Vista de la finca mallorquina donde se encuentra The Balance, el exclusivo centro de rehabilitación. En las imágenes: Abdullah Boulad, fundador del centro; Patricia Gómez, terapeuta de masaje y sanación con sonido; y Kanye West, durante su reciente retiro privado junto a Bianca Censori.

Vista de la finca mallorquina donde se encuentra The Balance, el exclusivo centro de rehabilitación. En las imágenes: Abdullah Boulad, fundador del centro; Patricia Gómez, terapeuta de masaje y sanación con sonido; y Kanye West, durante su reciente retiro privado junto a Bianca Censori. Álvaro Imbert.

Reportajes

Dos noches en The Balance, el 'White Lotus' mallorquín donde los ultrarricos dejan adicciones: "Lujo es llorar sin esconderse"

Considerada la clínica de rehabilitación más exclusiva del mundo, con unos precios que rondan los 500.000 euros mensuales, se enmarca en un paraíso idílico que sirve como refugio para ejecutivos y celebridades.

Palma (Mallorca)
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En el corazón de Mallorca, oculta entre cipreses, almendros y caminos de tierra roja, una finca de piedra sirve de refugio para millonarios, altos ejecutivos de las empresas más importantes, actores, políticos, futbolistas y variedad de celebridades que buscan rehacerse en silencio. A su alrededor no hay tráfico, ni vecinos, ni, generalmente, nada de ruido. Sólo árboles, colinas, cielo y el eco constante de las cigarras.

Justo aquí, donde apenas llega la cobertura y los días transcurren entre sesiones de chikung, psicoterapias, masajes con cuencos tibetanos y tratamiento somáticos, funciona The Balance Rehab Clinic: una clínica de rehabilitación de lujo —la más exclusiva del mundo, según sus fundadores— que cuesta entre 200.000 y 600.000 euros el mes, la estancia mínima, según el plan que los clientes elijan; todos estrictamente individualizados y personalizados.

Ese mismo tratamiento al que acceden grandes fortunas —muchas veces en absoluto anonimato— lo ha vivido también por EL ESPAÑOL durante 48 horas. En una de las villas privadas donde se hospedan los clientes, hace solo unas semanas, descansaron el músico estadounidense Kanye West y su esposa, la diseñadora australiana Bianca Censori.

Vista aérea de una de las fincas de The Balance en Mallorca, a la que ha podido acudir EL ESPAÑOL.

Vista aérea de una de las fincas de The Balance en Mallorca, a la que ha podido acudir EL ESPAÑOL. Álvaro Imbert.

Desde la dirección de la clínica explican que fue la propia pareja, a través de sus redes sociales y de la prensa alemana, quienes decidieron hacer pública su presencia en Mallorca. En su comunicado oficial, The Balance especificó que no se trató de un proceso de rehabilitación clínica, sino de un retiro de bienestar emocional solicitado por Censori tras un periodo de elevada exposición pública.

El rapero, según la clínica, acudió únicamente como acompañante. "Fue un tiempo de descanso, reflexión y reconexión. Lejos del ruido", afirmó el fundador del centro, Abdullah Boulad.

Un nuevo día

A diferencia de en otros lugares, las mañanas en The Balance Mallorca no comienzan con pastillas, sino con silencio. A las nueve, bajo un porche de piedra rodeado de olivos, los clientes practican chikung con Antonio Bellomo, un maestro italiano que habla poco y sonríe mucho. No hay órdenes. No hay correcciones. Sólo cuerpos aprendiendo a respirar. Frente a la lógica clínica del control, él propone otra cosa: la observación del movimiento interno, la paciencia del gesto mínimo.

El chikung, una disciplina milenaria de la medicina tradicional china, combina respiración consciente, movimientos lentos y concentración meditativa. Su objetivo no es la fuerza, sino el equilibrio. Según Bellomo, estos ejercicios —aparentemente simples, casi imperceptibles— ayudan a desbloquear tensiones acumuladas en el cuerpo, liberar emociones reprimidas y preparar el sistema nervioso para un proceso terapéutico más profundo.

"El cuerpo recuerda", dice en voz baja, mientras el cliente alza los brazos con la precisión de una ceremonia muda. Allí, en ese instante, el silencio se vuelve parte de la cura. Algo parte desde el interior, desde el abdomen. Algunos clientes lloran. Mientras tanto, en la cocina, María Salinas, una de los diferentes chefs privados de la clínica, prepara una ensalada ligera, con panes de trigo sarraceno y aguas infusionadas.

