El sociólogo Luis Miller y el profesor Jordi Rodríguez-Virgili.

El sociólogo Luis Miller y el profesor Jordi Rodríguez-Virgili.

Reportajes

Miller y Virgili, expertos en polarización, la palabra del año: "Crece desde 2014, cuando llegó Podemos"

Esclarecen el motivo por el que el término se ha convertido en la palabra del año y ahondan en las causas y consecuencias de este efecto.

30 diciembre, 2023 02:24

El pasado miércoles la Fundéu otorgó al término 'polarización' el título de palabra del año por "su gran presencia en los medios de comunicación y la evolución de significado que ha experimentado". Pero ¿qué significa realmente esta expresión? ¿Por qué se ha popularizado tanto este 2023? ¿Cuáles son sus causas y sus consecuencias? Jordi Rodríguez-Virgili, profesor de Comunicación Política de la Universidad de Navarra, explica que existen tres tipos de polarización: ideológica, afectiva y social. Y admite que las tres han aumentado en España en los últimos años.

Según el asturiano, la polarización ideológica sería el alineamiento de las posiciones políticas en dos grandes polos separados: "Es connatural a la política. Clarifica las opciones políticas y evidencia las diferencias entre los distintos proyectos políticos y, por ende, entre los diferentes partidos". Después, se encuentra la polarización afectiva, que es "la animadversión hacia el que piensa diferente y la empatía o simpatía con el que piensa igual".

El profesor realiza una pequeña pausa y explica que esta, a diferencia de la ideológica, lleva consigo una connotación negativa, puesto que es capaz de dificultar los acuerdos políticos. Sin embargo, la polarización ideológica es necesaria para que se desarrolle un debate sano. Un claro ejemplo es la Transición: "Entre los planteamientos políticos de Fraga y los de Carrillo había una gran distancia, pero fueron capaces de llegar a acuerdos. El problema se presenta cuando los míos, por el hecho de ser de los míos, son mejores, y el otro, por el hecho de ser de los otros, es peor. Ahí entra en juego el recelo y la desconfianza, lo que dificulta estas alianzas".

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Como Rodríguez-Virgili opina Luis Miller, sociólogo e investigador del CSIC. Este expresa que la polarización es consustancial a la democracia y que, precisamente, donde no existe polarización es en las dictaduras. "Lo bueno de esta es que activa a los ciudadanos democráticamente. En muchos casos es necesaria para defender determinadas ideas que merecen ser defendidas. El problema que tenemos actualmente es que ha aumentado mucho lo que llamamos polarización afectiva. Esta son las hostilidades, los malos modos en política y los insultos, entre otros, que imposibilita los acuerdos entre diferentes", expresa.

La tercera —y más peligrosa— dimensión de polarización es la social o cotidiana. Esta aterriza en la sociedad. Tiene que ver con los reagrupamientos geográficos e identitarios. Virgili apunta que este tipo es la que menos se ha desarrollado en España, a diferencia de, por ejemplo, Estados Unidos, donde existe una clara distinción entre el voto rural y el voto urbano. "En España sólo se ha observado esta dimensión en Cataluña, donde el tema de la independencia saltó de la política a la sociedad", señala.

El asturiano explica que la polarización está impulsada por las élites políticas y por los discursos y comportamientos de los políticos, más que por las redes sociales que, aunque favorecen una dinámica polarizadora, no son las causantes. Aún así, los expertos coinciden en que los algoritmos están diseñados para potenciar estos conflictos. "Lo mismo ocurre con los medios de comunicación tradicionales. Son partidistas y apenas quedan espacios de equidistancia, neutralidad y objetividad", expresa Miller. "Están muy alineados a los partidos políticos. Cuando estos se polarizan y el discurso político se polariza, los medios, en lugar de hacer de contrafuerte, también se polarizan", prosigue Virgili. 

Conmigo o contra mí

"La polarización para los políticos es cómoda porque exige posicionamiento. Estás conmigo o contra mí. Esto no exige razonamiento, argumentación ni justificación", apunta Virgili. ¿Un claro exponente? El discurso en la sesión de investidura de Pedro Sánchez. El líder del PSOE le arrojó al diputado de UPN Alberto Catalán, mientras señalaba el lado derecho del hemiciclo, que "cada uno elige dónde quiere estar, y en ese lado ya sabe cómo se las gastan [...] Si vota junto al PP y Vox entonces queda todo dicho". "Que es como decir 'conmigo o contra mí', expresa el profesor. 

Además, el presidente del Gobierno lanzó la idea de crear un muro para frenar a la extrema derecha. "Esto es una idea polarizadora. Suelen decir que la extrema derecha y la derecha extrema son lo mismo en España para agrupar en uno a todos los partidos de derecha. En teoría, el muro dividiría al 51 y el 49 por ciento de los diputados del Congreso. Ese es el principal problema: si se levanta un muro con el objetivo de frenar las actitudes 'extremas' del otro bloque, acabaríamos dividiendo la sociedad y la política en dos", explica Miller. 

Los expertos coinciden en que la aparición de los extremos hace que exista mayor polarización, "que haya un extremo izquierda con la fuerza de Podemos —más que la que tenía anteriormente Izquierda Unida— polariza". Pero la polarización no es sólo que crezcan los extremos, que es una forma de medirla, es el alineamiento en dos grandes bloques. En España hablamos de bibloquismo.

