Serigne Mbayé en una calle de Lavapiés

Serigne Mbayé en una calle de Lavapiés Cristina Villarino

Reportajes

Serigne Mbayé, mantero, de Podemos y candidato a un Emmy: “Dormí en todas las comisarías de Madrid”

El exdiputado regional de Podemos llegó a España en un cayuco, denuncia el racismo sufrido y condena la respuesta de la UE al fenómeno migratorio.

15 octubre, 2023 02:31

A media tarde, la madrileña Plaza Nelson Mandela de Lavapiés está en plena actividad. Un grupo de niños juega entre los columpios y el cemento, varios adultos discuten a voces de sus cosas y unos pocos chavales se han sentado en un banco de piedra a comerse lo que puede ser el almuerzo, la merienda o la cena. “No nos grabéis a nosotros, que luego todo lo que sale de aquí son cosas negativas”, dice uno de ellos al periodista y la fotógrafa. La cámara está guardada, pero existe una desconfianza de partida hacia la prensa de una parte de los pobladores de esta zona, de mayoría africana, por los estigmas que arrastra. Serigne Mbayé (Senegal, 1975) llega con un cuarto de hora de retraso a la cita y un par de minutos después asoma por allí un coche patrulla de la Policía, que debe hacer un aparatoso recorrido entre los arbolillos y los muros de cemento para cumplir con la ronda. La desconfianza es mutua

La presencia de Serigne, sin embargo, serena el ambiente. Será por su planta, de tío alto y espigado, o porque aquí todo el mundo lo conoce. En cuatro pasos, saluda a los tenderos, ordena a los niños que se comporten y posa para las fotos ante la mirada de los agentes. Todo con una sonrisa, que altera a menudo un rostro digno y adusto por momentos. “Llevo aquí 17 años y me siguen parando todos los meses. La última, el 30 de agosto, en la estación de Atocha. Nos pidieron la documentación a los dos únicos negros que había por allí, pregunté por qué motivo y la poli me respondió que ‘es que en vuestros países…’. Les di mi DNI y le dije a ella que siendo representante de la ley lo que había dicho era muy grave. En ese momento, el otro me tiró al suelo, me esposó y me llevó a comisaría. Un mes antes me volvieron a pedir la documentación sin haber salido del portal de mi casa. De verdad, ¿qué problema hay, qué he hecho para que me paren tanto?”, se pregunta.

Serigne Mbayé en la plaza Nelson Mandela de Lavapiés

Serigne Mbayé en la plaza Nelson Mandela de Lavapiés Cristina Villarino

De puertas hacia afuera es uno más, el carisma que desprende le sirve sólo en ciertos ambientes. Como, por ejemplo, éste. Al entrar al Mandela, el restaurante senegalés de referencia en la plaza, en Lavapiés y en todo Madrid, varios compatriotas le abordan con papeles. “Tenemos aquí al lado el Sindicato de Manteros y muchos de ellos me dejan la documentación directamente aquí, en el restaurante. La mayoría no saben interpretar lo que les piden y necesitan ayuda”.

Él llegó a España en 2006 en un cayuco, como tantos de ellos. “Cuando te planteas meterte en uno de esos barcos e intentar llegar a Europa tienes que haber alcanzado una situación límite, muy límite. Yo era pescador en Senegal y conocía a bastante gente, así que me fui una tarde a Saint Louis [al noroeste del país, junto a la frontera con Mauritania] y me metí en una patera que sabía que iba con dirección a España. No pagué nada. Íbamos a bordo 95 personas, aunque sólo llegamos 94, un hombre se cayó al mar en el camino. Hicimos lo posible por rescatarlo, pero enseguida desapareció y dejamos de verlo”. 

Serigne Mbayé en la plaza Nelson Mandela de Lavapiés

Serigne Mbayé en la plaza Nelson Mandela de Lavapiés Cristina Villarino

[La llegada de migrantes a Canarias supera la de todo 2022 y Lanzarote ya recibe más que Almería]

PREGUNTA- ¿Y qué vida le espera a alguien cuando llega aquí en esas condiciones? 