Abdullah Boulad, fundador y CEO de The Balance, durante una entrevista en la finca mallorquina. El centro nació tras una crisis personal y hoy lidera el sector de la salud mental de lujo.

Abdullah Boulad, fundador y CEO de The Balance, durante una entrevista en la finca mallorquina. El centro nació tras una crisis personal y hoy lidera el sector de la salud mental de lujo. Álvaro Imbert.

"Llegan muertos en vida y se marchan como nuevos", resumen varios de los terapeutas que trabajan en el centro. La clínica, que fue fundada por el empresario suizo-libanés Abdullah Boulad en 2018, ofrece un enfoque holístico y personalizado. Eso significa que cada paciente es atendido por un equipo de hasta 25 especialistas, desde psiquiatras hasta expertos en integración estructural, pasando por nutricionistas, acupuntores y terapeutas de trauma.

The Balance, como clínica, tiene sedes en Marbella, Londres y Zúrich. Pero la de Mallorca, hasta la que se ha desplazado EL ESPAÑOL, es su joya. La más exclusiva. La más remota. Y la más codiciada. Un conjunto de fincas tanto en interior como frente al mar conforman las instalaciones: algunas son utilizadas para clientes privados, en otras pueden convivir más de uno. Pero no sólo. Los que buscan la experiencia más completa de todas tienen la opción de realizar la rehabilitación a bordo de un lujoso yate que navega en torno a la costa mallorquina.

Dependencia emocional

Dentro no hay uniformes ni reuniones de autoayuda. La mayoría de clientes optan por ocupar una villa con chef y asistente privado. La confidencialidad es absoluta. Aquí no hay carteles en la entrada ni tampoco placas identificativas. Los nombres de los pacientes no figuran en ninguna lista. De cara al público general, alguien aquí instalado podría estar tomando, simplemente, unas vacaciones.

Pero son algo más que eso. La idea es desintoxicarse de alguna sustancia, desde la cocaína, marihuana y alcohol hasta medicamentos que se obtienen legalmente con receta pero que crean fuertes adicciones. Otros pacientes vienen a tratar de recuperar una salud mental que sienten perdida, explican en el centro. "Agotamiento, desgaste profesional, ansiedad, depresión, TOC, y también trastornos alimentarios, tenemos variedad de clientes y un tratamiento para todos", sostienen.

Enrique Balasch, terapeuta especializado en adicciones y miembro clave del equipo clínico de The Balance Mallorca. Rehabilitado él mismo hace años, acompaña ahora a otros en procesos complejos de desintoxicación emocional y reconstrucción vital.

Enrique Balasch, terapeuta especializado en adicciones y miembro clave del equipo clínico de The Balance Mallorca. Rehabilitado él mismo hace años, acompaña ahora a otros en procesos complejos de desintoxicación emocional y reconstrucción vital. Álvaro Imbert.

En cualquier caso, las adicciones son sólo la punta del iceberg. Aunque muchos acuden por el consumo, en la mayoría de los casos hay un cuadro clínico más complejo: traumas, depresión, burnout, trastornos alimentarios o un vacío vital que no se llena con logros ni dinero. "La adicción es una forma de dependencia emocional", explica Enrique Balasch Torres, terapeuta especializado en adicciones de The Balance. "El problema no es la sustancia, sino la necesidad que cubre".

Durante su estancia, uno de los pacientes —director financiero de una tecnológica en auge— describía su rutina de las últimas semanas antes de ingresar: reuniones hasta la madrugada, cuatro cafés por día, microdosis de LSD para aguantar, pastillas para dormir y una soledad aguda que ni las cifras ni los viajes conseguían mitigar. Otro, director ejecutivo de una importante ONG de alcance mundial, reconocía haber perdido la cuenta de los ansiolíticos. "No los tomo para relajarme", decía, "los tomo para no pensar".

Un tratamiento holístico

La experiencia de vivir en The Balance se aleja tanto de la lógica hospitalaria como del confort de un hotel. Hay silencio, pero también intensidad. Hay flores frescas en las habitaciones, pero también lágrimas contenidas en los pasillos. El tiempo transcurre con otro ritmo: sin prisa, pero con un propósito claro. Cada sesión —de meditación, de acupuntura, de chikung— deja una marca distinta. A veces es física, como un alivio muscular. Otras, es emocional, como una frase que se queda flotando durante horas.

