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Ciencia MARCAS Ñ

¿Cómo comen los niños españoles?

El principal estudio realizado en España sobre alimentación infantil concluye que los niños españoles no ingieren ciertos nutrientes en la cantidad necesaria para su crecimiento.

14 enero, 2022 03:02

Una menor ingesta de grasas saturadas y mejorar la dieta para asegurar las cantidades recomendadas de nutrientes como la vitamina D o el omega 3. Estas son las principales conclusiones que se extraen del estudio EsNuPi (Estudio Nutricional en Población Infantil Española), la mayor y más reciente investigación realizada en España sobre alimentación infantil.

El estudio, llevado a cabo por la Fundación Española de la Nutrición (FEN) y la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT), analiza los patrones de alimentación y hábitos de actividad física de los niños entre 1 y 10 años. Uno de los factores diferenciales de este estudio es que se ha realizado una comparativa, entre más de 1.500 niños, que analiza la dieta de niños consumidores de todo tipo de leches y niños consumidores de leches infantiles enriquecidas.

Se ha observado que los niños que consumen este tipo de leches, aquellas enriquecidas con nutrientes vitales como el omega 3 presentan, en general, patrones dietéticos más saludables y unas mayores ingestas de ciertos nutrientes clave para la etapa infantil. Por tanto, según concluyen los responsables del estudio, el consumo de leches infantiles enriquecidas puede ser una estrategia útil para alcanzar los objetivos nutricionales durante la etapa de crecimiento. Ahora bien, ¿qué se puede mejorar en la dieta de los niños españoles?

Los productos lácteos son la principal fuente de energía y ciertos nutrientes en niños

La leche y los productos lácteos se presentan como uno de los alimentos clave en los primeros años de vida, ya que son la principal fuente de nutrientes relacionados con la salud ósea, como pueden ser el calcio, la vitamina D o el magnesio. Pero según las conclusiones del estudio EsNuPi, existe una necesidad de mejorar la ingesta de estos nutrientes en los niños españoles.

Se han observado deficiencias en la ingesta de vitamina D de forma generalizada, sin embargo, los niños consumidores de leches infantiles enriquecidas obtienen entre dos y tres veces más cantidad de vitamina D recomendada al día (72% frente a 37%). Asimismo, se ha observado que, a partir de los 4 años, los niños dejan de ingerir las cantidades adecuadas de calcio y magnesio, dos nutrientes que se obtienen principalmente de la leche.

Por otro lado, tampoco se obtienen las cantidades necesarias de ácidos grasos insaturados, aquellos presentes en el aceite de oliva o en el pescado, por ejemplo. Este tipo de ácidos grasos, siendo el omega 3 DHA el más representativo, son esenciales para el correcto desarrollo cognitivo y visual de los niños, pues forman parte de las células del cerebro y la retina.

La cantidad recomendada de este ácido graso tan importante son 100 mg al día para los niños entre 1 y 10 años, pero los datos de EsNuPi apuntan a que se consumen tan solo 20 mg al día. Los niños que toman leches infantiles enriquecidas, sin embargo, ingieren unos 90 mg, que se acerca mucho más a la cantidad recomendada.

En contraposición, las grasas saturadas y proteínas que consumen los niños españoles superan las cantidades recomendadas de forma generalizada. Aquí también se encontraron diferencias entre los niños que incluían en su dieta leches enriquecidas y los que no, cumpliendo los primeros las recomendaciones de ingesta de estos nutrientes en mejor medida.

En cuanto a los hidratos de carbono, aunque, según los datos del estudio, el 84% de la población general infantil cumple con las cantidades recomendadas, la cifra aumenta hasta el 93,4% en el caso de los niños que consumen leches infantiles enriquecidas. 

Advierten los expertos de que el consumo de leche y productos lácteos -alimentos necesarios por su aporte de nutrientes en cualquier etapa- se reduce con la edad, al mismo tiempo que aumenta la ingesta de alimentos hipercalóricos. Por ello resulta esencial establecer durante la infancia unos hábitos de alimentación saludables que persistan a lo largo de toda la vida, especialmente si tenemos en cuenta que los patrones dietéticos poco saludables se asocian con una mayor prevalencia de enfermedades crónicas como la obesidad, la hipertensión, diabetes o patologías cardiovasculares durante la vida adulta.