Nerea, arriba a la izquierda, con su hermana Tania y sus padres, Caridad y Plácido.

Nerea, arriba a la izquierda, con su hermana Tania y sus padres, Caridad y Plácido. Cedida

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Los errores médicos que le costaron la vida a Nerea: de acusarla de drogarse a tener meningitis

En el hospital no interpretaron los parámetros alterados de la analítica, le hicieron hasta tres test de droga sin resultados concluyentes y activaron el protocolo de agresión sexual, descartada de inmediato por un forense.

11 mayo, 2023 03:02

"No. No le difuminéis la cara en las fotos. Que la vea todo el mundo. Que vean lo guapa que era y lo que nos han arrebatado". Plácido González y Caridad Fernández son los padres de Nerea, la niña de 14 años de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) fallecida el pasado 13 de marzo por una meningitis meningocócica que se diagnosticó tarde, al confundirla en las urgencias hospitalarias con que estaba bajo los efectos de las drogas; posteriormente, incluso se relacionó con una agresión sexual. Finalmente, por la tardanza provocada por los errores, la menor acabó perdiendo la vida.

-Te paso varias fotos. Varias de ella... que le vean la cara. Si necesitas más me dices. Hay una en la que estamos todos. Los que éramos la familia. Cuando éramos felices. 

Plácido, Caridad y Tania, la hermana mayor de Nerea, son los que siguen aquí y salen en esa foto. "Estamos destruidos. Derrotados. Qué infelicidad tan grande. La hemos perdido a ella para siempre, y también se ha llevado nuestra felicidad para siempre", suspira Plácido.

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La familia es humilde y trabajadora: el padre es albañil, y la madre, ama de casa. Tania, de 19 años, ha estudiado estética. "El sueño de Nerea era trabajar con su hermana y abrir juntas un centro. Le gustaba mucho eso, era presumida, y muy guapa", lamenta Caridad. "Catorce años tenía. Empezando a vivir. Sus amigas, acababa de empezar a salir con el niño que le gustaba...", apostilla entrecortado su padre.

Nerea llegó con sus padres al servicio de Urgencias del Hospital Virgen del Camino de Sanlúcar en la mañana del 10 de marzo. Cursaba fiebre, "dolor de cabeza, vómitos, mareo, rigidez en la nuca y un lenguaje ininteligible". 

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La niña llevaba día y medio enferma, con síntomas como náuseas, vómitos y fiebre. No había acudido, por tanto, por segundo día consecutivo a sus clases en el IES Botánico de Sanlúcar, donde estudiaba 3º de la ESO. "Iba a curso por año. Nunca había repetido, jamás. A veces suspendía alguna, pero al final siempre aprobaba", cuenta Caridad. Iba a clases particulares "y la llevábamos nosotros", subraya el padre. "Quiero decir, que estábamos muy pendientes de ella en todo". 

Nerea, en una imagen capturada de un video de su cuenta de Tik Tok.

Nerea, en una imagen capturada de un video de su cuenta de Tik Tok.

También estuvieron pendientes en las Urgencias del Hospital de Sanlúcar de Barrameda, donde pese a lo que decían los padres, se producen una serie de errores médicos al focalizar el diagnóstico en el consumo de estupefacientes.

Viendo los síntomas que presentaba, le tomaron la temperatura y le realizaron una analítica de sangre y de orina "porque, según la doctora y la enfermera que la atendieron, parecía tener síntomas de estar bajo los efectos de drogas", asevera el abogado de la familia, José Luis Ortiz.

"Le hicieron tres veces las pruebas de drogas. No una, ni dos: tres", detalla Plácido con la voz rota. "No se contentaron con una: le hicieron tres. Eso fue lo que le hicieron en el hospital de Sanlúcar". El primer test arrojó datos no concluyentes. No obstante, le hicieron un segundo con idéntico resultado. No se quedaron satisfechos y le hicieron un tercero.  

El instituto en el que estudiaba, considera la familia, fue clave en el trato que recibió Nerea. Un centro conocido en el centro hospitalario, al parecer, por haber atendido a algún que otro alumno por consumo de drogas. "Los porritos, los porritos, y las pastillas: eso lo dijo un sanitario por allí al enterarse de que Nerea, en el estado en el que llegó, iba a ese instituto", cuentan los padres. 

La menor, al margen de las pruebas, y de que no podía apenas hablar, "también fue sometida a un interrogatorio" por parte del personal sanitario de Urgencias. Pensaban que la joven había consumido drogas "y que por eso no podía mantener una conversación coherente e inteligible".

La niña, en otra imagen reciente, cedida por su familia.

La niña, en otra imagen reciente, cedida por su familia.

El despacho abunda en que la niña llegó incluso a ser "presionada" para obtener alguna respuesta "sobre si había consumido". Ante la negativa de la joven a todas las preguntas, "es obligada sin su voluntad a que se le extrajera la orina mediante sonda, ocasionándole un enorme daño innecesario".

Las analíticas de sangre realizadas mostraron parámetros patológicos, como leucocitosis en 18.300... y un índice de coagulación superior al normal, entre otros. "Ya existía una alteración orgánica clara y se encontraba afectada por reactantes de fase aguda, por lo que tenía algún tipo de inflamación en el cuerpo", explica Ortiz.