RESPUESTA- Lo primero es tener suerte y llegar. Y si lo haces, te espera un mundo diferente, un país que no conoces y un idioma que no hablas; tan sólo te queda encontrar a alguien de tu tierra que te acoja. La ilegalidad es la única opción. No puedes buscar trabajo porque no tienes papeles. Yo en esos momentos iba a la Plaza Elíptica [al sur de Madrid], donde pasan furgonetas con gente a la que suben para trabajar en sitios informales, pero son los lugares más peligrosos, más duros y muchos luego ni te pagaban… 

Serigne maneja un vocabulario rico y un discurso articulado. Su voz suena tenue, calmada, en medio del bullicio. Su historia es indisociable a su figura pública, aunque habíamos quedado aquí para hablar más de política que de su vida. Ya volveremos, que la conversación es larga. Él aprendió el idioma en aquel momento, pero más tarde se casó con una española y obtuvo la nacionalidad, trabajó en mil sitios, abrió su propio negocio, se hizo sindicalista, habitual de los centros sociales, de las asambleas, se convirtió en rostro reconocible del activismo y entró en política con Podemos.

Fue diputado regional en la Asamblea de Madrid durante dos años, desde 2021 a 2023, cuando se quedó fuera de las listas del partido -dice- por “decisión propia”. A él, en definitiva, le ha ido bien, mucho mejor que a la gran mayoría de sus compatriotas. Muchos años después de su llegada a España, el tráfico de cayucos no ha cesado. En lo que va de año han llegado cerca de 20.000 migrantes a Canarias y, de ellos, unos 2.500 arribaron durante la primera semana de octubre a la isla de El Hierro, de 11.000 habitantes. La mayoría procede de Senegal, su país.

Serigne Mbayé en un momento de la entrevista

Serigne Mbayé en un momento de la entrevista Cristina Villarino

Crisis migratoria

“Muchos salen de mi pueblo [Kayar, una localidad pesquera a una hora y media en coche de Dakar] y es normal. Senegal ha firmado acuerdos con la UE para que buques pesqueros europeos puedan ir a pescar allí. En estas aguas hay bancos muy importantes de atún, por ejemplo. Pero realizan una pesca de arrastre, con la que no seleccionan, cogen todo lo que pillan. Yo me dedicaba a la pesca en Senegal, podía vivir perfectamente e incluso ahorrar. Pero desde hace años es totalmente imposible, por lo que mucha gente decide arriesgar su vida y salir”, explica. Lo mismo que hizo él. “Hay pueblos en los que cada día salen cayucos y la policía de allí no puede hacer nada para impedirlo. Hace 15 días la gente quemó un coche de policía porque no aguantan más y lo único que les queda es emigrar”. 

Como diputado regional Mbayé denunció esta situación en la Asamblea de Madrid, un lugar, a priori, poco propicio para tratar estas cuestiones. Pero, como abanderado de esta reivindicación, Podemos impulsó que fuera él quien viajara a Bruselas en 2022 para cuestionar en el Parlamento Europeo los acuerdos de pesca que la UE acababa de firmar con Mauritania y mantenía ya con otros países africanos.

“No ha cambiado nada, porque lo que le interesa a la UE es poder pescar en estas aguas. También lo hacen los barcos asiáticos, especialmente chinos. Si sigue llegando tanta gente desde Senegal hay algo que falla, el país está a punto de explotar y la UE no da visados y sólo trata de proteger sus fronteras pagando a otros países para que frenen la inmigración desde allí. Ese dinero va a parar a dirigentes africanos que tienen una cantidad de dinero que no es normal y que en caso de que tengan problemas y sus países entren en guerra van a ser acogidos en Europa”. 

Serigne Mbayé durante la entrevista

Serigne Mbayé durante la entrevista Cristina Villarino

Todo este periplo, desde su pasado como pescador en Senegal hasta el político que llega al Parlamento Europeo a reclamar que se revisen los acuerdos de pesca, ha sido retratado en un documental, ‘Serigne vs the UE’, realizado por la productora española Zungu Coop y emitido en Al Jazeera. El proyecto periodístico ha sido nominado a los Premios Emmy Internacionales -los más prestigiosos del mundo de la televisión, en su versión para producciones no estadounidenses- en la categoría de mejor documental. “Esto es cosa de los chicos, de los periodistas, yo no tengo nada que ver”, dice Serigne. Y es cierto, aunque el trabajo es un monográfico sobre su figura, resumido en 25 minutos. En él se cita gran parte de lo mencionado hasta el momento, aunque no hay más tiempo para los detalles, como los que nos dejamos en esas furgonetas que salían de la Plaza Elíptica de Madrid en las que recogían mano de obra barata.

