Suspendida La Vuelta
Vuelta de tuerca vil
Iban a 80 km/h cuando les tiraron al asfalto chinchetas y cristales. Para un ciclista en pleno esfuerzo significa peligro inmediato de accidente, quizá mortal.
¿Y por qué? ¿Para protestar contra Israel por intermediación de un equipo ciclista? ¿Y como los demás equipos de La Vuelta corren con un equipo judío, semita, hebreo, son igualmente culpables? ¿Culpables de qué? ¿De haberse entrenado y preparado con esfuerzo para competir en buena lid? ¿Por pedalear teniendo nacionalidad israelí o pedalear en un equipo israelí sin tenerla, o pedalear junto a cualquiera de ellos, pretendían estos desalmados vejar a los corredores, zaherirles, o peor?
¿Para qué? ¿Para poder contar a la mañana siguiente tomándose una caña en el bar que se habían cobrado una presa en España a costa del desastre humanitario en Gaza? ¿Y tan satisfechos de su inane heroicidad, "ponme otra, tabernero"?
Esto no son héroes de la protesta civil sino paladines descerebrados del descontento irracional.
¿Hasta qué nivel de putrefacción ideológica han llegado quienes salen a acosar violentamente -con peligro para la vida y la integridad física- a unos deportistas completamente ajenos a los desvaríos de la política?
¿Hasta qué nivel de vileza e irresponsabilidad han descendido conscientemente los políticos que "admiran" -¡el presidente del Gobierno, el primero!- y jalean sin decoro -¡una exministra de Igualdad, nada menos!- a unos manifestantes gamberros, embraveciéndoles así aún más?
Por desgracia todas estas preguntas tienen una respuesta: porque esos deportistas completamente inocentes, condenados con prejuicios ciegos, habían dejado de ser seres humanos y se habían convertido en una mera categoría. El odio fanático se libera más y mejor ante las categorías anónimas que ante las personas, nuestros prójimos con caras y apellidos.
El encanallamiento de la sociedad es fomentado ya sin tapujo alguno por el mismísimo Gobierno a costa de manifestaciones deportivas que nada tienen que ver con manifestaciones políticas. Un Gobierno panfletariamente vil que demuestra un día tras otro su carencia de frenos morales para transformar la realidad en lo que no es.
España necesita efectivamente una segunda Transición, del "Sanchismo" a la Democracia plena que se empezó a perder en 2004 con el advenimiento del Sr. Zapatero. Las elecciones generales son inaplazables para evitar una desgracia, si cabe, mayor. Ya, en libertad y sin ira.