En ciertos momentos, especialmente al atardecer, el entorno se vuelve parte activa del proceso. El viento se cuela por las ventanas abiertas, el cielo se tiñe de naranja, las cigarras comienzan su concierto mínimo. Y entonces, sin una razón concreta, uno siente que algo importante está pasando. Aunque todavía no tenga palabras.

La metodología que se utiliza en este centro de rehabilitación se apoya fundamentalmente en tres pilares: la psicoterapia intensiva, el trabajo corporal y la neurobiología aplicada. Cada día puede incluir sesiones de terapia cognitiva, rolfing, chikung, somatic experiencing, baños de sonido, acupuntura, ejercicios de respiración y medición del microbioma intestinal.

Todo está coordinado: si alguien no ha dormido bien, el fisioterapeuta modifica la sesión; si en una terapia emocional se ha abierto un trauma, el masajista lo sabrá para no forzar el cuerpo. "Lo que cura es la compasión", asegura Boulad, el fundador. "Y esa no se puede impostar". Para el empresario, lo esencial es que el equipo sepa acompañar. "Sin compasión, no hay tratamiento que funcione".

La clínica nació después de una experiencia personal límite. Abdullah Boulad sufrió un infarto cuando tenía menos de 40 años. Su hijo había pasado por una hospitalización crítica y su matrimonio atravesaba una crisis. "Estaba destrozado física y mentalmente. Busqué ayuda, fui a médicos, a clínicas. Y me di cuenta de que nadie me trataba como un todo. O me daban medicación, o me ofrecían meditación. Pero nadie miraba el conjunto", recuerda.

Ese vacío fue la semilla del modelo: un enfoque que abarque lo médico, lo emocional, lo físico, lo espiritual, lo nutricional y lo familiar. "Lo que intentamos aquí es entender al ser humano completo. No a la enfermedad. No al síntoma. A la persona entera".

David Cornwell, terapeuta especializado en trauma y sistema nervioso, durante una de sus sesiones en The Balance. El trauma no es el evento: es la forma en que el cuerpo sigue reaccionando a lo que pasó, afirma.

David Cornwell, terapeuta especializado en trauma y sistema nervioso, durante una de sus sesiones en The Balance. "El trauma no es el evento: es la forma en que el cuerpo sigue reaccionando a lo que pasó", afirma. Álvaro Imbert.

David Ernest Cornwell, uno de los terapeutas somáticos, pero también especialista en meditación y mindfullness, lo explica con una metáfora: el sistema nervioso es como un instrumento musical. Si la vida ha sido muy dura, la cuerda se desafina. "El trauma no es el evento", dice. "Es la forma en que el cuerpo responde hoy a aquello que ocurrió".

Su trabajo consiste en "descongelar" esas respuestas: recuperar la movilidad del cuerpo, identificar las reacciones que parecen desproporcionadas pero que en realidad son reminiscencias de un sistema alterado. "No es que estés loco: es que tu cuerpo cree que sigue en peligro".

Mientras tanto, en otra de las salas de la finca, Petró Kohut practica rolfing, una disciplina que reorganiza la estructura física a través del tejido conectivo. "El cuerpo cuenta historias que ni siquiera recordamos con palabras", explica. "La forma en que caminas, en que respiras, en que colocas los hombros, puede ser una herencia de un accidente, una infancia de miedo o una relación fallida".

Petro Kohut, durante una sesión de rolfing con un paciente, en The Balance.

Petro Kohut, durante una sesión de rolfing con un paciente, en The Balance. Álvaro Imbert.

El trabajo de Petro Kohut no es un masaje. Tampoco una terapia verbal. Es algo más extraño y más profundo. En la primera sesión, el cliente permanece tumbado en silencio, mientras él explora el cuerpo con una precisión casi quirúrgica. No hay presión excesiva. No hay fricción. Es más bien una escucha táctil: el terapeuta rastrea tensiones antiguas, capas de rigidez que no siempre vienen del músculo, sino de años de protegerse, de contenerse, de adaptarse.

Algunos puntos duelen, pero no físicamente. Duelen como una memoria que se despierta. Durante el proceso, el cuerpo se recoloca poco a poco: un hombro baja, una cadera se suelta, el cuello deja de pelear con la gravedad. Quienes lo experimentan suelen describir una sensación de "volver a estar dentro de uno mismo". Y cuando se ponen de pie, no caminan igual.