[El acuerdo de pesca UE-Marruecos expira en julio y sigue en el aire por una sentencia europea]

Racismo en Madrid

“...A veces no te pagaban. Entonces, lo que hice fue acercarme a Atocha, donde había compas que vendían CD’s. Me regalaron algunos, me dieron otros y me puse a vender. Y cuando venía la policía tocaba correr, pero siempre te terminan pillando. Tuve varios juicios por no tener la documentación y, salvo en las que son más nuevas, creo que he dormido en todas las comisarías de Madrid”. 

P- ¿Se ha llevado algún palo?

R- Sí, empezando por la primera detención. Cuando llegué a España yo era súper atlético, jugaba al fútbol y corría mucho. Entonces, aquella vez me estaban persiguiendo con motos. Cuando pensaban que ya me tenían, volvía a correr y seguían sin pillarme. Terminaron súper cabreados. Vino un agente a hablar conmigo y por cómo se dirigía hacia mí, ya vi que me iba a intentar pegar. Me soltó un puñetazo en la cara, que más o menos pude esquivar, y después un segundo. Me metieron en una furgoneta en la que iban frenando y acelerando, y yo iba dándome golpes de un sitio a otro. Cuando fueron a interrogarme vieron que tenía sangre en la boca, así que me acusaron de haber intentado darles una patada. 

P- Probablemente la percepción que pueda tener usted del racismo es distinta a la que tiene un español en su casa. Ha dicho alguna vez que Madrid es una ciudad racista, ¿lo mantiene? 

R- Sí. Cuando dices que Madrid es una ciudad racista no quiere decir que todo el mundo sea racista, pero tiene una parte muy racista, muy racista. Cuando anunciaron mi candidatura a la Asamblea de Madrid asaltaron mi restaurante, tuvimos que poner constantemente a dos personas vigilando. Y Vox saltó diciendo que me tenían que deportar, pues ya está. 

Cristina Villarino

Cristina Villarino

Serigne había pasado de ser un vendedor ilegal de CD’s a presidir el Sindicato de Manteros en 2015. Y ese mismo año abrió un restaurante de comida vegana en el centro de Madrid junto con un socio: “Me acusaron de haberme forrado y lo único que hice fue sobrevivir”. Cometió el pecado de prosperar, y en ese tránsito estaba surgiendo un nuevo partido llamado Podemos que pescaba en las redes de los movimientos vecinales, el asamblearismo y el activismo social. “Empecé a ir a algunas tertulias de televisión en 2009 y ahí conocí a Pablo Iglesias. Después siempre he estado dando charlas en colegios y universidades. Pero, en realidad, a la que conocía más era a Ione Belarra, que estaba en SOS Racismo y venía a alguna de las asambleas del Sindicato de Manteros hace un montón de años. Me llamaron para formar parte de unas listas y mi primera respuesta fue ‘no’. Yo no quería ser una figura, yo formo parte de muchos colectivos, soy mucha gente”. 

El escaño

Pero, al final, fue ‘sí’. En marzo de 2021 Ciudadanos, junto con el PSOE, había presentado una moción de censura fallida en Murcia para intentar descabalgar al PP del poder. Mientras, en Madrid, Isabel Díaz Ayuso respondió con un adelanto electoral con el que pretendía desprenderse de C’s, con quienes gobernaba en coalición. Pablo Iglesias, entonces vicepresidente del Gobierno, dimitió de su cargo y se presentó como cabeza de lista por Podemos a las elecciones en la Comunidad de Madrid. Fueron días muy agitados en la política española.

En una campaña fuertemente ideologizada, Iglesias quiso liderar un frente de izquierdas con el que derrotar a Ayuso, pero lo que se encontró fue una abrumadora mayoría absoluta de la dirigente popular y un sorpasso de la otra izquierda de Más Madrid, que obtuvo más del doble de votos que Podemos. El diputado Mbayé se sentó en su escaño y desde la bancada opuesta la portavoz de Vox, Rocío Monasterio, le acusó de haber entrado en España “de forma ilegal” y de haberse “lucrado vendiendo a las puertas de los centros comerciales”. 

P- Lo de mantero lo han utilizado muchas veces en tono despectivo. ¿Le duele? 

