El neuropsicólogo Álvaro Bilbao en Hotel Boutique Villa de la Reina de Madrid.

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao en Hotel Boutique Villa de la Reina de Madrid. Alejandro Ernesto EL ESPAÑOL

Ciencia

Álvaro Bilbao, neuropsicólogo: "Vemos gente que llega a los 40 sin haber trabajado ni dos años seguidos y pretende criar hijos"

"Ante la ansiedad del niño, hay padres que prefieren la solución fácil de la medicación" / "Los padres tienden hoy a la sobreprotección, roban al niño oportunidades para crecer" / "Es esencial subir el nivel en cálculo y lectoescritura" / "Cada vez hay más niños que gritan a sus padres por las pantallas. No han tenido límites".

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Cuando Álvaro Bilbao, neuropsicólogo formado en el Hospital Johns Hopkins y el Kennedy Krieger Institute, publicó hace 10 años El cerebro del niño explicado a los padres [Plataforma editorial], los peligros de la pantalla omnipresente, la avalancha de problemas mentales entre los jóvenes y la crisis del modelo educativo apenas eran formas en el horizonte. Una década después, la reedición del bestseller evidencia la urgencia de abordar unos problemas acuciantes para familias y educadores.

¿Ha visto en esta última década una evolución en la tipología de los casos que atiende en su consulta?

Sí, ha habido dos cambios principales. Primero, tratamos más trastornos de ansiedad en Primaria. Y segundo, aparecen los mismos problemas de comportamiento -niños que gritan a sus padres, con mala actitud en clase- pero cada vez más mediados por las pantallas. No han recibido límites en cuanto a horarios de dispositivos, por ejemplo, y eso puede agravar problemas preexistentes.

El hecho de que los niños no estén creciendo acostumbrados a los límites es también una queja actual entre los educadores. ¿Qué deberíamos hacer mejor?

Hay que entender que poner límites equivale a educar una parte del cerebro, la región del lóbulo frontal, igual que hablar con ellos o leerles cuentos desarrolla el área del lenguaje en el lóbulo temporal parietal. Esos límites serán las reglas que los niños y los adultos podremos seguir para tener éxito en la sociedad, entendido como encontrar un trabajo y obtener reconocimiento, que es una necesidad emocional básica. El mayor miedo de los padres es que sus hijos no tengan amigos. ¡Pues la mejor manera de aislarlo de los demás es no ponerle límites!

¿Se han cometido errores pedagógicos al querer criar a los niños 'sin límites' para que se desarrollen de una manera teóricamente más libre y espontánea?

Sí. Cuando nos encontramos a un padre que dice que no quiere poner límites a sus hijos, suele haber dos cosas. Primero, que tiene ideas equivocadas. Ha malinterpretado Montessori, por ejemplo, que es una pedagogía muy centrada en la disciplina pero de modo gradual. Y lo segundo es que es alguien que se va a arrepentir antes o después. De no haber enseñado a su hijo a esperar, a decir las cosas de una forma educada, a controlar mejor su propio cuerpo... Nos encontramos niños de hasta nueve años que ni siquiera han aprendido a nivel físico a controlar bien sus movimientos.

¿Y cómo se imponen los límites sin caer en la dinámica tradicional del castigo/recompensa?

Bueno, los conductistas ha tenido muy mala prensa, pero fueron los primeros en decir que a los niños no se les debía educar con castigos sino con estrategias amables. La aplicación conductual es una herramienta clínica indispensable, yo la utilizo para tratar los problemas de comportamiento graves. Pero lo importante es entender que los padres tenemos la potestad de decidir los horarios o lo que toca para cenar. Es autoridad, no autoritarismo. Se puede hacer con firmeza pero sin gritos. Y si perdemos los nervios, tampoco pasa nada, es más importante poner el límite que dejarlo pasar.

¿A menudo no distinguimos que el tono o las palabras con las que castigamos pueden transformar algo terapéutico en traumático?

Eso es. Además, los padres suelen confundir el castigo con las consecuencias. A veces nos llegan familias con hijos adolescentes con problemas y nos dicen: "Es que no lo podemos castigar". Pero necesita que haya consecuencias. La diferencia con el castigo, que es unilateral, es que son explícitas, a veces consensuadas, y buscan que el niño deje de repetir cierto comportamiento. "Vas a tener una hora de televisión, y si te pasas, te restará tiempo del día siguiente".

La imposición de límites es por tanto imposible si madres y padres no están presentes en su vida.

Sí. Es un problema común a muchas familias. Adolescentes que comen todos los días solos en casa cuando necesitarían comentar alguna cosa. Niños pequeños que estiran la tarde con una o dos extraescolares: no es un problema, excepto cuando los padres empiezan a creer que su hijo se va a volver así más inteligente, creándole sentimiento de exigencia. Pasamos poco tiempo juntos y se reduce aún más con el móvil en la mano. El primer paso sería dejar el teléfono en la entrada, el segundo buscar un poquito más de tiempo de exclusividad, y el tercero disfrutarlo juntos.

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao.

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao. Alejandro Ernesto EL ESPAÑOL

¿Es una deuda pendiente que tiene la modernidad con las familias, la imposibilidad de conciliar para poder dar a nuestros hijos una educación más humana?

Nosotros siempre explicamos en terapia que todas las decisiones tienen un precio. Como sociedad, hemos decidido que queremos viajar, tener Netflix, salir a cenar uno o dos días a la semana... A cambio, metemos cada vez más horas en el trabajo, y eso repercute en la atención que reciben los niños. No diré que hace 30 años la sociedad era mejor, hemos ganado una mayor igualdad en el acceso al trabajo, pero la sociedad de consumo repercute negativamente en el tiempo familiar.

