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Cinco razones para visitar Catoira más allá de las míticas Torres de Oeste

Conocida dentro y fuera de nuestras fronteras por sus populares ruinas defensivas y Romería Vikinga, el municipio también presume de otros puntos de interés como el conjunto etnográfico de Abalo o la laguna de Pedras Miúdas
Lagoa de Pedras Miúdas, Catoira.
Lagoa de Pedras Miúdas, Catoira.
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Enmarcada en el corazón de las Rías Baixas, Catoira es la villa vikinga de Galicia por antonomasia. Al menos así la denominan miles y miles de voces tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Y razón no les falta, pues esta localidad gallega ha hecho trascender su fama a nivel mundial gracias a su multitudinaria y singular Romería Vikinga, un evento que tiene lugar cada primer domingo de agosto y en la cual se conmemoran (y recrean) las invasiones sufridas en este rincón del territorio durante la Edad Media por parte de algunos pueblos vikingos y normandos del norte de Europa. 

Lo cierto es que Catoira ocupa una situación privilegiada dentro del mapa de Galicia, enclavada justo en la desembocadura del río Ulla y a orillas de una de las rías más extensas de toda la región. Esta ubicación geográfica excepcional ha provocado que en las tierras costeras de Catoira se hayan ido asentando diferentes civilizaciones prehistóricas desde tiempos inmemorables. De hecho, las primeras evidencias encontradas en forma de petroglifos en la localidad datan de la Edad de Bronce. Es por ello que a día de hoy el municipio alberga dentro de sus límites una riqueza histórica, natural y patrimonial que va mucho más allá de las emblemáticas Torres de Oeste.

Una vieja cantera convertida en laguna

Pedras Miúdas, Catoira. Foto: Shutterstock

De vieja cantera a laguna paradisíaca, así es la historia detrás de uno de los rincones más singulares de Catoira. Este espacio natural de gran belleza emerge bajo los montes de la localidad como uno de los mejores ejemplos del poder evolutivo y regenerativo de la naturaleza. El proceso de transformación que vivió esta cantera de granito se debe en gran medida a dos factores combinados: la acumulación de aguas procedentes de las lluvias y la existencia de varios manantiales bajo los suelos de esta antigua cantera. Lo cierto es que la transformación paisajística experimentada por Pedras Miúdas le valió la distinción como Espacio Natural de Interés Local y hoy en día el entorno ha sido dotado de un Aula da Natureza, así también aparcamiento, zonas de esparcimiento y algunas pasarelas de madera que asciendes desde el entorno de la laguna hasta lo más alto de la colina catoirense.  

Un conjunto de molinos único en Europa

Muíños de Abalo, Catoira. Foto: Turismo Rías Baixas

En la propia cima situada sobre la laguna de Pedras Miúdas se encuentra un interesante conjunto etnográfico de gran valor histórico y patrimonial conocido como los molinos de viento Abalo, datados de entre finales del siglo XIX y principios del XX, y en cuya silueta se dibuja un singular sistema de doble aspas muy poco frecuente en Galicia y prácticamente único en el resto de Europa. Cabe destacar que esta modalidad tan poco frecuente era utilizada para aprovechar la fuerza del viento sin importar la dirección. Además, estas estructuras típicas se sitúan en un entorno privilegiado que goza de una de las mejores vistas de la localidad, con una panorámica que se extiende desde la propia laguna hasta la ría de Arousa e incluso el estuario del río Ulla. Más allá del conjunto de Abalo, lo cierto es que Catoira es el único municipio que puede presumir de albergar entre sus límites algún ejemplo de los tres tipos de molinos tradicionales (viento, agua y mareas) existentes en Galicia

A Illa de Castrivello y las marismas do Ulla

Illa de Castrivello en Catoira. Foto: Obaixoulla.gal

Muy cerca de las populares Torres de Oeste, las marismas del Ulla se extienden por el trazado costero de Catoira conformando uno de los puntos de mayor interés ecológico de la zona tanto por su fauna como por su flora. De hecho, en el lugar existen varios senderos habilitados que permiten cruzar este terreno bajo y pantanoso inundado por las aguas del mar y descubrir la naturaleza que allí habita gracias a los diferentes paneles informativos. Más allá de tierra firme, los visitantes que orienten su mirada hacia el estuario del Ulla también podrán divisar un reducido y singular islote rocoso conocido como Illa do Rato, Ínsua dos Ratos o también Illa de Castrivello. Lo más curioso de este pequeño islote es  que sobre una de sus piedras se erigió en la década de los sesenta un cruceiro que forma parte del Vía Crucis instalado para conmemorar la llegada de los restos del Apóstol Santiago. Cabe señalar asimismo que dicho recorrido simbólico está formado por un total de 17 piezas repartidas por el grueso de la ría de Arousa.  

Fonte Gaiteira y los petrofligos de Outeiro de Barral

Área Recreativa de Fonte Gaiteira. Foto: Concello de Catoira

En pleno casco urbano de la localidad, el Parque de Fonte Gaiteira conforma un auténtico oasis verde y remanso de paz guiado por el curso fluvial y el paseo del Muíño do Cura. En las cercanías del área recreativa y la zona boscosa se encuentran además un puente de piedra datado del siglo IX o X que marca los pasos de un antiguo camino real a la villa. También en el lugar se pueden observar otros elementos etnográficos de gran interés como un cruceiro, una fuente restaurada e incluso algunos viejos molinos. Además, muy cerca de Fonte Gaiteira se localiza un interesante conjunto de grabados rupestres al aire libre clasificados como los Petroglifos do Outeiro do Barral, cuyos dibujos representan formas sencillos a ras de suelo que hunden sus raíces en la Edad de Bronce

Entre patrimonio religioso y naturaleza

Ermita y Carballeira de San Cibrán de Dimo, Catoira. Foto: Google Earth

En una de las faldas del Monte Xiabre, todavía en los límites de Catoira, se localiza un enclave mágico formado por la ermita y centenaria carballeira de San Cibrán de Dimo. La zona boscosa en cuestión se enmarca a unos 190 metros de altitud muy cerca del lugar donde nace el conocido como rego de San Cibrán. Hasta cierto punto, los orígenes de la capilla resultan ser un misterio, aunque una desgastada inscripción sobre una de las fachadas parecer situar su creación alrededor del siglo XVII. Lo más probable es que en el lugar hubiese existido un templo religioso mucho más antiguo y el actual fuese construido sobre la estructura anterior, pues el edificio muestra múltiples arreglos en su semblante. En cualquier caso, esta pequeña ermita se encuentra en el presente cobijada bajo una frondosa carballeira y los alrededores están acondicionados con mesas de piedra para poder celebrar cada año una gran romería después de la Pascua

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