R- No, cómo me va a doler. Es algo que hice y ya está. Lo que me duele es ese odio que existe en la calle y que la gente ve en la tele y en las redes sociales por parte de estos partidos, que normalizan estos discursos. 

P- Cuando dice estos partidos… ¿Ve a Ayuso como a Vox? 

R- No, con ella he tenido poco contacto directo. No son iguales, pero son parecidos. Y con esto no digo que la izquierda en la que estaba sea perfecta, todos tienen sus cositas. 

Retrato de Serigne Mbayé

Retrato de Serigne Mbayé Cristina Villarino

"Sus cositas", “tienen sus cositas”. Cinco meses después de las últimas elecciones regionales, a las que Mbayé no se presentó, la cabeza de lista de Podemos, Alejandra Jacinto anunció que abandonaba el partido al no haber logrado siquiera entrar en la Asamblea. Mbayé reconoce que ha podido faltar autocrítica, aunque rechaza la acusación de que sea una formación bonapartista o autoritaria: “No, yo que he estado en la dirección del partido, te puedo decir que hay reuniones en las que intervienen todos y de ahí sale una decisión”.

[De Isa Serra a Serigne Mbayé : los diez diputados de Podemos en una Asamblea sin Iglesias]

“Podemos está en un momento de crisis y si alguien no se ve en un proyecto, pues da a un paso a un lado, como Alejandra. Yo me metí en este percal por la inmigración, necesito que la gente dé la cara con mucha contundencia en este tema y si no lo veo, me salgo de la política. Ha habido problemas graves como el de Melilla [el 24 de junio de 2022 unas 2.000 personas trataron de saltar la valla y al menos 37 de ellas fallecieron aplastadas tras la intervención de la policía de ambos lados de la frontera]  y yo no puedo estar ahí sin solucionar nada, no puedo ser cómplice de eso”. Asegura, pues, que ha cumplido con lo que ha podido y que ahora está centrado en el Sindicato de Manteros y en retomar su actividad en el restaurante que regenta. 

Serigne Mbayé en la plaza Nelson Mandela de Lavapiés

Serigne Mbayé en la plaza Nelson Mandela de Lavapiés Cristina Villarino

La causa palestina

Ha pasado una hora desde que se encendió la grabadora y Serigne no muestra ninguna prisa, pese a que en su teléfono se acumulen cientos de mensajes sin responder. Toda esta charla, sin embargo, ha estado precedida por el tema de la semana: Hamás e Israel. 

P- A una parte de la izquierda le cuesta condenar con rotundidad el ataque de Hamás y otro sector de la derecha apoya sin matices cualquier respuesta de Israel. ¿También una tragedia de este tipo tiene que ser un asunto ideológico? 

R- Yo creo que es una barbaridad, porque los seres humanos no deberían llegar a esta situación ni por un lado ni por el otro. Todo el mundo debería condenar los ataques de Hamás, pero está claro que es una venganza. Durante años han entrado en casa de esta gente en Gaza, han matado a sus maridos o a sus mujeres, les han torturado delante de sus hijos y la opinión internacional ha estado calladita, normalizando eso. 

Serigne Mbayé en una calle de Lavapiés

Serigne Mbayé en una calle de Lavapiés Cristina Villarino

Poco antes de la entrevista un comisario de la UE afirmó que pensaban retirar las ayudas económicas a los palestinos y unas cuantas horas más tarde la Comisión rectificó este anuncio. “¿Por qué todo el mundo salió a defender a Ucrania cuando la invadió Rusia y no han hecho lo mismo con Palestina? Hay muchos intereses detrás, Israel es un país con mucho poder económico, pero Europa ha abandonado a los palestinos”, asegura Mbayé. Como cuando hablaba de los migrantes que llegaban a costas europeas. Es hora de terminar, media hora más tarde hay una concentración de apoyo al pueblo palestino en la Puerta del Sol y al periodista y la fotógrafa les han pedido acercarse. El entrevistado marcha por su lado. En la manifestación no hay líderes políticos al frente de las pancartas, pero tras una de ellas se ve una silueta alta, delgada y oscura. Alza la vista, reconoce una cara conocida y levanta el puño izquierdo con una sonrisa.

Manifestación de apoyo al pueblo palestino esta semana en Madrid

Manifestación de apoyo al pueblo palestino esta semana en Madrid Cristina Villarino