Esther Fernández de la Cruz, de niña y en la actualidad.

Esther Fernández de la Cruz, de niña y en la actualidad. Cedida E.E.

Reportajes

La lucha de Esther buscando a su hermana gemela durante 23 años: las separaron al nacer

Esta granadina sigue el rastro del rumor de que, en el hospicio del que fue adoptada, tenía una hermana gemela. Descarta ser un bebé robado aunque su hermano fue comprado por sus padres.

24 abril, 2023 02:15

Hay muchas cosas que no encajan en esta historia, pero Esther Fernández de la Cruz no se resigna, sobre todo cuando el puzzle que intenta completar es el de su propio pasado familiar. Sin apenas datos ni documentos de sus primeros dos años de vida, con tan solo mes y medio la familia que siempre la crio la recogió del hospicio de Armilla, en Granada. A los 11 años murió su madre; su padre no lo hizo hasta hace tres años.

Sin ellos con vida, Esther ha empezado a seguir su olfato, un olfato ya bien educado tras saber que su hermano de adopción, quien le saca 12 años, fue comprado por sus padres. "Muchas veces me han dicho que tengo una hermana por ahí, otra persona que se parece muchísimo a mí", dice a sus 47 años. Por eso, ha llegado el momento para Esther: quiere encontrar a su gemela perdida.

"Yo crecí muy contenta con mi familia en el barrio la Bola de Oro, en Granada. Cuando tenía 14 años nos mudamos cerca de Churriana y Armilla [pueblos de la provincia granadina] y no fue hasta los 27 años que vi una serie de datos que no me cuadraban mucho", explica esta andaluza. Fue a esa edad cuando Esther supo que había sido adoptada, después de que se lo confirmaran en el juzgado de paz al que acudió para pedir su partida de nacimiento.

[Álvarez-Arenas, sobre el 'bebé de la Inclusa': "No hubo robo, fue adoptado y los papeles lo demuestran"]

En aquel momento, Esther apenas le dio importancia. Tampoco estaba preparada para encajar algo así, agrega. "Ya empecé a recordar que cuando tenía unos 17 años una chica me dijo que había visto a mi hermana por la zona, y yo le contesté que no tenía hermanas. Cuando supe que era adoptada, hice memoria y me di cuenta de que ese comentario me lo habían repetido varias veces. Como que siempre me han confundido con otra persona", sostiene la mujer.

La puntilla, de todas formas, no llegó hasta hace año y medio, cuando una amiga se había enterado de que quizá tenía familia materna en Churriana de la Vega, ya que había rumores de que en el hospicio Esther tenía una hermana gemela.

La hermana gemela, en La Zubia

Eso se quedó ahí porque la granadina no sabía muy bien dónde buscar, hasta que el año pasado encontró otra pista. "Me presentaron a un chico que era enfermero y en cuanto me vio me preguntó que si era de La Zubia, que se sonaba mucho mi cara, y aunque La Zubia es un pueblo de Granada, yo nunca había estado en él", relata. Por eso, Esther publicó una fotografía suya en una de las páginas de Facebook con más seguidores ligada a La Zubia, por si alguien le encontraba similitud con otra persona.

Esther Fernández al volante, cuando era una niña.

Esther Fernández al volante, cuando era una niña. Cedida E.E.

La táctica ha dado sus primeros resultados. Aunque le han enviado una imagen de una mujer a la que supuestamente se parece, no encuentra similitud alguna. Diferente ha sido el caso de otra mujer, que además es de Granada, con quien Esther se pondrá en contacto cuando esté más calmada, aduce. "Esto hay que plantearlo con cierta delicadeza, porque si realmente es cierto que es mi hermana, quizá no sepa ni que es adoptada", comenta al respecto.

El rechazo, una opción plausible

En realidad, Esther quiere encontrar a su hermana, pero también cualquier familiar, conocer gente de su propia sangre. "Mi familia no va a cambiar y es la que siempre me ha cuidado, pero si tengo la ocasión de conocer a gente de mi sangre, quizá podamos formar un vínculo de amistad o una relación muy cordial", opina.

La difícil situación en la que se encuentra Esther pasa por ponerse en todos los estadios posibles. De hecho, no descarta encontrar rechazo por la otra parte. Según concretiza, "hay que tomarse el tiempo necesario para meditarlo y saber cómo abordar el tema. El rechazo es una cosa que siempre está ahí, pero creo que sería interesante saber en qué circunstancias y de qué manera me dieron en adopción".

Esther Fernández de la Cruz en la actualidad.

Esther Fernández de la Cruz en la actualidad. Cedida E.E.

Esther lo tiene claro: no quiere reclamarles nada ni algo parecido, solo saber un poco más sobre ella misma. Ni guarda rencor a su familia biológica ni enfado. "De hecho, les estoy agradecida porque al menos me dieron la oportunidad de tener una familia maravillosa que ha velado por mi bienestar. Yo tengo espina bífida y conozco gente con mi discapacidad cuyos padres biológicos no han luchado tanto por sus hijos como mis padres adoptivos", remarca la granadina.

¿Un bebé robado?

A expensas de nuevas informaciones que le puedan marcar el camino, el viaje no siempre ha sido tan apacible. "Llegué a la Diputación de Granada a pedir más información que solicitamos por escrito. Me sorprendió porque apenas 24 horas después y vía telefónica me dijeron que no había nada sobre mí. Me parece curiosa la prisa que se dieron y que me lo dijeran de viva voz, y no por escrito, como yo se lo había pedido", relata.

Aquella experiencia significó para Esther algo más que una negativa. En sus propias palabras: "Me hizo sospechar que quizá no se trataba de algo irregular, pero sí que fue una respuesta que me decía algo como que no insistiera porque no iba a encontrar nada".

Aquí salta la duda. ¿Será Esther un bebé robado? La respuesta parece que se decanta por el no, pero tampoco tiene todas consigo. "Mi hermano sí que fue un bebé comprado por mis padres, así que la posibilidad está ahí. En cambio, si hubieran querido comprar otro lo habrían hecho sano, no con espina bífida", reflexiona la protagonista. De aquel hospicio de Armilla solo queda un tétrico edificio abandonado y decenas de niños y niñas que salieron de él. Cada uno, con una historia diferente, como la de Esther, quien ahora se afana en cerrar un círculo que siempre estuvo abierto.