La cuidadora Teresa de Jesús Rodríguez González, asesinada por el marido de una usuaria del servicio de dependencia, sonríe mientras disfruta de un helado.

La cuidadora Teresa de Jesús Rodríguez González, asesinada por el marido de una usuaria del servicio de dependencia, sonríe mientras disfruta de un helado.

Reportajes

Enrique Leirós, el carnicero de 73 años que asesinó a hachazos a Teresa en Galicia: "Un ser superior me dijo que la mate"

La víctima, a pesar de estar siendo acosada por el anciano, concedió una prórroga de 15 días a la empresa con tal de seguir cuidando a la esposa del asesino.

Más información: Teresa, la auxiliar asesinada a hachazos por el carnicero Enrique, de 73 años: lo había denunciado por acoso sexual

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Enrique -últimamente- había tenido fuertes discusiones con los vecinos por los límites de las parcelas y estaba pendiente de una cita con neurología porque no estaba bien a nivel psicológico. También iba a ser valorado por los Servicios Sociales de O Porriño como posible paciente dependiente, pero este martes "un ser superior le habló" y le dijo que "tenía que matar" a hachazos a la cuidadora de su mujer, Teresa de Jesús Rodríguez González, de 48 años.

Así lo revela un informe al que ha accedido EL ESPAÑOL y que pertenece a Aralia, la empresa encargada de prestar el Servizo de Axuda no Fogar (SAF) donde trabajaba Teresa: la víctima de esta trágica historia. La familia del homicida sabía que su cabeza no andaba bien, pero le preocupaba más seguir contando con una auxiliar de geriatría que se ocupara de Dolores. Ella es una anciana septuagenaria que estaba incapacitada y que era la esposa de Enrique Leirós, un carnicero que aprovechaba el tiempo libre de su jubilación cuidando un rebaño de ovejas que tenía en una parcela.

La Guardia Civil está reconstruyendo el puzzle de un homicidio que pone en la diana las malas condiciones con las que trabajan los gerocultures en Galicia. Este informe de Aralia solo es una pieza más con la versión de la empresa, pero arroja datos que evidencian que Teresa era tan buena profesional que a pesar de estar siendo supuestamente acosada por el anciano, concedió una prórroga de 15 días con tal de seguir cubriendo las necesidades que tenía Dolores: su paciente dependiente y esposa de su ejecutor, Enrique, de 70 años.

De hecho, la empresa no contaba con que Teresa cubriera el servicio este martes porque así se lo comunicó ella el lunes, pero el 29 de julio fichó en su puesto de trabajo, a las nueve de la mañana y un minuto. A continuación, le envió un WhatsApp a Aralia a las 9.23 horas del martes, justo veinte minutos antes de morir a hachazos a manos de Enrique, en el marco de la dichosa prórroga que concedió a la compañía y que le ha costado la vida por un salario de 1.300 euros al mes donde se incluyen dietas y kilometraje.

- Teresa: Yo renuncié al servicio por acoso laboral, os doy 15 días.

- Coordinadora Aralia: Muy bien Teresa, pero para ello hay un procedimiento. Tendrías que venir a la oficina y entregar la renuncia por escrito donde expongas los motivos.

La conversación de WhatsApp que Teresa mantuvo con su empresa antes de morir.

La conversación de WhatsApp que Teresa mantuvo con su empresa antes de morir.

A las 12.24 horas de este martes 29 de julio, el móvil de esta auxiliar de geriatría volvió a recibir un WhatsApp de su coordinadora: '¿Teresa estás bien?' No hubo respuesta porque ya había sido atacada por Enrique, hacha en mano, en el transcurso de un presunto delirio o brote psicótico. "Cuando los agentes llegaron a la vivienda, el sospechoso estaba diciendo frases inconexas y ofreciendo relatos fantásticos sobre lo sucedido", tal y como detalla una fuente de la Guardia Civil.

Pero hubo una afirmación del septuagenario que llamó poderosamente la atención de los investigadores: "Un ser superior me ha dicho que la tenía que matar". No les quedó claro si "era Dios", "el diablo", o "una bruja". De modo que la principal línea de investigación apunta a que Enrique pudo atacar mortalmente a la cuidadora de su mujer, a causa de su estado de salud mental, y se ha solicitado su evaluación psicológica.

El brutal ataque se produjo entre las 9.25 y las 10.11 horas del martes, debido a que el "informe extraordinario" sobre Teresa de Jesús Rodríguez González, elaborado por la empresa para la que trabajaba, recoge que una usuaria contactó con Aralia para comunicar que "no se ha presentado al servicio", previsto tras pasar por la casa de Dolores y Enrique. Una situación inusual para esta cuidadora "desde el año 2017", "a la que le gustaba su trabajo", que "no era una chica de protestar" y que "era muy cariñosa con los ancianos", tal y como recuerdan dos compañeras de trabajo. 

