Vista general de un acceso al Centro de Primera Acogida de Hortaleza.

Vista general de un acceso al Centro de Primera Acogida de Hortaleza. C.V. EL ESPAÑOL

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La vida en el centro de menas de Hortaleza: "No son menores, se vuelven agresivos al esnifar pegamento...", dice un exguardia

A pesar del revuelo por la última violación en Hortaleza, sólo una minoría de jóvenes estaría involucrada en conductas que provocan tensiones en el centro. Entre el 85% y el 90% son migrantes no acompañados.

Más información: Cánticos de "fuera menas" frente al centro de Hortaleza del que salió el violador de una niña: los vecinos, enfrentados por el caso

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Raúl ha trabajado durante varios meses en el Centro de Primera Acogida en el barrio de Hortaleza. Ese no es su verdadero nombre, sino uno ficticio para no revelar su identidad tras haber accedido a una entrevista con EL ESPAÑOL.

Es personal de Seguridad Privada y prestó sus servicios en ese centro hace dos años, por lo que conoce a la perfección cómo es la convivencia diaria con los jóvenes en su interior. La mayor parte del tiempo la convivencia era tranquila. Sin embargo, los fines de semana se desataba el desorden.

"Los fines de semana se liaba un poco más porque los chicos salían y llegaban fuera del horario del centro. A partir de las diez de la noche se cierran las puertas y no se puede dejar entrar a nadie, a no ser que los traiga la policía, que ha pasado más de una vez, sobre todo en periodos de fiestas de barrio, ya que se quedaban bebiendo hasta altas horas y fuera de la zona".

Una persona delante del Centro de Primera Acogida de Hortaleza.

Una persona delante del Centro de Primera Acogida de Hortaleza. C.V.

A pesar de que el partido liderado por Santiago Abascal ha criticado en innumerables ocasiones este centro y otros, calificándolos de "centros de menas generadores de violencia", Raúl aclara que existe una gran diferencia entre un centro de menores y el de Hortaleza.

Este último se identifica como un centro de primera acogida, mientras que a un centro de menores ingresan aquellos jóvenes que han cometido algún delito. "Vox no puede pedir el cierre del centro de Hortaleza porque es de primera acogida, y allí no entra nadie por haber cometido una infracción".

Al barrio de Hortaleza no llegan exclusivamente menores extranjeros, sino también jóvenes que han sufrido maltrato por parte de sus padres, otros que ejercen violencia contra sus progenitores y algunos huérfanos. No obstante, reconoce al periódico que entre el 85% y el 90% de los menores son migrantes no acompañados, en su mayoría varones.

"Ese es uno de los problemas en Hortaleza. Esa mezcla de jóvenes con diferentes problemas provoca que la guerra estalle en cualquier momento. Además de que si es de primera acogida, lo que se presupone es que están ahí un tiempo hasta que son derivados a casas tuteladas o bien a otro centro, pero no es el caso. La mayoría se quedan allí hasta que cumplen los 18 años".

Para Raúl, uno de los contratiempos con los que ha tenido que lidiar fue cuando algunos jóvenes llegaban al centro bajo los efectos de las drogas, tras haber inhalado pegamento. No lo consumían dentro del centro, sino en el parque Isabel Clara Eugenia. Al regresar, su comportamiento cambiaba de forma radical y se volvían agresivos.

No atendían a las normas ni a los educadores "y la cosa se ponía complicada". Esto provocaba también enfrentamientos entre los menores porque se robaban entre ellos, entraban sin permiso en las habitaciones de los compañeros, se desafiaban por problemas por "alguna chica o porque vendían drogas. Cualquier mínimo roce desencadenaba en una pelea".

PREGUNTA.– ¿Qué piensa sobre aquellos que confirman que estos menores tienen más de 17 años?

RESPUESTA.– A efectos legales son todos menores, pero tú ves a algunos que es imposible de creer. Si me dices que tal persona es menor, soy un anciano en ese sentido. Te diría que la mayoría son delincuentes. Tengo contactos de mi barrio de gente que ha estado en la cárcel que me aseguran que los que están viniendo son sacados de la cárcel.

La mayoría que llega al centro son de Marruecos y Argelia y resultan ser los más conflictivos y los que crean guetos en el establecimiento, que es cuando surgen los problemas. Te los ponen en la frontera para que se vengan a España y eso lo hace el gobierno marroquí.

Esto se sabe, lo que pasa es que nadie lo saca a la luz. No es un cayuco en el que vienen 12, 20 o 36 inmigrantes subsaharianos con mujer e hijos como anteriormente.

Sin cambios en el centro

En relación con la violación ocurrida el último fin de semana de agosto, en la que se señala como implicado a un joven marroquí de 17 años perteneciente al centro de Hortaleza y como víctima a una chica de 14 años, la fuente consultada no ha expresado sorpresa alguna.

"En ese centro siempre ha habido agresiones, desde hace muchos años. Nunca he presenciado agresiones sexuales, gracias a Dios, pero sí he visto cómo nos lanzaban piedras o cuando tuvimos que intervenir entre una chica y la educadora. Esta iba pasada por el pegamento y exigía a la educadora un abono transporte. Eso sí, se trata de una minoría que no se deja educar y que genera tensiones en la convivencia", afirma.

Una de las quejas que Raúl repite con mayor frecuencia es la ausencia de modificaciones en el centro de acogida, a pesar de los problemas que se producen de manera recurrente. Las instalaciones llevan años sin ser renovadas, las ONG se olvidan de su labor con los menores y la planta de hombres y mujeres no está separada por ninguna barrera que impida el acceso a las habitaciones.

"Como ya comentó una chica del centro, cualquiera podía subir a su cuarto y esperarla debajo de la cama. Yo no he presenciado eso, pero es muy probable que algún chico lo haya intentado con las chicas. En cuanto a las ONG, lo que hacen es captar a los menores, cobrar las subvenciones y soltarlos para que se busquen la vida".

Si hacen eso, qué menos que educarlos e intentar reintegrarlos. Lo que se debería hacer es que si quieren entrar al país, deberían pasar un curso de idioma, de educación y de integración. Una preselección porque las culturas chocan. Pensar en esta idea no es racismo".

A todo ello había que sumarle que el establecimiento, en su época, contaba con tan sólo dos trabajadores de seguridad por turno, por lo que, garantizar la protección de los integrantes del establecimiento, suponía una tarea difícil. "Yo hacía turnos de 12 horas y luego venían dos compañeros a sustituirnos. Casi nadie quería ir a parar allí a trabajar porque era bastante conflictivo".

El Centro de Primera Acogida de Hortaleza tiene capacidad para acoger a 35 jóvenes, sin embargo, ha llegado a albergar hasta 100 personas. Actualmente esa cifra se ha superado y el centro se encuentra en una situación de sobresaturación. "Cuando yo trabajaba había 12 habitaciones por planta y tres o cuatro camas en cada una de ellas".

Tras la última violación, el centro ha intensificado la seguridad privada: ahora dispone de tres guardias de seguridad durante el día y dos por la noche. Además, los sueldos han sido aumentados y se ofrecen incentivos adicionales para retener al personal, en respuesta a los conflictos que se viven en el centro.