"No puedo entender cómo no vieron en los análisis que tenía hasta 5 parámetros alterados. Con unos conocimientos mínimos, la interpretación claramente es que estaba siendo víctima de un proceso infeccioso que afectaba a su sistema nervioso central", asevera el abogado.

"Yo no digo que no hubiera casos de consumo de droga en su instituto. ¿Cuántos habrán atendido en las Urgencias de este hospital? ¿Uno, dos, tres? ¿Todos los alumnos del instituto consumen drogas? Yo no veo esto profesional... con los síntomas y las analíticas que había. No los llamo ni médicos, ni sanitarios. Es que a mi hija la pusieron de drogadicta, y lo que tenía era una meningitis", asevera el padre indignado. "Se emperraron en las drogas. Pero si la madre estaba diciendo que la niña llevaba enferma un día y medio y que estaba en su casa".

La 'violación'

Así pasaron varias horas, en las que la niña, sentada en una silla de ruedas porque no podía caminar, estaba cada vez más afectada por una meningitis meningocócica que se confundió con queo se había drogado "o había sido drogada". Y posteriormente, también violada". Porque por la tarde, y aún en urgencias, comenzó a sangrar súbitamente por el esfínter. "Según la doctora, era porque la habían violado. Así que activaron el protocolo de Violencia de Menores", cuenta José Luis Ortiz. Dieron parte a la Policía Nacional y a la autoridad judicial, que se personó con el médico forense para tomar diligencias.

Una vez allí, el médico forense "desmonta cualquier indicio de que hubiera habido agresión sexual. Así se perdió un tiempo precioso, la llamada en medicina la 'hora de oro', para dar con el diagnóstico. ¿Se puede hacer peor?" se pregunta Ortiz. 

El tiempo corría y seguían sin atender los parámetros alterados del análisis. No se pautó tratamiento alguno adecuado a los síntomas ni se le realizó "la prueba de procalcitonina (PCT) ni otros reactantes de la fase aguda para averiguar si una bacteria o virus es el que está causando la infección. Con la analítica de sangre, se conocen los niveles de proteína C reactiva (PCR), con un resultado del 120. La menor se encontraba afectada por reactantes de fase aguda, por lo que tenía algún tipo de inflamación en el cuerpo".

Al cabo de unas horas seguían sin hacerle pruebas. La niña seguía sentada en una silla, y es ahí "donde empieza a convulsionar, a presentar rigidez generalizada y pierde la conciencia, sufriendo una parada cardiorrespiratoria". Los médicos comunican a los padres de Nerea "que tienen que volver a repetir las pruebas, ya que éstas no son concluyentes debido a un error".

Al poco tiempo Nerea sufre una parada cardíaca, y posteriormente, otra, "como consecuencia del paso de un cuadro de sepsis a un cuadro de shock séptico". Ya era 11 de marzo.

Sin diagnóstico

"El hospital le comunica a la familia que la menor se encuentra en situación de fallo multiorgánico y deciden trasladarla al Hospital Universitario Puerta del Mar en Cádiz debido a las dos paradas cardiorrespiratorias que ha sufrido. "Es cuando empiezan las prisas", cuenta el padre de Nerea. "Ahí es cuando la doctora de Urgencias, por la cara que puso, se da cuenta de que la situación se le ha ido de las manos y de que lo había hecho todo mal". El padre asevera que, además, "en todo el tiempo que estuvo en Urgencias estuvo con un paciente que lo vio todo: Vio el trato que le dieron a mi hija". 

Llamaron al helicóptero para evacuarla, pero no había, por lo que es trasladada hasta Cádiz en ambulancia. Del hospital de Sanlúcar salió como entró: sin ningún tipo de diagnóstico

A su llegada, de inmediato detectan que puede ser meningitis y es cuando le hacen las pruebas de punción cefalorraquídeas y RMN craneal.  A la media hora tienen el diagnóstico e ingresa en la UCI Pediátrica. Con el diagnóstico, el SAS activa el protocolo para tratar a todas las personas que han tenido contacto con Nerea, pues la meningitis es altamente contagiosa.

Cuenta Plácido que la Policía Nacional acudió al hospital "para pedirnos disculpas, algo que el hospital de Sanlúcar no ha hecho ni por teléfono. La Policía nos dijo que a ellos les habían dado por parte del Hospital de Sanlúcar información errónea. Y nos visitaron todos los días para intersarse por Nerea. Se portaron bien", agradece Plácido. 

Finalmente, el día 13 de marzo, los médicos del Hospital Universitario Puerta del Mar comunican a la familia la situación de la niña: fallo multiorgánico y muerte encefálica, por lo que se procede a la retirada de todos los dispositivos y se firma el acta de defunción.

La familia ha procedido ya a presentar una reclamación patrimonial por 201.820,56 euros contra la Consejería de Salud y Consumo del SAS, por lo ocurrido el Hospital Virgen del Camino de Sanlúcar de Barrameda, concertado con el Servicio Andaluz de Salud.

Plácido y Caridad suspiran. "Esto no nos la va a devolver. Esto lo hacemos para que paguen por lo que han hecho. Que les quiten el título, que no vuelvan a ejercer y que esto no le ocurra a nadie más".