Xián Sánchez

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Reportajes

La proeza del gallego Xián Sánchez: con 13 años ya está en la universidad aprendiendo Matemáticas

Es uno de los 25 seleccionados para el programa Estalmat de la Universidad de Santiago, por el cual niños de entre 11 y 13 años acuden a la universidad a profundizar sus conocimientos científicos. 

7 octubre, 2023 03:30

Supo desde muuuy pequeño que amaba la ciencia. Así, con las tres úes, alargando mucho el adverbio, lo expresa Xián cuando habla con EL ESPAÑOL. Con la vocación innata, le salía fácil aplicarse a fondo en las asignaturas de ciencias del colegio. Aunque no se quedó ahí: "Hace como dos años me empecé a especializar en Física. Empecé buscando una duda que tenía, no me acuerdo de cuál, y una cosa llevó a la otra y fui profundizando bastante en la materia". Desde entonces, Xián bucea y bucea por internet hasta encontrar en Youtube canales "con información de fiar sobre ciencia", como el de QuantumFracture o el del Pol Bertrán, ambos de divulgación científica.

Pero para encontrar su vocación no está solo. Como hacen los buenos profesores, Iria Fernández Sobrado, la de mates de Xián, se dio cuenta de sus cualidades y fue quien le habló de Estalmat, un programa de la Universidad de Santiago dirigido a niños de entre 11 y 13 años amantes de la ciencia: "Ella fue quien se acercó durante una clase y me comentó que era un proyecto chulo. Vio que me gustaban las matemáticas y que le daba una vuelta de tuerca más a casi todo lo que explicaba, así que me acabé presentando y salí seleccionado", cuenta con pasmosa naturalidad. En Estalmat, un exitoso proyecto que lleva en marcha ya 16 años, hasta 25 chicos y chicas como Xián acuden durante 20 jornadas de sábado a la uni para adquirir conocimientos científicos muy amplios.

Eso sí, las pruebas de acceso son exigentes y ponen en aprietos a los aspirantes: "De las cinco que hubo a la gran mayoría de mis compañeros les pareció muy difícil una de ellas, y esa la consideré yo una de las más fáciles. Y justo al contrario, la que les pareció más fácil, a mí me resultó de las más difíciles". Xián nos describe ésa precisamente, la que más le hizo sudar, y creemos entender que en ella los chicos tenían que ir sacando el número de cada cara de un dado a partir de otros que les daban. Desde luego suena aún mucho más complicado que formar el de Rubik, y como en la conversación también está presente José Sánchez, el padre de Xián, en este momento nos dirigimos a él:

P.- José, no sé usted, pero yo me echaría a llorar si tengo que pasar esa prueba.

R.-Hombre, yo a llorar no sé... Pero a correr, pues quizá.

José Sánchez trabaja en montajes eléctricos y nos cuenta que su mujer, la madre de Xián, es modista. Ergo, de sus padres no ha sacado el muchacho la querencia por lo científico: "Nada, nada. Lo sacó de forma espontánea. Lo sacó, se metió, y le gustó. Él solo se lo está cocinando, con ayuda del colegio e instituto, donde siempre ha tenido mucho apoyo", apostilla. Es más, dice que al principio, hace años, aún le seguía cuando Xián les hablaba de ciencia -que lo hace mucho- pero que hace ya tiempo que se pierde en las explicaciones. Pero para él es un orgullo perderse en ellas, claro.

Pase VIP al conocimiento

El caso es que, a pesar de la dificultad, Xián pasó, como él mismo avanzaba. Cada día miraba junto a seu pai y a súa nai, como nos dice en su lengua, si había salido la lista de aprobados. Y cuando se publicó, la lectura de su nombre alborozó a los tres: "Especialmente a mi madre, que se echó a llorar de alegría", recuerda Xián. Él no se esperaba entrar, pero sus padres tenían "la corazonada" de que lo conseguiría. Los padres, ya se sabe, casi siempre ponen el corazón donde deben: en la felicidad de sus hijos.

Xián Sánchez

Xián Sánchez

Y realmente supone un motivo de felicidad, a pesar de que el programa Estalmat implica madrugar durante 20 sábados para ir a la universidad a empaparse de conocimiento: "Sí, la gran mayoría de los de mi clase andaban diciendo que les parecía una tontería ir veinte sábados, que implica madrugar, ir hasta allí y dar matemáticas, cuando se puede hacer cualquier otra cosa. Para ellos simplemente sería mejor no salir del sofá, pero yo considero que es interesante, ya no sólo por el futuro, sino porque me gusta", dice con sensatez Xián, pero sin atisbo de soberbia.

