La pandemia ha trastocado la vida de todos. Pero por muy obvias que hayan sido las medidas establecidas para contener al virus en Europa, lo cierto es que las consecuencias de la expansión de la Covid-19 en países en desarrollo ha sido aún más implacable. Puede que no tanto por el número de víctimas (cifra que aún está por conocerse), como por las consecuencias colaterales, tales como confinamientos, cierre de servicios esenciales, etc., que resultan especialmente dañinos en en entornos en los que la pobreza, la malnutrición y la sobrepoblación están más presentes, como es el caso de los campos de refugiados.

Prestar toda la ayuda posible en esos contextos es lo que ACNUR lleva haciendo durante décadas. Pero con motivo del coronavirus, su trabajo está siendo más intenso que nunca. Su actividad durante estos meses ha sido especialmente intensa en Etiopía, donde la organización estima que hay más de 790.000 personas refugiadas (datos de mayo de 2020).

El problema en estos lugares parte de la carencia de medios sanitarios, higiénicos e infraestructuras capaces de mitigar las consecuencias de la infección. Aunque las autoridades aseguran que en estos campos no se han registrado casos de Covid-19, las medidas de confinamiento y cuarentena decretadas han provocado el cierre de escuelas y la suspensión de los programas de alimentación escolar que beneficiaban a un millón de niños.

Las autoridades han intentado impulsar medidas telemáticas para la educación pero, dado que los medios son muy limitados, la brecha digital puede incrementar las diferencias e incluso forzar a que, en muchas situaciones, los menores sean forzados a hacer actividades impropias como trabajo infantil, especialmente si su entorno familiar también se ve afectado laboralmente por la pandemia. Eso es particularmente grave en el caso de la población general pero es que, según cifras de la organización, estos cierres en las escuelas han afectado a más de 200.000 niños refugiados.

Buscando soluciones

Aprovechando su experiencia en estos campos, ACNUR ha trabajado conjuntamente con el gobierno etíope para mitigar los efectos de la pandemia entre los refugiados. Asumiendo que el cierre de fronteras fue una medida necesaria, la organización instó al ejecutivo a establecer mecanismos para que las medidas sanitarias no supusieran que estos refugiados o los solicitantes de asilo, se vieran abocados de nuevo a las situaciones de riesgo que tenían en sus lugares de origen.

Este énfasis en seguir aportando soluciones a estas personas ha motivado que ACNUR haya establecido planes para reforzar todas las facetas de la vida en estos campos de refugiados. De hecho, se ha formado específicamente a personas que viven allí para que ejerzan de mediadores con la población. Por eso comunicar bien las medidas sanitarias y los protocolos a seguir para evitar contagios y qué hacer en caso de que haya positivos, es trascendental para contener la enfermedad.

Por otra parte, también se ha atacado el problema del hambre en estos campos. La malnutrición es un problema recurrente en estos lugares pero la pandemia ha intensificado el problema, limitando las opciones de acceso a alimentos básicos, cada vez más caros, generalizando las malas prácticas de alimentación de los lactantes y los niños pequeños o la reducción de las raciones por esa falta de alimentos mencionada.

Combatir la desnutrición infantil donde más se necesita

Para paliar esta situación, especialmente en lo que respecta a los menores de cinco años, ACNUR y Fundación "la Caixa" crearon en 2017 el proyecto MOM. Se trata de un plan cuyo recorrido en campos de refugiados en las regiones de Gambella y Melkadida, principalmente, ha servido para reducir la prevalencia de la malnutrición aguda en estos puntos. En total, sumando también los de otras zonas, se han beneficiado de este programa 26 campos de refugiados distribuidos por todo el país.Traducido a número de personas, la cifra se eleva hasta las 272.150, de las que 144.942 son menores de cinco años y 27.227 mujeres embarazadas o lactantes.

La Covid-19 amenaza estos números, "una emergencia dentro de la emergencia", como señalan desde la organización humanitaria. Por eso una de las líneas a seguir ha sido la de fortalecer su papel durante la pandemia, con actividades que han buscado, principalmente, la prevención del problema. Además, se ha trabajado en reducir la inseguridad alimentaria, por una parte, y fortalecer la prevención y la respuesta frente al virus, por otra. Además, se ha hecho hincapié en el trabajo conjunto con las autoridades y con otras organizaciones que trabajan allí para asegurar la continuidad de las actividades de nutrición.

Actualmente, la actividad del programa MOM sigue en marcha. Se han reducido los grupos de participación para salvaguardar las medidas de seguridad necesarias y se ha reorientado la formación que se imparte a las madres en los grupos de apoyo hacia la vigilancia de los niveles de nutrición de sus hijos para solicitar una intervención si identifican alguna anomalía.

Apoyo en la tecnología

Además, el plan enarbolado por ACNUR y Fundación "la Caixa" también ha apostado decididamente por apoyarse en la tecnología para elevar la eficiencia de sus estrategias. Desde 2017 se usa, por ejemplo, para la gestión de los datos en estos campos para optimizar el reparto de raciones alimentarias y llevar un control más efectivo de la salud de esta población vulnerable.

En materia de diagnóstico, la introducción de tecnologías no invasivas también ha resultado clave para detectar anemias de una manera más precisa y sin necesidad de sacar sangre, un aspecto que, en un entorno de escasez de agua e higiene, puede resultar problemático.

Son aspectos cuya puesta en marcha puede resultar sorprendente en países desarrollados pero que, para esta población, puede marcar la diferencia en su vida. Por eso, y aunque la Covid-19 es una amenaza para su futuro, el reto es el de seguir proporcionando toda la ayuda posible para que esta población pueda salir adelante y tener un horizonte de esperanza. La labor de ACNUR, el énfasis de Fundación "la Caixa" resultan vitales para ello pero también por nuestra parte se nos presenta la oportunidad de aportar nuestro pequeño granito de arena a través de microdonativos con los que contribuir a dar un futuro a estos niños.

'Proyecto ‘MOM’, el plan de ACNUR y Fundación "la Caixa" para combatir la desnutrición de los niños refugiados' es un contenido elaborado por Marcas Ñ, la sección de Branded Content de EL ESPAÑOL, para Fundación "la Caixa".