Montaje con una imagen de archivo de un sintecho y una imagen de Javier.

Montaje con una imagen de archivo de un sintecho y una imagen de Javier. YouTube

Sociedad

Javier (27) ha comprado 3 casas, todas para los sintecho: "Hemos ayudado a 32 personas de 11 países, son mis hermanos"

Javier Cascón es un joven creyente que adquiere viviendas para ofrecérsela a personas sin recursos mientras tratan de salir adelante.

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Las claves

Javier Cascón, un joven de 27 años, ha comprado tres viviendas para cederlas a personas sin hogar en España.

Desde el inicio de su proyecto, ha ayudado a 32 personas de 11 nacionalidades distintas, facilitándoles alojamiento temporal y apoyo.

Los residentes deben cumplir ciertos requisitos, como buscar empleo activamente y pasar periodos de prueba para continuar en las viviendas.

Javier planea nuevos proyectos como la compra de un quiosco o un fotomatón para seguir generando empleo y oportunidades para los beneficiarios.

España vive un serio problema en el sector inmobiliario. Acceder a una vivienda tanto a la venta como en alquiler se ha convertido en un serio problema para los españoles.

Este problema se agrava más entre aquellas personas con recursos más limitados, lo que dificulta aún más que encuentren una vivienda digna y, en ocasiones, no tengan otra que vivir en la calle.

Por ello, el joven de 27 años, Javier Cascón, decidió emprender una idea filantrópico: comprar casas y luego cedérselas a los más necesitados.

Un hogar para sus hermanos

Se estima que en España hay entre 30.000 y 40.000 personas viviendo sin hogar, es decir, en la calle, en recursos temporales o en albergues. Esto refleja la difícil realidad de muchas personas en nuestro país.

Así, conociendo y viendo esto desde edad temprana, Javier Cascón sentía que no se podía quedar de brazos cruzados: "Son mis hermanos. Esa es la pregunta que me aporreaba todo el rato. ¿Cómo es posible que mi hermano esté durmiendo en la calle? ¿Cómo es posible que mi hermana esté pidiendo en el metro? A mí me dolía".

"No dejaría que mis familiares estuviesen durmiendo en la calle", aseguraba el joven en el podcast de David Jiménez. "Lo que estaba en mi mano, a lo mejor no un gran edificio pero un pequeño piso si puedo comprarlo. Entonces dije que trabajaría para esto".

Después de pasar mucho tiempo trabajando y ahorrando, Javier dio el paso hacia adelante y compró su primer piso. "Lo compramos en septiembre de 2022 en Madrid. Era muy pequeño, 37 metros cuadrados pero suficiente con lo que podíamos permitirnos", apuntaba.

Con su primera propiedad, el joven decidió dársela a una madre y su hija de origen marroquí. "Las conocíamos desde hace cuatro años. Conocíamos su trayectoria y creíamos que podían encajar", confesaba.

Después llegó la adquisición de un segundo piso y un tercer piso, aunque estos ya fueron a través de hipotecas con las que vive endeudado. "De momento tenemos tres en propiedad y junto con otra organización, ha alquilado otra casa donde vivimos mi mujer, mi hijo y yo junto a ocho personas", contaba.

Esto se traduce en que actualmente en sus propiedades residen 15 personas aunque desde la primera vivienda, ya han recibido a 32 personas. "Han pasado 11 nacionalidades por las casas. Cuando vienen de otros países, sobre todo de África, les ponemos profesores de español", afirmaba Javier.

Ahora bien, ¿quiénes entran en estas viviendas? El joven encuentra gran dificultad en el proceso de selección, decidir quién merece entrar en su vivienda y quién no. Sus filtros van desde no permitir adicciones a enfermedades mentales que puedan causar violencia o malestar con sus compañeros.

"También ponemos otros filtros como poner un mes de prueba y, si nos va bien, prorrogamos hasta los seis", indicaba. "Si van bien esos seis meses y cumplen esos objetivos, prorrogamos otros seis meses. No hay un límite pero tienen que cumplir los objetivos que marcamos".

Uno de esos objetivos es que estén buscando empleo de forma activa. "Casi todas las personas que están en nuestras casas pueden conseguir un empleo y están en situación de moverse y poder hacerlo", contaba.

De hecho, en cuanto consiguen un trabajo y consiguen cierto colchón, colaboran de alguna manera a los hogares: "Lo adaptamos en función del salario. Hay de todo. En cuanto pierden el trabajo o están en una situación complicada, reajustamos la situación".

Así, de cara al futuro de su filantropía, Javier tiene claro que quiere seguir ayudando a la gente de la manera que pueda. Comprar otra vivienda se antoja complicado pero ya tiene otros proyectos en marcha como comprar un quiosco de prensa o un fotomatón para bodas y bautizos.

"Vamos a ver cómo salen los números. Poco a poco. Esa es una de las maneras de dar empleo a los chicos", compartía con emoción el joven. Al fin y al cabo, con o sin recursos, la ilusión por ayudar de Javier parece no conocer límites.