El extremo opuesto también es nocivo, explica: sobreprotegerlos hasta el punto de asfixiar su autonomía.

Se está viendo en todos los países occidentales: hay una clara tendencia a la sobreprotección. Eso repercute en una menor capacidad de tomar decisiones, falta de seguridad y mayor probabilidad de trastornos como la ansiedad. Si nos obsesionamos por protegerlos, les robamos la oportunidad de desarrollar herramientas para afrontar las dificultades y crecer. A menudo digo: "No reduzcas la autoestima de tus hijos por hacer que tu autoestima como padre sea más grande".

¿Más que resolverles los problemas, la tarea consiste en ayudarles a que encuentren su soluciones?

Eso es. A menudo nos piden un ansiolítico para un niño de doce o trece años porque tiene los exámenes la semana siguiente. Pero lo que tiene que empezar a hacer es dominar la ansiedad. ¿Cómo? Buscando estrategias de afrontamiento, sabiendo que tiene que renunciar a cosas... Yo tuve que decírselo a mi propia hija: igual tienes que renunciar a un nueve en historia a cambio de tu salud mental. Es una lección de vida.

¿Estamos sobremedicalizando el malestar entre los más jóvenes?

La mayoría de profesionales de salud mental estaríamos de acuerdo en decir que se está sobremedicalizando. Se considera que el 4% de los niños puede tener Trastorno por Déficit de Atención, y sin embargo los que van a tomar medicación a lo largo de su etapa infantil y primaria ascienden al 10%. Es difícil apuntar a los responsables. Muchos padres buscan soluciones rápidas, y una de ellas es la farmacológica.

¿Se usa la farmacología como un atajo para que los niños terminen el curso?

Claro. En algunos casos, los colegios presionan si el niño no está prestando atención y bajando la nota media del curso. En otros, los padres tienen pocos recursos de afrontamiento o quieren ahorrarse problemas. Yo les propongo trabajar durante unas cuantas sesiones para aprender a poner límites y normas, y les aviso de que llevará meses, pero les dotará de recursos. Y a menudo no les vuelves a ver en la consulta de psicología, porque se han ido a la psiquiatría.

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao.

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao. Alejandro Ernesto EL ESPAÑOL

¿Habría que educar mejor a los niños en la resiliencia, para que hagan frente mejor a un futuro incierto y cambiante?

Deben tener dos herramientas. En primer lugar, la confianza. Se gana con las habilidades que nos dan seguridad: conversar, pedir ayuda... Y cada vez están desarrollando menos. Después, la red de apoyo. Es importante que sientan la familia como algo cercano, y grupos de amigos con los que compartir sus cosas. Si falla una de esas dos patas, están perdidos. Ahora vemos a personas que llegan a los 40 sin apenas haber trabajado dos años seguidos. Tuvieron grandes apoyos pero nunca han desarrollado las habilidades para solucionarse la vida, y ahora pretenden criar hijos.

España sigue retrocediendo en la clasificación del informe PISA. ¿Hay relación entre estos problemas y el deterioro del nivel académico?

Hay varios factores. Estamos viendo muchas dificultades de escritura, de falta de capacidad de lectura porque se leen muy pocos libros. De tanto escribir por WhatsApp se ha perdido la capacidad de acentuar. Francia, en cambio, recuperó los dictados en 2015. El hecho de que un chaval pueda escribir al dictado implica que tiene capacidad de concentración, de atención y de buena ortografía

¿Se están viendo diferencias de resultado entre los países europeos que han hecho este esfuerzo y España?

Lo que ha hecho Estonia con la educación, por ejemplo, es increíble. Lo han basado todo en programas de informáticos pero no para enseñar de forma digital, sino para recoger datos. Así pueden anticipar que los que sacan peor nota en un examen de matemáticas en primero de primaria tendrán ciertas dificultades más adelante en física y en biología. También ponen énfasis en el cálculo mental. ¿Para qué, decimos, si tenemos calculadoras? Porque usar las tablas de multiplicar de memoria es una herramienta cognitiva que luego podrá aplicar a un comentario de texto o una fórmula de química, y sacar mejor nota.

¿Qué lecciones podríamos importar de estos modelos?

Una de las cosas que ha hecho Estonia ha sido prestigiar al profesor y aumentar su salario. Eso ayuda a que estén más motivados. Bajar los ratios en clases es otra medida que funciona muy bien. Y también aumentar un poquito el nivel de exigencia, que los niños sepan que ellos son responsables de sacar buenas notas y que sus planes pedagógicos sean algo más exigentes.

En cualquier caso, la puntuación de los alumnos europeos en PISA está muy por detrás de la de los países asiáticos.

Sí, pero yo digo siempre que no me gustaría tener niños con notas en el informe Pisa como Corea o Japón y el mayor índice mundial de suicidio infantil. El nivel de exigencia es muy alto. En cualquier caso, la capacidad de cálculo mental de esos niños es increíble, incluso los de la India. Lo que yo haría es poner en valor dos cosas esenciales: es esencial subir el nivel en cálculo y lectoescritura.

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao Alejandro Ernesto EL ESPAÑOL

¿Es hora de comprender que estas habilidades escolares dotan a los niños de mayores opciones y capacidades cuando se enfrenten al futuro?

La herramienta más importante que van a usar los niños desde los seis años a la universidad es la capacidad de lectura y de escritura. Y si no le damos importancia en casa y en la escuela, que lean comprendiendo y que sean capaces de expresar adecuadamente sus conocimientos por escrito, les estamos privando de una capacidad fundamental. La sociedad se está volviendo más desigual a pesar de los esfuerzos por igualar a todo el mundo, y eso hará que las personas menos preparadas y con menos recursos tengan cada vez menos posibilidades.