Una recreación hecha con IA de ertzainas deteniendo a un grupo de delincuentes con machetes en el País Vasco.
Viaje al caos nocturno de Bilbao, donde la 'tcharmile' magrebí impone su ley a machetazos: "Cada vez son más organizados"
Fuentes policiales critican ante EL ESPAÑOL el auge de la violencia y la escasez de efectivos para actuar contra las bandas después de que desde el pasado domingo se hayan producido tres sucesos sangrientos.
Más información: Ayman, el "viejo conocido de la Policía" muerto a machetazos tras una pelea en Bilbao entre su banda magrebí y otra latina.
Este jueves al mediodía, los vecinos de la plaza bilbaína del Corazón de María corrían a asomarse a las ventanas, alertados por un griterío de la calle. Dos hombres discutían en árabe, encarados: uno agarraba el cuello del otro. Sin embargo, antes de que la sangre llegara al río Nervión, algunos de quienes observaban la escena pudieron separarles antes de que llegaran a las manos.
Solo unas horas más tarde, ya entrada la noche, la policía intervenía en la misma zona para detener una pelea entre cuatro sujetos que acabó con uno de ellos con un gran corte en la sien tras recibir un golpe con una botella de cristal.
Estos episodios ya casi forman parte del paisaje del barrio de San Francisco de Bilbao, donde cada día se despliega un dispositivo formado por agentes de la Ertzaintza y la Policía Municipal para anticiparse a la alta cantidad de robos, hurtos y peleas que tienen lugar en la zona. No en vano, este bonito rincón de la capital vizcaína se ha convertido en "una de sus zonas más conflictivas".
Una ambulancia atiende a una persona que vive en la calle, este jueves, en Bilbao.
Son fuentes policiales quienes hacen esta calificación a EL ESPAÑOL, que se ha desplazado hasta la ciudad para conocer el funcionamiento de las bandas delictivas que operan en ella sembrando la sensación de inseguridad entre los vecinos.
Estas pandillas se cuentan por decenas y están formadas por jóvenes, muchos de ellos, menores de edad que pasean por las calles de noche, buscando qué robar.
El pasado fin de semana dos de estas pandillas protagonizaron una pelea a machetazos que se saldó con un joven marroquí muerto de una puñalada en el pecho.
De un modo similar, este jueves tuvo lugar otro encontronazo en Jardines de Albia, en el que una mujer sudamericana recibió seis puñaladas por parte de un joven magrebí de solo 18 años con antecedentes policiales.
Aunque pese a estas peleas, su principal objetivo son los transeúntes descuidados que caminan por las calles de Bilbao.
Una pintada en una plaza del barrio de Solokoetxe (Bilbao) donde suelen reunirse por la noche algunas bandas de jóvenes criminales.
"Hay muchas bandas que se dedican sobre todo a robos con violencia. También se meten en muchas peleas entre ellos a ver quién tiene más poder, quién manda sobre quién", detallan fuentes de las fuerzas del orden a este diario.
"Es habitual que 'operen' a partir del jueves y hasta los domingos, que es cuando los estudiantes empiezan a salir de fiesta. Aprovechan para actuar sobre quienes van más alcoholizados".
PREGUNTA.– ¿Cómo suelen realizar los robos estas bandas?
RESPUESTA.– Muchas salen en grupo a la calle, suben fotos grupales a las redes sociales en las que a veces aparecen tapados con pasamontañas, vistiendo todos iguales y exhibiendo machetes y cuchillos.
En alguna ocasión incluso se ha llegado a ver en esas imágenes algún arma, previsiblemente simulada... Y da la sensación de que merodean por Bilbao con total impunidad.
El perfil de quienes conforman estas bandas son hombres jóvenes, entre los que hay muchos menores, provenientes de familias desestructuradas. Estos grupos están formados por distintas nacionalidades, los hay españoles, magrebíes, latinos...
Sin embargo, uno de los principales focos de preocupación son las bandas formadas por inmigrantes procedentes del norte de África.
