Cola de langosta vs cola de surimi.

Cola de langosta vs cola de surimi.

Nutrición

Las tres 'langostas falsas' que podrás comer esta Navidad: de la más sana a la menos

Por mucho que una cola de langosta tenga un precio prohibitivo en estas fechas, las alternativas más baratas no son recomendables. 

26 diciembre, 2020 01:37

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Con la excepción del atípico 2020, la cena de Nochebuena o la comida de Navidad suelen ser las citas gastronómicas más importantes del año para las familias españolas. Las viandas que se reservan para esta cita son las más opíparas del año, a costa de un importante desembolso por parte de los hogares. Carnes, pescado y mariscos suelen llevarse la parte del león de los gastos navideños.

Y si hablamos de un marisco exclusivo, nada destrona a la langosta como reina de estas fiestas, con el carabinero y el bogavante como escuderos entre los productos alimentarios que se disparan de precio a final de año. Una langosta fresca europea, según reseñaba la Organización de Usuarios y Consumidores (OCU) el año pasado, puede alcanzar fácilmente los 100 euros el kilo, que es aproximadamente el peso de la pieza entera. 

Hay opciones para abaratar la compra: notablemente, comprarla congelada, lo que puede reducir el precio hasta la mitad. El origen del marisco será probablemente americano, y no gozará de la palatabilidad gourmet que requiere la máxima frescura. Sin embargo, permite un ahorro estratégico al poder adquirir únicamente las colas crudas, la parte más carnosa. Esta se puede servir como primer plato o usar en recetas como los volovanes o los cócteles de marisco.

Todavía hablaríamos, sin embargo, de casi 14 euros por 200 gramos de alimento neto. No deja de ser una factura elevada para alimentar a una familia por Navidad. A cambio, la langosta presenta un interesante perfil nutricional, con un buen aporte de proteínas y ácidos grasos omega-3 cardiosaludables, una nula presencia de carbohidratos y azúcares, y poca sal -aunque estos dos últimos factores dependerán de la forma de cocinar y la receta final.

La otra cara de la moneda es que no se trataría de una comida para todos los días incluso si nuestro bolsillo nos lo permitiese, porque eleva los niveles de ácido úrico en sangre y aumenta el riesgo de hiperuricemia. La lagosta y su 'prima pequeña', la cigala, son habitantes del fondo marino, donde se acumula el problema de los microplásticos, contaminantes que ingieren al alimentarse y que pasan al ser humano al comer su carne. Estas pegas, sin embargo, no supondrían un peligro elevado en caso de consumo ocasional y excepcional, como ocurre en Navidad.

La mejor alternativa

La gastronomía mediterránea siempre ha mirado al mar, y de esta manera, ha encontrado una manera sencilla y saludable de evocar el sabor a langosta en la mesa de forma asequible. Por un precio similar al de una cola del marisco congelada, podemos adquirir un lomo de rape que servirán para preparar de cuatro a seis raciones. Lo colocaremos en el interior de un cilindro de papel de aluminio que habremos recubierto con aceite y pimentón, y horneamos 15-20 minutos.

El resultado se cortará en unas rodajas que recordarán en sabor, textura y aspecto a la cola loncheada de langosta, con la ventaja de que el rape es un pescado graso rico en el omega 3 que tratamos de conseguir. Preparada de esta forma, el 'rape alangostado' o 'falsa langosta' se puede consumir de múltiples maneras: si queremos prescindir de las salsas calóricas que acompañan a rellenos y cócteles, podemos tomarlo incluso en ensalada.

Las peores alternativas

Más como broma familiar que como degustación en sí, hay quien sirve una "langosta de fiambre", una presentación de lonchas de embutido y pan blanco que recuerda por su forma al cotizado marisco, y en la que se incluye un "fiambre de langosta" para dar sabor. El principal atractivo, por no decir único, de este producto es el precio, ya que un 'delisandwich de langosta' de 180 gramos cuesta un euro. Pero, más allá de hacer la gracia, se trata de un alimento completamente prescindible.

La base para estos productos ultraprocesados, al igual que para los 'palitos de cangrejo', es el surimi, una pasta alimentaria fabricada con las partes sobrantes y de peor calidad del pescado, a las que se añaden colorantes y sabores artificiales. Además, se rellenan con carbohidratos que estarían ausentes en el marisco y pescado original, como almidones de maíz, trigo y patata, aceites de baja calidad como el de colza que empeoran su perfil de grasas, y un contenido excesivo de sal

Por otra parte, un alimento aparentemente más noble son las 'colas de surimi sabor langosta' o los 'sabores de langosta', a tres euros el 'pack' congelado de unos 250 gramos y tres piezas. El desglose nutricional que recoge el portal de análisis independiente Openfoodfacts nos indica que no mejora gran cosa con respecto al 'fiambre' anterior: tienen menos grasas pero cancelan esta mejora introduciendo hasta cuatro gramos de azúcar añadido por cada 100 de producto.