderos de Gran Recorrido) ha concebido el primer itinerario temático que conecta las tres abadías. Se trata de un recorrido a pie con un total de 290 km a través de los verdes paisajes de la región para descubrir de primera mano las abadías donde se elaboran estas cervezas. La primera etapa es desde Chimay hasta Rochefort, contando con 174 km; la segunda etapa son los 116 km restantes desde Rochefort hasta Orval. 

Chimay

Una Chimay en buena compañía

La historia de Chimay se remonta al siglo XIX con un objetivo muy local. Fue en el 1862 cuando la cervecería en el interior de la Abadía de Scourmont se fundó gracias a la abundancia en agua que poseían y decidieron producir cerveza. Su secreto reside en la materia prima utilizada, con los mejores ingredientes naturales y la misma cepa de levadura que llevan usando desde 1948.

Contemplar los jardines o visitar la iglesia son algunas de las actividades que se pueden realizar como parte de la Chimay Experience, que, en realidad, es una oda a la cultura cervecera. Tan solo a unos pasos de la abadía, en el Espacio Chimay, se encuentra una exposición interactiva permanente que precisamente se adentra en descubrir los secretos de la elaboración de las cervezas de Chimay y de sus quesos.

Además, en el mismo lugar de la exposición, se encuentra el Auberge de Poteaupré, que en un ambiente cálido y rural, brinda la oportunidad de degustar las cervezas y quesos que se llevan produciendo desde el 1876, donde utilizan los restos del cereal con el que se produce la cerveza para alimentar a las vacas que producen leche con la que se elabora su maravilloso queso.

Rochefort

El exterior de Rochefort y uno de los monjes de la abadía

Tras la primera parada de rigor, un recorrido de 174 km a pie, en coche o bicicleta entre los senderos de Valonia lleva hasta la localidad de Rochefort, donde se encuentra la Abadía de Notre-Dame de Saint- Remy, conocida por la elaboración de las cervezas Trappistes Rochefort desde 1899.

La excelencia de los materiales hace de las cervezas Rochefort únicas. El agua se extrae de un pozo situado en el propio monasterio. En la fábrica, cerrada al público, se usan maltas tipo pilsner y Munich. El azúcar moreno o blanco, es clave para su alta graduación. La abadía también prepara queso, siguiendo las recetas antiguas de los monjes trapenses.

La iglesia se encuentra abierta cara el público y los productos trapenses de la abadía también se pueden degustar en los establecimientos de la región.

Orval

Un mar de Orval

Después de la indispensable parada en Rochefort, toca seguir el camino para llegar a los encantos de Orval, con destino a la Abadía de Notre-Dame de Orval, una de las más importantes de Bélgica.

La cervecería trapense, situada en el interior de la abadía, lleva funcionando desde 1931 con la receta creada por el maestro cervecero Pappenheimer. Merece la pena adentrarse en el jardín de plantas medicinales y el museo monástico dedicado a la arquitectura de la abadía, la siderurgia y la exposición Arte Sagrado. Son también de gran interés las ruinas que han sobrevivido a la destrucción del monasterio durante la Revolución Francesa y la abadía, reconstruida en el 1926. Por supuesto, una visita a Orval no puede acabar sin una degustación de la cerveza homónima y los quesos trapenses, los cuales se pueden probar en l’Ange Gardien, un lugar sorprendente que contribuye a la reputación del fabuloso sitio de Orval y al crecimiento turístico de toda una región.

No puede faltar una parada gastronómica a diez minutos en coche de la abadía para los amantes del chocolate en Florenville, Les Chocolats d’Édouard, una tienda que ofrece mil y un sabores chocolateados y un espacio de degustación relajante.