Prueba de ello es que ese documento refleja que Teresa solo reveló la terrible situación que venía soportando con Dolores y su marido, Enrique, cuando la hija de los ancianos se quejó de la labor que desarrollaba la fallecida en el domicilio de sus padres. Así lo detalla este informe:

"Lunes 28 de Julio. A las 11.36 horas, se recibe una llamada de la trabajadora social del Concello de Porriño, para comunicarnos que acaba de tener una reunión con la hija de la usuaria [Dolores]. En dicha reunión, la hija expresa a la trabajadora social que la auxiliar [Teresa] que realiza el servicio de su madre, no está llevando a cabo algunas de las tareas asignadas, haciendo referencia a la elaboración de la comida. A las 11:53 horas, se le solicita a la auxiliar, vía WhatsApp, que llame en cuanto pueda para comentar las peticiones realizadas por la hija".

"Finalmente, hablamos con Teresa a las 13.07. En dicha conversación, le preguntamos si se está llevando a cabo la tarea de la elaboración de la comida y de la cena. Teresa nos comunica que no, ya que es el marido [Enrique] de la usuaria, por petición de éste, quien se encarga de realizar dicha tarea. Se le traslada a Teresa que a partir de ahora tendrá que corroborar que come la usuaria. En dicha llamada, Teresa aprovecha para comunicar que está teniendo problemas con la ducha. Teniendo que realizarle un aseo parcial, algunas veces, y no una ducha completa".

"Teresa refiere que cuando realiza dicha tarea la usuaria se muestra reticente, llegando a mostrarse agresiva en ocasiones, levantándole la mano a Teresa. También comenta que el servicio es complejo porque el marido de la usuaria demanda mucha atención de la auxiliar, dificultándole el trabajo [...]".

Una foto de Teresa, junto a decenas de velas en su memoria.

Una foto de Teresa, junto a decenas de velas en su memoria. Europa Press

A pesar de tales episodios, el lunes al mediodía, se acordó por todas las partes implicadas que el servicio en el domicilio de este matrimonio de septuagenarios se ampliaría de 67 a 70 horas al mes. Además, Teresa se ocuparía de supervisar "el cepillado dental" de Lola -como llamaba con cariño a Dolores-. Pero tan solo un día después, la mañana del martes 29 de julio, esta auxiliar contacta con la empresa para solicitar no volver a poner un pie en esa casa:

“A las 8.28 horas, Teresa llama al equipo de coordinación para comunicar que renuncia al servicio de Dolores. Le preguntamos qué ha pasado y nos comunica que ayer sufrió una situación de acoso por parte de Enrique y que ella no va a permitirlo. En este momento, el teléfono se pone en manos libres para así hablar con ella ambas coordinadoras. Se le pregunta qué es lo que ha pasado. Teresa se muestra esquiva en la respuesta, sin ser clara con lo sucedido ayer”.

“Teresa verbaliza que ella no va a permitir que nadie la toque: Yo no voy a permitir que nadie me toque, ni aunque sea un brazo, ni una mano’. Comenta que parte de su renuncia es causada por la actitud cada vez más agresiva de Dolores, dificultándole su trabajo. Se le traslada a Teresa que vamos a hablar inmediatamente con la familia de la usuaria para comentarle lo sucedido y que renuncia al servicio”.

La investigación de la Guardia Civil debe esclarecer si ese acoso era de violencia física o de tipo sexual. Desde el sindicato CIG, Mercedes Domínguez, asegura que Teresa sufrió abusos sexuales del septuagenario y estudian personarse en la causa, para ejercer acciones legales, siempre y cuando Enrique no sea declarado inimputable por su estado de salud mental.

De momento, lo que está claro es que la hija de este carnicero jubilado se mostró más preocupada por garantizar la asistencia a su madre que por el riesgo que corría la cuidadora con su padre. Así lo demuestra la transcripción de la llamada que este martes le realizó una coordinadora de Aralia:

“A las 8.32 horas, se llama a la hija de Dolores para hacerla conocedora de la situación: Teresa, ayer sufrió una situación de acoso por parte de su padre y renuncia al servicio. La respuesta de la hija es saber si el servicio queda cubierto o no, no dando mayor importancia a lo sucedido”.

“Pregunta si la auxiliar acudirá a realizar el servicio y le comunicamos que no, creyendo que Teresa no realizaría el servicio, y que en cuanto tengamos más información se lo haremos saber. A las 8.34 horas, se llama a los Servicios Sociales del Concello para comunicar lo sucedido. A las 8.38 horas, una de las coordinadoras envía un correo electrónico a la responsable de la empresa comunicando la renuncia de Teresa".

Un guardia civil saliendo de la casa de Enrique y Dolores donde murió Teresa tras recibir varios hachazos.

Un guardia civil saliendo de la casa de Enrique y Dolores donde murió Teresa tras recibir varios hachazos. Adrián Irago / Europa Press

Teresa, de 48 años, cambia de opinión este martes y ficha en su puesto de trabajo a las 9.01 horas. Posiblemente, esta auxiliar no intuía el peligro que corría acudiendo a la casa del carnicero jubilado porque está diagnosticada de una discapacidad física e intelectual -según sus allegados-. El caso es que fue y acabó recibiendo tantos hachazos que estaba irreconocible cuando fueron a hacerle la autopsia. Incluso presentaba muchas heridas de defensa, tratando de evitar el hacha de Enrique.