Sarah Boss, directora clínica, incide en lo mismo durante una larga entrevista con este periódico: "No se puede tratar solo la mente. Hay que trabajar desde el cuerpo hacia arriba". Boss, formada en psiquiatría en Viena y especializada en medicina funcional, es quien supervisa cada tratamiento. "No es cuestión de hablar y ya está. Es cuestión de volver a sentir".

Sarah Boss, directora médica de The Balance, supervisa todos los tratamientos desde un enfoque integrador que combina psiquiatría, terapia corporal y medicina funcional.

Sarah Boss, directora médica de The Balance, supervisa todos los tratamientos desde un enfoque integrador que combina psiquiatría, terapia corporal y medicina funcional. Álvaro Imbert.

Salud mental de lujo

La clínica diseña cada ingreso como una inmersión progresiva. Los primeros días están dedicados a evaluaciones clínicas, análisis médicos, entrevistas psicoterapéuticas y sesiones de diagnóstico nutricional. A partir de ahí, se establece un itinerario terapéutico que puede ajustarse cada semana. Si un paciente responde mejor a la meditación que al yoga, el horario cambia. Si se observa una mejora con la acupuntura, se refuerzan las sesiones.

Aunque el precio de entrada lo convierte en un lugar inaccesible para la mayoría de la población, The Balance se inscribe en una tendencia global: la de la salud mental de lujo. En el mundo hay centros similares como Paracelsus Recovery (Suiza), Crossroads Centre (Antigua) o Promises (Malibú), pero pocos ofrecen un enfoque tan intensivo y personalizado como el mallorquín. Aquí no se paga sólo por dejar una adicción. Se paga, cuentan, por reaprender a vivir.

Una de las suites privadas de The Balance, decorada con elegancia sobria y diseñada para favorecer el descanso absoluto. En espacios como este, celebridades y altos ejecutivos atraviesan procesos de desintoxicación física y emocional.

Una de las suites privadas de The Balance, decorada con elegancia sobria y diseñada para favorecer el descanso absoluto. En espacios como este, celebridades y altos ejecutivos atraviesan procesos de desintoxicación física y emocional. Álvaro Imbert.

Entrando en materia, los tratamientos de cuatro semanas —recordemos que es el tiempo mínimo que se permite— en esta clínica de rehabilitación oscilan entre los 111.200 y los 597.600 euros mensuales, dependiendo del programa elegido y del tipo de alojamiento. Existen desde modalidades ambulatorias hasta residencias privadas con personal exclusivo, en las que el centro ofrece tres niveles de atención (Premier, Executive y Signature).

"La clave no está en la técnica, está en la persona", repite Abdullah Boulad, fundador del centro. "Puedes tener el mejor equipo del mundo, la mejor finca, todos los recursos... Pero si el cliente no está dispuesto a mirar hacia adentro, no hay magia que funcione".

Para él, el verdadero lujo no es la privacidad, ni el silencio, ni las terapias sofisticadas. "El lujo aquí es tener tiempo y espacio para enfrentarte a lo que te duele. Y eso no es cómodo. Por eso decimos que no somos un hotel boutique con yoga. Somos una clínica. Y curarse, aunque sea en un entorno privilegiado, siempre implica atravesar algo incómodo".

El arte de escuchar lo invisible

Patricia Gómez, originaria de Buenos Aires, no necesita levantar la voz. Tampoco hace falta que toque directamente al paciente. Su herramienta es el sonido. Y su trabajo, en palabras de quienes la conocen, se parece más al de una médium que al de una terapeuta convencional.

En la sala donde trabaja —blanca, circular, apenas decorada con madera y cuencos tibetanos— el tiempo se suspende. Gómez comienza cada sesión con una breve observación corporal, un diálogo suave, casi silencioso. Luego dispone los cuencos sobre y alrededor del cuerpo del paciente y empieza a tocarlos con una maza de fieltro. El sonido, grave y envolvente, no se escucha tanto como se siente. Vibra en el pecho, en el vientre, en la nuca. Y algo empieza a abrirse.

Patricia Gómez, terapeuta de sonido en The Balance, guía sesiones con cuencos tibetanos que algunos pacientes describen como una experiencia transformadora. Su trabajo conecta cuerpo, emoción y memoria a través de la vibración.

