Imagen de archivo de un médico utilizando gafas de realidad virtual para practicar en el laboratorio.

Imagen de archivo de un médico utilizando gafas de realidad virtual para practicar en el laboratorio. iStock

La Inteligencia Artificial no se sabe los adjetivos

Manuel Ruiz del Campo
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Está ahí, por todas partes. Esperando treinta segundos de silencio incómodo. Ha escalado puestos en la lista de temas a tratar, ya está muy cerca del tiempo; y debe de ser muy importante porque nos la recuerdan continuamente. La Inteligencia Artificial. Ya conduce sola, dibuja y hace vídeos, pronostica catástrofes, es protagonista en juegos de guerra, y cada tres semanas han de desconectar a una de ellas porque se hace preguntas existenciales. La inteligencia Artificial.

Juan trabaja en medicina, quizá no sea médico, nunca me ha dicho que lo sea; pero me cuenta que trabaja con ellos, y como el tema esta por aquí, por entre nosotros, tras treinta segundos de silencio incómodo me desvela un secreto: La IA no se sabe los adjetivos y es probable que tampoco los sustantivos. No dicen eso, sino lo contrario, pienso yo. La IA sabe, sabe mucho: conducir sola, dibuja y hace videos, etcétera, etcétera.

Y me suelta la historia.

Es sorprendente que nosotros ahora que usamos la IA para muchas cosas de medicina, nos hemos dado cuenta de que necesitamos ciertos trabajadores específicos que no estaban contemplados.

Juan no quiere desvelar mucho y da rodeos. Es listo y se lo hace. Hay que matar el tiempo, así que  incentiva la historia manteniendo el misterio.  Yo asiento. Aún no pregunto. Dejo que siga…

Por ejemplo, usamos la IA en diagnosis. Le damos diez mil radiografías con cáncer de pulmón para que aprenda. Así se hace una idea de cómo es un cáncer de pulmón y sus diez mil variantes. Y lo siguiente es que en la diez mil una acertará más que cualquiera. No es ningún misterio este conocimiento, casi es evidente y puede ser tan insultante no haber pensado en ello antes. Es tan lógico…

Juan me mira, la historia está bien. Se entiende y sigo pendiente. Ahora sí, asiento. Juan sigue.

Pero, es que, si pruebas a ir mas allá, a diagnosticar cosas más… diría… humanas, ahí no hay nada qué hacer. Fallo catastrófico. No te valen diez mil ni veinte mil ejemplos. Parece que la IA no sabe ni lo mas básico.

¿Cosas humanas?

El dolor

¿El dolor?

Hay, en la unidad del dolor de un importante hospital madrileño, un departamento contiguo al de IA. Un departamento con dos sillas. Ocupadas por dos lingüistas, sí, lingüistas. Tenemos un par de licenciados en letras. Son los Descriptores, en jerga.

Estos Descriptores describen. Describen todo lo que la IA no puede. Describen lo humano. En el tema del dolor, hay muchas clases de dolor, cada uno con sus características, cada uno con sus turnos de ataque y de retroceso. Son punzantes, lacerantes, agudos, completos, quizá profundos, o tal vez leves, superfluos, intermitentes, agónicos, inaguantables, llevaderos, infernales, incluso suicidas. Hay tantos como pacientes y días. Muchas veces el acierto de la diagnosis depende de conocer el adjetivo que le pones al dolor.

La IA, en estos juegos, no acierta casi nunca, un paciente de Zamora puede decir dolor inhumano. ¿Pero como de inhumano es algo para un zamorano?. La IA, aquí, resbala. Y podríamos pensar que igual que como las radiografías, nada impide que se construya para sí una base de datos con los adjetivos ya se digan ahí o allá. Y puede que acierte algo más. Pero las variables son tantas como personas digan “dolor inhumano”. Este dolor es inhumanamente único para cada uno de nosotros. El zamorano podría haber utilizado inhumano para cada pequeña cosa que se te ocurra, un dolor de pelo, por ejemplo.

Así que hemos descubierto un arma certera, los Descriptores. Buenos estudiantes de letras, entre medias de la IA y la I a secas, que tras charlas, a veces de horas, con el paciente, nos permiten ponerle nombre y apellidos a ese dolor. Después ya tratamos y consideramos el asunto globalmente, aumentando las posibilidades de éxito en no pocos casos. Es tan lógico e insultante no haber pensado en ello antes.

Miro a Juan. Y pienso en la IA. Y en si es verdad, todo esto, o un chiste y en si la IA puede o no hacer chistes, si tiene humor, y si el humor tiene adjetivo, yo qué sé…

Y en ese dolor, desde hace varios meses, en el abdomen; yo diría que agudo, a ratos, punzante en los esfuerzos, con algo de escozor, molesto los domingos, fastidioso los lunes, y en que soy de Toledo y no sé si en Toledo molesto y fastidioso son lo mismo, o casi lo mismo, o todo lo contrario, o nada que ver...