Entre los docentes, Fer de Pasapalabra

En su día, uno de esos estudiantes -y que hoy forma parte del cuerpo docente y del comité organizador- fue Fernando Castro. Quizá les suene el nombre porque durante meses se ha colado en todas las pantallas a través del programa Pasapalabra, volviéndose catódico perdido, como todos los concursantes que acumulan roscos. En su caso fueron 84. Fer es estudiante de doctorado en Estadística y Genética y trabaja como investigador en la universidad de Santiago de Compostela y en el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago, y por eso mismo ha deslumbrado a buena parte de la audiencia mostrando un bagaje también muy amplio de la otra cara del saber: las letras y la cultura general. "Hay que desterrar esa noción de ‘soy de letras, no sé sumar’ o ‘soy de ciencias, no sé quién era la protagonista de La Regenta’. Para ser ciudadanos completos hay que llevar una mochila de todo", reflexiona en conversación con EL ESPAÑOL.

Fer también nos cuenta que su ritmo circadiano no era muy compatible con los madrugones que el programa en el que ahora comienza Xián exige, pero aun así lo disfrutó y lo aprovechó a conciencia: "Bueno, yo a esas horas solía estar no despierto básicamente", dice con la misma guasa y la misma risa que estilaba en el programa de la tele, "pero los chavales a esta edad o hacen fútbol, o tocan el violonchelo… Al final si no es con nosotros iban a estar madrugando para cualquier otra cosa, y los padres igualmente haciendo de porteadores", sigue bromeando.

El exconcursante recomienda Estalmat para "conocer muchas perspectivas y mundos". Y cree, curiosamente, que resulta "más útil para los que no vayan a estudiar matemáticas en el futuro que para los que sí", porque les puede aportar una visión "muy transversal de lo que esta ciencia y también otras". Explica que realizan lo que ahora se llaman actividades STEM, de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, y que "todo eso es un bagaje que se lleva para el futuro".

Porque lo de las vocaciones, ya se sabe y Fer lo ve así, no es sencillo. Puede haber quien tenga una "vocación genérica", pero afinar tanto en lo que se desea desde muy jóvenes es infrecuente. En su caso, siempre supo que quería tirar por la ciencia, pero en mitad de la carrera de Matemáticas le tentó demasiado la Biología: "Así que luego estudié un máster en ese ámbito y ahora mi trayectoria investigadora está derivando hacia ahí. Afinar tanto como para saber qué estudiar a los 18 años en general no es posible, a los 12 o 13 que tienen ellos tampoco".

Xián, la bombita de Uranio

A Xián le sucede así: tiene una idea aproximada de a qué quiere dedicarse en el futuro, pero va a permitir que los años la vayan modelando, y finalmente decidirá si decantarse por "la ingeniería mecánica o la electrónica". O escoger una salida intermedia: "La electromecánica es una muy buena opción porque no es del todo ir por la electrónica ni del todo por la mecánica, es una combinación de ambas. Y reúne todo lo que me gusta: física, química según la utilidad que se le dé…".

P.- ¿La física es la materia que más te gusta entonces?

R.- Sí, es una de las ciencias que más me gustan, junto con las matemáticas y la astronomía.

P.- ¿Y sabes por qué? Es decir, ¿le encuentras alguna aplicación en la realidad?

R.- Si te soy sincero, no. Me gustan porque me gustan, es la única explicación que le puedo encontrar.

En este momento, José, el padre de Xián, decide intervenir. Su respuesta es contundente y nos hace reír a los tres.

R.- Como el atún. Le gusta como le gusta el atún. Porque sí.

P.- ¿El atún te gusta mucho?

R.- Sí, está rico.

Xián pronuncia esa frase con gracia. Tiene sentido del humor. Además del atún, le gusta el fútbol, y construir: "De pequeño hice un robot, lo tengo en mi cuarto. También una pinza hidráulica, pero hubo un problema con una pieza y ahora está un poco estancada…", dice también entre risas. Entre sus compañeros de Estalmat ya se ha granjeado un apodo, y es el mismo que el del célebre actor argentino Ricardo Darín, aunque por distintas causas: "Me llaman Bombita porque durante la primera noche del campamento que hicimos el finde pasado les hablé bastante de uranio…".