Los máximos de la polarización

La polarización en España tuvo un máximo en 1982. A partir de aquel año fue decreciendo hasta el 2000, que comenzó a aumentar, cuando Aznar obtuvo mayoría absoluta, debido a la Guerra de Irak y al Prestige. También aumentó con los atentados del 11 de marzo de 2004. No obstante, el profesor explica que un claro síntoma de polarización fue el Pacto del Tinell en 2003 —Acuerdo para un Gobierno catalanista y de izquierdas en la Generalidad de Cataluña— para la reforma del Estatuto y poder alcanzar un gobierno tripartito entre Esquerra Republicana, el Partido Socialista o el PSC e Izquierda Unida. 

"Pero en ese acuerdo se dejó claro que no se iba a pactar nada con el PP. Da igual lo que este propusiera y si era bueno para el país o la región. No se podía pactar nada con ellos. Esa es la polarización afectiva: al enemigo ni agua. Entonces se observa la política como una guerra de trincheras. No existen los acuerdos", cuenta Virgili.

Miller asegura que la crisis de 2008 también acentuó este crecimiento debido al desarrollo de diversas brechas sociales como la desigualdad, el desempleo y la precariedad: "Esto es un caldo de cultivo económico y social que da lugar a tensiones en la política. Hay que entender la polarización como una herramienta política que utilizan los partidos para dividir a la sociedad e intentar ganar elecciones". 

No obstante, fue en 2014 y 2015 cuando se observó un claro aumento de polarización: por primera vez, Podemos se presentó a las elecciones europeas y dio lugar a lo que se conoce como ruptura del sistema de partidos. "La aparición de Podemos, Ciudadanos y Vox polarizó la política española", señala Virgili. "Mas tarde, en el 2018, la moción de censura originó el realineamiento en dos grandes bloques. Por un lado, el bloque progresista, donde se encontraba el PNV, PSOE, Podemos y a los nacionalistas e independentistas periféricos. Y por otro lado, Ciudadanos, PP y Vox", expresa. 

Polarización 2023

Pero ¿por qué 2023 ha sido el año más polarizado? La polarización se ha convertido en un fenómeno global. Miller explica que esta aumenta en periodo de elecciones. Pero este año nadie las ha ganado: "Ganarlas producen un alivio temporal a esa tensión política. España sigue en un momento de mucha tirantez". 

En nuestro país la polarización ha sido utilizada como una estrategia consciente tanto en las elecciones autonómicas y municipales de mayo como en las generales de julio. "Un ejemplo es el 'Somos más' del PSOE que establece, de nuevo, ese bibloquismo, esa polarización", comenta el asturiano.

El profesor continúa con que "el relato del actual gobierno es un relato muy polarizante. ¿Cuál es el por qué de la amnistía? porque la alternativa es peor, porque los otros son peores. Da igual sus ideas o lo que quieran proponer. Otro ejemplo es cuando Ayuso lanza 'Socialismo o libertad'. Son mensajes dicotómicos que polarizan".

Con esto, el asturiano cuenta cuando pararon a Ábalos en la puerta del Congreso y le preguntaron por su opinión acerca de las declaraciones de Felipe González y Alfonso Guerra. El diputado del PSOE respondió: "Cuando empecé a administrar me dijeron muy claramente que lo que hay que pensar, más allá de tener o no razón, es quién se beneficia de cuanto dices y haces, y si el beneficio va para el adversario, es evidente que no dejas bien a los tuyos [...] Me preocupa la forma por cuestiones de lealtad". "Venía a decir que si con tu mensaje refuerzas al adversario, por lealtad te tienes que callar. Eso es polarización", expresa el asturiano. 

Causas y consecuencias 

Miller asegura que en estos momentos España aparece entre los países más polarizados de Europa, junto a países del sur —como Italia, Grecia, Portugal— y del este —Letonia—. El sociólogo explica que el problema de estos países es que durante los ciclos económicos y crisis económicas, la desigualdad y el desempleo aumentan de una forma más rápida que en otros.

"España sigue teniendo unos niveles de riesgo de pobreza relativa e infantil de los más altos de Europa. El país sigue teniendo muchos problemas estructurales. Y cuando los políticos no son capaces de resolverlos se focalizan en la polarización ideológica. Esta se ha convertido en una estrategia de supervivencia. Tenemos problemas de índole económico y de índole político territorial los mismos que teníamos en los años 30 que siguen abiertos", señala. 

Virgili expresa que en un futuro esta polarización puede ocasionar un deterioro de la vida cívica: "La política tiene que ser mucho más plural y diversa. Tenemos que brindar más por el bien común y el interés general. Estar en la trinchera a corto plazo funciona, pero a largo plazo provoca desafección y empobrece el debate político". Cuenta que lo realmente peligroso sería llegar a vivir una polarización social capaz de fracturar relaciones personales. 

Miller explica que, además, el bloqueo político puede causar graves problemas en el momento en el que los partidos no sean capaces de llegar a acuerdos necesarios o acordar grandes reformas: "La polarización ideológica puede derivar en polarización social con este bloqueo político. Tenemos un coste de oportunidad de muchas políticas que se podrían hacer en un entorno menos polarizado".