Desde siempre hemos oído el nombre de esta fruta tropical, acompañada de un “apellido”: maracuyá, la fruta de la pasión. Pero, ¿por qué la llamamos así? Se produce y crece en América del Sur, en países como Brasil, Colombia, Bolivia, Perú y Ecuador; y quizás por este motivo no me llamaba la atención su sobrenombre, ya que yo lo achacaba al carácter latino de sus lugares de procedencia.

Pues bien, ayer estaba echando un vistazo a mi twitter y leyendo un poco, cuando me topé con la verdadera causa, muy relacionada con la época del año en la que nos encontramos. Esta fruta tropical –rica en vitamina C y fuente de proteínas, minerales e hidratos de carbono– proviene de la planta homónima, y posee una flor muy llamativa y especial: la pasionaria. Su apariencia es similar a una corona de espinas y los colonizadores españoles al verla, relacionaron sus elementos con los que se usaron en la Crucifixión de Jesús y bautizaron al maracuyá como el “fruto de la Pasión”.

Si indagamos un poquito más, descubrimos que su estructura pentarradial recibió una interpretación teológica. Sus cinco pétalos y cinco sépalos simbolizan diez de los doce apóstoles (todos salvo Judas Iscariote y Pedro), y los cinco estambres representarían los cinco estigmas. Por otro lado, los tres pistilos (de color más oscuro en la parte superior) corresponderían a los tres clavos de la cruz; y por último, la mayoría de sus variedades  presenta un color morado o  púrpura, tonalidad característica de la Semana Santa cristiana.

Fuentes: Muy Interesante y Wikipedia || Fotografía Stijn Nieuwendijk Cayobo

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