El secretario de organización del Sindicato Profesional de la Ertzaintza (SIPE), Juan Carlos Sáenz, afirma que "la inmigración ilegal es lo que está produciendo los repuntes en la delincuencia y la inseguridad ciudadana dentro del País Vasco".
Una persona de origen subsahariano pasea por la calle de San Francisco, en el casco antiguo de Bilbao.
"No es un debate abierto, se trata de una dinámica clara. Se intenta que no haya alarma social, pero las violaciones en Donosti se han incrementado casi un 200%. Todo ello sumado a la precariedad en la que se encuentra la seguridad, con un déficit de 1.000 efectivos".
"Lo que ocurre ahora en Vizcaya es lo mismo que en ciertos barrios de Madrid, Barcelona y otras ciudades: se van creando una especie de 'guetos' o zonas de sudamericanos, latinos, magrebíes, también de gitanos...", amplía el agente.
P.– ¿Cómo se está viviendo el auge de estas agrupaciones de delincuentes dentro de las fuerzas policiales vascas?
R.– Las bandas cada vez están más organizadas, esta delincuencia se especializa cada vez más. Se están instaurando en todo el país, y Euskadi no va a ser un caso aislado.
El problema principal de la Ertzaintza es que no hay personas suficientes, ha habido momentos en los que solo ha llegado a haber una triste patrulla para cubrir Vitoria, la capital de la comunidad autónoma.
Y además, no hay una coordinación real entre policías locales y ertzainas para que cuando falte personal estén coordinados.
Para luchar contra esta problemática primero hay que garantizar que las fuerzas policiales tengamos unos recursos adecuados.
Los marroquíes, indignados
La calle de San Francisco, eje vertebrador del barrio homónimo, es uno de los principales núcleos de población extranjera. Por sus portales transitan y trabajan personas subsaharianas, gitanas, hispanoamericanas, españolas y magrebíes.
Una pancarta en el barrio de San Francisco que reivindica los derechas de las personas refugiadas.
Aunque la nacionalidad mayoritaria es la marroquí. Muchos de los comercios del barrio están regentados por vecinos procedentes del país alauita, que se levantan temprano cada mañana para sacar adelante sus negocios y que son los que se llevan la peor parte de los crímenes que perpetra una pequeña parte de sus compatriotas.
No en vano, el racismo que se genera con estos sucesos acaba repercutiéndoles y haciéndoles perder clientela, lo que lleva a algunos a una situación crítica y les acerca al riesgo de exclusión social.
Entre ellos está Mehdi, un joven de 19 años que ayuda a un familiar en un negocio del barrio, en los ratos libres que le proporciona su trabajo como operario en otra empresa local. De hecho, este vecino marroquí atiende a EL ESPAÑOL durante su jornada laboral.
No pone pegas ni se esconde a la hora de hablar de su trayectoria y exponer su experiencia, porque lo que más le duele es el mal ejemplo que genera entre sus connacionales menores de edad la mala imagen de la vida que transmiten quienes delinquen.
No en vano, él mismo confiesa que fue uno de esos chavales que recurrieron al robo para ganar un dinero extra: "Lo dejé hace unos tres años. Tenía muchos vicios, tomaba alcohol, salía de fiesta... Tenía un centro de menores, pero pasaba el día en la calle, solo iba para dormir o para arreglarme para volver a salir".
P.– ¿Qué le llevó a entrar en ese entorno?
R.– El 99% de la gente que viene a España no lo hace con la idea de robar, eso te viene cuando ya estás aquí. Empiezas a ver cosas, a juntarte con gente... Cuando te metes en ese mundillo, piensas que puedes vivir toda la vida de esa forma, pero no es así.
Yo llegué sin oportunidades, pero tampoco aproveché casi nada mi tiempo en el centro. Ahí te enderezan el camino, te dan para estudiar, una paga, un sitio para vivir, aprendes a hablar, aprendes a integrarte bien aquí... Por eso los menores tienen mucha suerte de tener acceso a ellos. Otra cosa es que la aprovechen. Hay quienes sí lo hacen y quienes no.
P.– ¿Qué le hizo salir de ahí?