Una fuente de la Guardia Civil sostiene que el ataque mortal se produjo entre las 9.23 y las 10.11 horas del martes. Todo ello, debido a que Teresa escribió un WhatsApp, dando una prórroga a la empresa para dejar de ir a la casa de Dolores y Enrique [9.23 horas]: 'Yo renuncié al servicio por acoso laboral, os doy 15 días'. Y a las 10.11 horas, su siguiente usuaria informó de que su cuidadora no llegaba a casa. En esa franja horaria, se produce una llamada que desliza la posibilidad de que la muerte de Teresa se pudo haber evitado, ya que la familia del carnicero sabía que no andaba bien de la azotea desde hace un tiempo:

“A las 9.43 horas, llama el yerno de Dolores y Enrique, para preguntarnos sobre lo ocurrido. Le trasladamos lo relatado por Teresa. El yerno comenta que su suegro no está bien psicológicamente y que están pendientes de una cita con neurología”. Pero las listas de espera lastran su paso por la consulta médica.

“En ese momento, le comunicamos que pese a que creíamos que Teresa no iría al servicio, nos ha comunicado que está en dicho servicio y que pese a haber renunciado, dará 15 días de margen para buscar a otra compañera que cubra el servicio. Habrá que ver cómo gestionar en esos 15 días la realización del servicio, para que no entorpezca el trabajo de Teresa".

“El yerno verbaliza que esta tarde hablará con Enrique para que este no se encuentre en el domicilio en las franjas horarias de Teresa y que no es la primera vez que le indican a Enrique que salga a pasear, cuando Teresa se encuentra en el domicilio, ya que ‘Teresa lo pone muy nervioso y a él no le viene bien’ [...]". En este punto del informe, las coordinadoras del servicio de Aralia recalcan que "era una información desconocida" el estado de salud mental de Enrique: el marido de Dolores.

El alcalde de O Porriño, Alejandro Lorenzo, en la rueda de prensa de este miércole

El alcalde de O Porriño, Alejandro Lorenzo, en la rueda de prensa de este miércole Adrián Irago / Europa Press

A las 12.42 horas del martes, un agente contacta con la empresa del Servizo de Axuda no Fogar y confirma la tragedia: "El guardia civil nos solicita los datos de Teresa porque se encuentra en un domicilio en Atios. Una de las compañeras le solicita al guardia civil hablar con Teresa, a lo que este responde que ella no puede ponerse y que debemos darle los datos. Nosotras le decimos que no podemos, que son datos confidenciales y que debe dárselos la propia Teresa. En este momento, el guardia civil, con voz entrecortada, nos comunica que Teresa no podrá porque es una persona asesinada".

“En este momento el clima en la oficina es bastante caótico", según prosigue exponiendo este informe extraordinario. "A las 12:43 por otro de los teléfonos de la oficina nos llama la TS del Concello para trasladar lo ocurrido verbalizando literalmente “la mató, la mató él'".

Alejandro Lorenzo, alcalde de O Porriño, un pueblo de Pontevedra de apenas 21.000 habitantes, subraya que está "desolado" por lo sucedido con Teresa porque la conocía. "La solía ver en las fiestas, conozco a su familia, son buenas personas", recalca. El regidor no comparte la actuación desarrollada por la empresa Aralia ni el contenido de su informe y avanza que el Ayuntamiento pedirá que "se depuren" responsabilidades legales por la muerte de esta auxiliar de geriatría.

"La empresa comunicó por teléfono a los Servicios Sociales que una cuidadora quería dejar de atender una vivienda, pero no informaron de que el motivo era por acoso". La muerte de Teresa a manos de Enrique ha causado una honda consternación en el pueblo, pero una fuente municipal asegura que "hace un tiempo" que este carnicero jubilado "mostraba un comportamiento extraño, tenía peleas con los vecinos por los lindes de las parcelas y con los perros".

Mercedes Domínguez, del sindicato CIG, sostiene que la muerte de Teresa ha puesto de manifiesto la dura realidad que soportan los gerocultores en Galicia: "Muchas cuidadoras tienen interiorizado que forma parte de su trabajo soportar situaciones de acoso físico o sexual, debido a que prevalece el interés del dependiente por encima del derecho a no ser violentada físicamente".

- ¿Por qué afirma eso?

- Mercedes Domínguez: Hay cuidadoras que han denunciado haber sufrido abusos sexuales de ancianos, se las retira de esa casa, pero se lleva a otra compañera para seguir atendiendo a esa persona por tratarse de un dependiente y porque la empresa considera que no hay un riesgo grave, como sucedió con Teresa.

También hay cuidadoras a las que envían solas a casas donde hay usuarios de la tercera edad que tienen problemas mentales y tendrían que estar en un centro especial para tratar esa patología, pero se les asigna el Servizo de Axuda no Fogar.