
Un castor se alimenta de la corteza de un árbol junto al río Arga, en Navarra.
La misteriosa 'resurrección' de los castores en los ríos: "Saben que es ilegal, pero quieren que estén en todos sitios"
El reciente avistamiento del Tajo se suma a los del Ebro, Duero y Guadalquivir, aunque a los expertos no les soprendería que estuvieran en más zonas.
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"¡Ostras, especie nueva!", pensó Marco Ansón nada más ver un castor cruzando el río Tajo. Tras este "chute enorme de adrenalina", reparó en que aquel avistamiento también "era ciencia": se considera especie autóctona aunque llevaba desaparecida desde hace siglos. En los últimos años, sin embargo, se han sucedido los avistamientos de castores en cuencas que no tienen ninguna conexión. En 2022 se hallaron en la cuenca del Duero; en 2023, en la del Guadalquivir; y en 2024, en la del Tajo.
Investigadores como Jacinto Román, de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), creían hasta entonces que sólo se encontraban en la cuenca del Ebro, donde un grupo de "amigos de los castores", procedentes en su mayoría del norte de Europa, soltó ilegalmente a 18 ejemplares en 2003. En realidad, su intención era liberarlos en Galicia pero "por una serie de problemas" se vieron obligados a realizar la suelta "a medio camino".
La encrucijada de tener una especie protegida a nivel europeo pero de forma ilegal llevó a algunas comunidades a intentar exterminar a los castores del Ebro. No consiguieron su objetivo porque no todas se sumaron a este cometido. En 2020, de hecho, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico incluyó al castor en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (Lespre), por lo que se prohibió su captura.
Esta prohibición no ha sido el motivo por el que recientemente ha aparecido —o, al menos, se ha confirmado su presencia— en otras zonas. Un claro ejemplo es la población que se distribuye por el Duero. Entre algunas de las observaciones documentadas hay 611 kilómetros de distancia. Por expansión natural, estima este estudio, el castor habría tardado unos 41 años en llegar de una ubicación a otra.
Bombardeo de castores
Descartada la expansión natural, la principal hipótesis que manejan los expertos es que se siguen produciendo sueltas de forma ilegal. Román cree que "es perfectamente factible que puedan estar en más sitios": "Me sorprendería mucho, por ejemplo, que no estuvieran en el Guadiana". También habrá lugares en los que los hayan soltado pero no han conseguido asentarse. "Desconocemos cuántos habrán muerto por el camino", lamenta el investigador en declaraciones a EL ESPAÑOL.

Rastro de huellas de un castor en el municipio jienense de Vados de Torralba. Flickr
Esta práctica recibe el nombre en inglés de beaver bombing (bombardeo de castores, traducido al español). Consiste en soltar un considerable número de estos roedores para comprobar si se establecen en un determinado punto. "Es algo que ya han hecho por el resto de Europa", apunta Román, quien no duda de que alguien en España también los está soltando pese a saber que es ilegal. "Les da igual que les pillen porque tienen la obsesión de que haya castores en todos los sitios. Es un animal que les cae simpático".
Para Marco Ansón, el interés de los infractores, a quienes define como "ideólogos" y "activistas", es intentar recuperar por su cuenta una especie que no debería haberse extinguido. Aunque fue el roedor de mayor tamaño que ha habitado la Península Ibérica en tiempos históricos, se desconoce la fecha exacta de su desaparición, propiciada por "la presión humana".
A juicio de este paleozoólogo, el principal problema de esta reintroducción es que se está llevando a cabo sin permiso ni plan de conservación. Justo lo contrario a lo que ha sucedido con el ibis eremita. Esta ave también estuvo a punto de extinguirse por la presión humana, pero gracias a los trabajos de conservación España se ha convertido en uno de los pocos países de Europa en los que se encuentra en libertad.
En el caso del castor, se desconocen cuáles son sus condiciones de salud o si pueden transmitir alguna enfermedad. "Para los animales es nefasto", indica Román. En regiones del norte de Europa se ha demostrado que incrementa la biodiversidad de las zonas en las que se encuentra. En un ambiente mediterráneo aún no se ha estudiado el riesgo que conlleva para el ecosistema.

Fotografía de un castor en Tajo y señales de su presencia en las orillas de las ramas del río. Celia García
Lo que parece más claro es que está causando perjucios para la producción humana. En la cuenca del Duero, comenta Román, es frecuente toparse con cultivos de chopos y los castores echan abajo el árbol. Algunas comunidades ya han otorgado indemnizaciones por los daños causados.
"Lío" en las aduanas
Otra de las medidas que también se ha tomado desde las administración es la de comprobar si los castores hallados pertenecen a la especie que se extinguió de España (Castor fiber) o a la americana (Castor canadensis). En este último caso, la problemática sería "mucho más grande", puesto que se trataría de la introducción de una especie exótica en nuestro país.
Los investigadores asumen que es la europea; entre otros motivos, por lo fácil que resulta su llegada. "Con una furgoneta pasas la frontera, sin aduanas, y puedes ir hacia donde quieras", dice Román. Una cuestión bien distinta sería que los detuviera la Policía y debieran mostrar el identificativo sanitario al estar transportando animales.
Cree que habría que vigilar mejor la entrada de nuevos envíos. Aunque entiende también que esto significaría controlar en las aduanas cualquier furgoneta: "Sería un lío. El tema de que las aduanas estén abiertas tienen estos inconvenientes". Una opinión parecida guarda Ansón: "¿Quién puede saber que una furgoneta lleva castores o marihuana?".
Estas furgonetas 'desaparecerían' si "hubiera voluntad política para tener un programa de conservación de la especie", ya que considera que, como especia dinamizadora, tendría sentido su reintroducción (de manera legal, claro). Para Román, en cambio, "no es una prioridad porque el castor no es una especie amenazada".