El Monasterio de Piedra, un mes después: “Hay que volver a sembrar el vergel y construir muros y puentes”
- Los peritos todavía están evaluando los daños y los trabajos principales se centran en quitar toda la tierra y árboles que arrastró la riada.
- Más información: Aragón pierde uno de sus reclamos turísticos por la DANA: el Monasterio de Piedra cierra hasta el próximo año
Hace 31 días que todo cambió en el Monasterio de Piedra. El majestuoso paisaje verde que hacía único su parque natural se convirtió en una riada de dimensiones nunca vistas en el territorio, destrozando todo lo que encontraba a su paso y dejando una imagen desoladora para quien, apenas unos días antes, había disfrutado de su exuberante naturaleza.
Un mes después, los restos de los destrozos todavía son muy visibles en el parque. A día de hoy, los peritos todavía están evaluando los daños y los trabajos principales se centran en quitar toda la tierra y árboles que arrastró la riada. “Se ha hecho trabajo de limpieza para llegar a los sitios que han sufrido daños. Por el vergel pasó agua a 2,5 metros de altura. Arrasó con todo”, explica el director del Monasterio, José Pont.
Y todavía queda trabajo por delante. El pico de la riada entró en el parque en la tarde del miércoles, pero no fue hasta cuatro días después cuando el agua volvió a su nivel habitual y se pudieron comprobar todos los destrozos que había causado. “El vergel está prácticamente limpio de césped y hay que volver a sembrarlo. Hay que construir muros del cauce y puentes, que requieren proyectos para hacer las cosas bien”, apunta Pont.
De hecho, este histórico monasterio ya sufrió en septiembre los efectos de una importante crecida del río, pero, entonces, los daños pudieron arreglarse en una semana. En la riada de septiembre, el caudal alcanzó los 31 metros cúbicos/segundo, cuando lo habitual es que no alcance el metro cúbico. Ahora, pese a que no disponen de mediciones oficiales, desde el Monasterio calculan que “fácilmente” se duplicó esa cifra, entre 50 y 60 metros cúbicos/segundo.
Como consecuencia, el parque natural, un paraje de gran belleza paisajística, con muchas cascadas de agua que se dividen en innumerables hilos de agua o chorreras, incluyendo una de 50 metros, permanecerá cerrado a visitantes, junto a los servicios de restaurantes y el hotel. “Cuando pasó la de septiembre, pensábamos que no tendríamos otra en 25 años, pero ocurrió casi dentro de 25 días, y en un tamaño mucho más grande. No tuvo nada que ver”, recuerda el director del Monasterio.
Ello, además, obliga al Monasterio a tener que recurrir a un ERTE a parte de su plantilla, que alcanza el centenar de trabajadores. “Toda la actividad del Monasterio está muy vinculada al parque. Sin parque no hay visitantes y los restaurantes no tienen clientes. Eso nos obliga a tramitar un ERTE”, detalla Pont.
En cualquier caso, desde el Monasterio no tienen ninguna duda en que volverá a recuperar todo su esplendor, en un futuro “no lejano”, pero “tampoco próximo”. “Llegaremos a las puertas de primavera, que es un momento esplendoroso para el parque”, desea José Pont.