Patricia Gómez, terapeuta de sonido en The Balance, guía sesiones con cuencos tibetanos que algunos pacientes describen como "una experiencia transformadora". Su trabajo conecta cuerpo, emoción y memoria a través de la vibración. Álvaro Imbert.

"Muchas veces, el cuerpo guarda cosas que la mente ha olvidado", dice. "Y el sonido es una forma de llegar ahí sin violencia". Lo que ocurre después es difícil de explicar: algunos pacientes entran en un estado de meditación profunda, otros reviven imágenes de su infancia, otros lloran sin entender por qué. Patricia no interrumpe. Solo acompaña. Su rostro permanece en calma, como si supiera que cada silencio guarda una historia.

Antigua profesora de yoga, formada en técnicas de sanación sonora en Asia y Europa, Patricia lleva años trabajando en The Balance. Es una de las figuras más queridas por los pacientes, incluso por aquellos que al principio se muestran escépticos. "No es magia", asegura con humildad. "Es escucha. Escucha muy profunda".

Las recaídas al infierno

El programa también incluye un plan de prevención de recaídas. En la última semana, cada paciente prepara junto a su equipo un plan de emergencia, una agenda estructurada y un conjunto de rutinas sostenibles. El objetivo es que no haya desconexión entre la burbuja de Mallorca y la vida real. "Esto no es un retiro", insiste Sarah Boss. "Es un entrenamiento para vivir mejor".

Pero no todos logran sostener ese cambio. Algunos regresan. Otros no pueden permitirse no volver. Hay recaídas. Hay milagros discretos. Hay quienes transforman su rutina al regresar a Londres, Dubái o Los Ángeles. Y también están quienes, después varias semanas, descubren que no están preparados para enfrentarse a sí mismos y desisten. El centro no lo oculta: "Esto no es para todo el mundo. Hace falta querer cambiar. Y duele".

El terapeuta Enrique Balasch, él mismo adicto rehabilitado, lo explica con crudeza: "El mayor obstáculo para salir de una adicción no es la droga. Es la ausencia total de motivación interna. Si no hay deseo real de cambio, si no hay una chispa propia, esto no sirve para nada". Y añade: "Aquí viene gente con todos los recursos del mundo. Gente inteligente, poderosa, culta. Pero si están aquí porque los obligaron sus hijos o su pareja, sin haber decidido ellos que quieren parar, no avanzan".

Enrique Balasch, terapeuta especializado en adicciones en The Balance Mallorca, trabaja desde su propia experiencia como adicto rehabilitado..

Enrique Balasch, terapeuta especializado en adicciones en The Balance Mallorca, trabaja desde su propia experiencia como adicto rehabilitado.. Álvaro Imbert.

Según Balasch, el problema no es dejar de consumir, sino enfrentarse al vacío que viene después. "Muchos creen que al dejar la sustancia se van a sentir mejor. Y al principio se sienten peor. Entran en un colapso emocional. Descubren que no saben estar solos, que no tienen rutinas, que no pueden sentir alegría sin algo externo. Ahí es cuando quieren irse".

El síndrome de abstinencia, dice, no siempre es físico. Muchas veces es emocional: una tristeza opaca, una apatía total, un desinterés por todo lo que antes llenaba. "Dejar de consumir te pone frente a un espejo. Y no siempre gusta lo que ves".

Por eso, para Balasch, la clave está en convertir la abstinencia en una motivación: "Hay que construir una vida mejor que la que te daba la droga. Porque si no la construyes, siempre vas a volver a ella. La droga tiene algo que tú ya no tienes: efecto inmediato. La vida real no lo tiene. Hay que currárselo".

Esa construcción no se hace sola. En The Balance, los terapeutas insisten en que el entorno debe cambiar. Se trabaja con la familia, se analiza el contexto laboral, se proponen cambios estructurales. "No puedes volver al mismo entorno que te enfermó", concluye Balasch. "Y no puedes esperar que un mes aquí te salve. Esto es el inicio. El resto depende de ti".

A última hora del día, la finca recupera el silencio. La luz cae sobre los olivos. Algunos leen. Otros se sumergen en la piscina sin hacer ruido. El aire huele a romero. Una mujer de mediana edad, delgada y elegante, que hasta hace una semana no dormía sin tres somníferos, sonríe tras una sesión de terapia de sonido. "No sé qué pasó", comenta. "Pero siento que he dormido dentro de mí". Aquí se escuchan las cigarras. Se practica el silencio. Y se aprende, si todo va bien, a empezar de nuevo.