Mientras decide doña Cristina Pedroche, de una puñetera vez, su valiosísimo voto (todo sea para que podamos redecorar a gusto nuestras filias y fobias políticas), me trago de un tirón la nada espectacular arrancada de la nueva edición de ese reality -tan espídico como soporífero- denominado ‘Pekín Express’, del que ella ejerce como ‘directora de la carrera’ (¡ahí es ‘ná’!).

La tontuna willyfogera está centrada esta vez en La ruta de los elefantes, que conste en acta. Sexta temporada. En La Sexta (valga la redundancia). Tras cuatro en Cuatro (¿esto qué es?, ¿un sudoku express?), y dos en Antena 3 (o La Sexta, que para el caso). Y ya. Se acabaron las cuentas por hoy. Las equidistantes fusiones.

Oíd: aún retumban sus sandeces. “No quiero al PP y no me caen bien los que siguen votándole”, suelta la dicharachera presentadora, tras confesar al mundo entero que tampoco le gustan las perlas (¡pues no serán las que salen de su boquita, no!).

Ni perlas ni peperos ni vergüenza. Muy plof, todo. Lo que sea con tal de mantenerse en el pináculo del aparato propagandístico del más bochornoso espectáculo televisivo.

Cierto es que la chica podría haberse dedicado a hablar de televisión, que es lo suyo. O de la metafísica que hay oculta en el agujero de los donettes nevados, que también. O de física cuántica, por ejemplo. De cualquier cosa. Pero no. Nada de nada. Sabe muy bien esta muchacha dónde hay que golpear para mantener su pedrochismo en el epicentro de todos los ‘candelabros’. Nos sale esta ‘despedrochada’ Cristina podemista bolchevique, de las que votan por despecho a IU, y nos quedamos todos, ante su discurso guerracivilero, con cara de no saber inglés, ni francés ni alemán, perplejamente anonadados. Sin venir a cuento, lo suyo. Lanza pedradas al PP y a todo el que se cruce en su camino, esta Pedroche, porque se siente muy vallecana y ya no sabe qué decir para que todo dios la vea. ¡Por los clavos de Cristina Pedroche! Lo de esta chica empieza a ser algo digno de ‘National Geographic’.

¿Con respecto al programa que presenta? Pues más de lo mismo. Sin novedad en el frente. Una demostración, en diferido, de que todavía son legión los españoles que no saben moverse por el mundo. Diez intrépidas parejas, seleccionadas de entre más de 70.000 personas (¡tanta gente en este país está dispuesta a sudar la gota gorda mientras hacen el mayor de los ridículos!) para vivir la aventura ‘monguer’ de sus vidas mientras echan el bofe a lo largo y ancho de 5.000 kilómetros, durante 13 etapas, de Sri Lanka a India. O sea, que lo del Pekín del título del programita lo dejamos mejor para otro día. Total, si luego llega el ‘Pestiño’ Nicolás y no sabe colocar el puntero sobre Australia en un mapamundi.

Por lo demás, cada pareja cuenta con un euro diario de presupuesto. Más o menos, como aquí. De hecho, es con lo que tiramos muchos en España para salir adelante cada jornada. Destacan algunos elegidos para la gloria. Priscila y Jonan, atacados los pobres por vivir sin móvil. Matías y Nabil, que se las dan de primos friquis. “Aunque parezcamos unos tontitos y unos friquis, yo creo que la gente nos va a subestimar (sic)”, dice el primero, y ahí explota algo en mi cabeza. Pero se llevan el premio al surrealismo catódico Blanca y Pepe, los ‘aristocratas’ aventureros que van de pijos cuando no son más que un quiero-y-no-puedo. ¿Lo de Pepe es normal o producto del consumo masivo de sustancias psicotrópicas? Porque en la caso de ella, ni pregunto.

Lo dicho. La cosa se ve. Peor que mejor. Aunque con el corazón en un puño y una sensación de mareo que no remite hasta altas horas de la madrugada. No es apto para cardíacos, este reality. Ni para paquidermos asiáticos, ni para perlas ni votantes peperos. Confieso, con algo de rubor, que a la hora de programa ya estaba agotado de contemplar carreritas estúpidas y escuchar frases pronunciadas en un inglés de charanga y pandereta. Hectolitros de sudor, sucias inmunidades, lágrimas a borbotones, violentísimas discusiones, agujetas hasta en el espinazo, asambleas chorras, amuletos de pega… Para ver sufrir a la gente por un montón de ‘lereles’ en un país equivocado, mejor me paso a ‘Mad Dogs’. O me apunto a la próxima gincana de las fiestas de mi barrio. Para el caso.

Atención, preguntas: ¿Por qué Cristina Pedroche resulta tan afectada y antinatural cuando presenta este programa? ¿Dónde y cómo colocan su socorrido ‘teleprompter’, debajo de las palmeras? ¿Tan tensa se pone cuando le toca llevar el peso de un programa y no ser una mera comparsa graciosilla, como en el caso de ‘Zapeando’? ¿Quién es su estilista de cabecera (y megazarcillos)? ¿Por qué tanto odio? ¿Cuándo pondrá alguien fin, de una puñetera vez, a tanta desmesura y descontrol?

Nota al margen: a ver si logro que, en un par de semanitas, me baje la bilirrubina y pueda centrarme un poco a la hora de explicar este sindiós.

Todo sea por la patria… ¡pekinesa!