R.– Cuando estás metido en ese 'rollo' te acostumbras a hacer eso, y buena parte de tu entorno solo se dedica a estas cosas: robar, pegar... Todo lo malo. No te quieres juntar con gente buena, que hace bien, que trabaja, que se busca la vida, porque tu mente no te lo permite.
Te vas dando cuenta de que igual que tú le quitas a los demás, ellos le pueden quitar a tu padre, a tu madre o a ti mismo. No me duró mucho esa etapa, doy gracias a Dios por haberme dado cuenta y salir de ahí.
Ahora cuando veo a un paisano mío haciendo eso, robándole a alguien, me dan ganas de arrancarle la cabeza.
Incremento de las bandas
Sin embargo, las bandas de menores y jóvenes delincuentes son un fenómeno al alza. En el sonado incidente del fin de semana pasado, un joven de 21 años perdió la vida a causa de una pelea entre su banda, formada por magrebíes que se reúnen a menudo por las noches en una plaza del barrio de Solokoetxe, y otra de hispanoamericanos.
Según confirmaron fuentes conocedoras del caso a EL ESPAÑOL, la pandilla del joven es Les derniers salopards (LDS), una de las más activas en la actualidad. En 2021, año de su 'fundación', la Ertzaintza les señaló como responsables de 33 incidentes. En 2022, esa cifra se duplicó hasta los 68.
Una foto de la banda 'Les derniers salopards' (LDS).
Aunque estas pandillas están formadas por personas de diferentes nacionalidades y etnias. La Ertzaintza y la Policía Municipal poseen extensos registros reservados en los que identifican a estos grupos para tratar de identificar a sus componentes y sus distintos modus operandi.
Sin embargo, en su mayoría se dedican a una cosa: los hurtos y los robos con violencia. La 'sede' de buena parte de estos grupos se localiza en el casco viejo y sus alrededores, aunque se mueven por toda la ciudad.
Percepción vecinal
Para los vecinos no pasa inadvertida la situación que se vive en Bilbao. Gonzalo es un autónomo que regenta un negocio en el barrio de Solokoetxe, cerca de donde este fin de semana murió apuñalado el joven marroquí.
"Estas bandas suelen reunirse en una plaza del barrio", explica a este diario en relación al citado suceso. "Siempre ha sido una zona tranquila, pero desde el último año en el barrio hay más robos, más carteristas..."
Del mismo modo, Silvia, vecina de este mismo núcleo urbano, afirma que "los robos se han incrementado mucho. Pero no solo en Bilbao, también en municipios de los alrededores. Hay episodios violentos todos los días".
Un rincón del barrio de Solokoetxe (Bilbao) próximo a donde estalló la pelea entre bandas el pasado fin de semana,
Por su parte, Sergio, dueño de una librería del barrio de San Francisco, aporta una visión diferente: "El suceso de este sábado es un caso anecdótico".
"Vivo aquí desde hace años y nunca nos ha pasado nada, no existe tanta violencia, no hay tantas batallas como dicen... Los que trapichean muchas veces es porque no tienen nada y es su única forma de ganarse la vida".
"Hace falta una acogida real", concluye este trabajador por cuenta propia. "No acoges a esta gente en condiciones y tampoco puedes deportarles a su país, entonces acaban quedando en un limbo. Si lo único que se les ofrece es violencia policial, al final se rebelan. Y estamos hablando de gente que en muchos casos no viene aquí a robar".
Pero la sensación de inseguridad en las calles no abandona a quienes pasean por el casco viejo por las noches. El continuo transitar de los coches patrulla, el sonido lejano de las ambulancias, y los mil ojos que observan al caminante desde rincones oscuros de la calle de San Francisco hacen un cóctel que completan los titulares de robos y peleas constantes en este precioso espacio de la capital vizcaína.
El resultado es que ni el transeúnte ni los vecinos pueden disfrutar de una ciudad histórica que ya no vibra al paso de las aguas del Nervión, sino se que busca esconderse como el sol cuando se pierde entre las verdes montañas que la rodean.