Félix Álvarez-Arenas.

Félix Álvarez-Arenas. Silvia P. Cabeza El Español

Reportajes

Álvarez-Arenas, sobre el 'bebé de la Inclusa': "No hubo robo, fue adoptado y los papeles lo demuestran"

El hijo del ministro del Ejército desmiente el relato de Lezaeta, que dijo ser secuestrado y enviado a una familia de militares chilenos nada más nacer.

1 febrero, 2022 01:15
Luis Casal Silvia P. Cabeza

Noticias relacionadas

Fernando Lezaeta lleva años buscando a sus verdaderos padres. Nació en Madrid el 30 de noviembre de 1958 y fue abandonado en la Inclusa de la calle O’Donnell. Lo siguiente que se supo de él es que, antes de cumplir el año de edad, fue adoptado por una familia en Chile, le cambiaron el nombre por el de sus padres adoptivos y empezó una nueva vida. Asegura, en sus propias palabras, que es “un bebé robado, secuestrado y engañado” al que arrebataron del pecho de su madre. Pero nunca ha podido demostrarlo. En su contra, existen pruebas documentales que demuestran una realidad distinta.

Desde entonces ha señalado a un hombre como su captor: Félix Álvarez-Arenas Pacheco, entonces un teniente coronel que, con el tiempo, llegaría a ser el último ministro del Ejército de España. El 9 de octubre de 2021 EL ESPAÑOL publicó su versión de la historia, un relato en el que Fernando -nacido con el nombre de Luis Aguirre- acusa a gobiernos, militares e intermediarios de su secuestro en su más tierna infancia. Hoy el hijo del militar, Félix Álvarez-Arenas Cisneros, responde al hombre al que su familia recogió en la Inclusa tras el proceso de adopción y lo envió a Santiago de Chile, saliendo al paso de las calumnias contra su familia. 

Recibe a este diario en su despacho de la calle Velázquez, donde dispone de documentos que acreditan el abandono en la Inclusa y la posterior adopción. Todo empezó en 2011, cuando Fernando Lezaeta formuló una denuncia ante la Fiscalía General del Estado que fue archivada al no haberse encontrado indicios de delito alguno. Sí nació en Madrid, sí fue trasladado a Chile y sí viajó gracias a la mediación del militar, pero no fue secuestrado. Él sigue defendiendo lo mismo. Álvarez-Arenas lo desmiente.

El acta de nacimiento de Luis Aguirre en el registro civil de Madrid.

El acta de nacimiento de Luis Aguirre en el registro civil de Madrid. El Español

—Los documentos que usted aporta dicen que Luis Aguirre, Fernando Lezaeta, no nació en la Inclusa de Madrid, sino que fue abandonado. 

—Sí. En la descripción de su nacimiento en el Registro Civil consta cómo se le deposita en la Inclusa a las 17 horas del día 4 de diciembre de 1958 y se le impone el nombre de Luis, sin contar la identidad de los padres.

El apellido “Aguirre” es una denominación de fantasía, impuesta por la propia Inclusa para evitar el apellido Expósito, pero no quiere decir que fuera el apellido de su padre. Esto ocurrió con dos testigos y fue autorizado por el juez y el secretario del Juzgado Municipal número cinco de Madrid. Ni fue robado ni fue vendido, fue adoptado y los papeles lo demuestran.

—¿Qué sabemos de sus padres biológicos? 

—No se sabe nada de ellos, lo cual es normal. En aquellos años hay que tener en cuenta que el aborto era un delito, como lo era también el abandono de niños y la resolución de otras madres que no deseaban a sus hijos era abandonarlos en los establecimientos que existían al efecto, es decir, las inclusas, procurando no dejar ningún rastro. 

—Pero, si existe un registro, ¿por qué no podemos acceder a ellos para investigar casos como estos?

—Porque son de carácter reservado de acuerdo con múltiples disposiciones legales, entre ellas la Ley de Protección de Datos. El único que puede acceder a ellos es el titular de los documentos, en este caso el personaje que nos ocupa, y sólo él puede autorizar el acceso a los mismos. Él es el único que puede acceder al expediente de la Inclusa para conocer su identidad, tiene total acceso a él, pero no lo reclama y lo oculta para seguir mintiendo, afirmando unas veces que fue un bebé robado y otras que fue secuestrado.

Lo único que sabemos es que existe un expediente de la Inclusa conservado en el Archivo Regional de la Comunidad Madrid del que, según manifestación del propio archivo, resulta su ingreso en la Inclusa de Madrid, con pocos días de edad, sin datos de su filiación biológica mediante su prohijamiento y adopción. Todo lo cual concuerda plenamente con la descripción del nacimiento en el Registro Civil y cuanto conocemos posteriormente por el trámite de adopción.

—Usted conoció a esos padres adoptivos, Fernando e Inés. ¿Cómo llegan a relacionarse sus dos familias?

—El padre adoptivo, Fernando Lezaeta, era un oficial del ejército chileno que concurrió a un curso organizado por el ejército USA, en Fort Benning, al que también asistió mi padre [Félix Álvarez-Arenas Pacheco], entonces teniente coronel. Era un IOAC (Infantry Officers Advanced Curse), como le llaman los americanos, de nueve meses de duración, de octubre de 1955 a Junio de 1956, al que concurrieron oficiales de todos los ejércitos occidentales y de algunos orientales. Fernando Lezaeta se desplazó allí con su esposa, Inés Hurtado, y mi padre viajó solo. Hicieron amistad y, al no poder tener hijos, mostraron su interés en adoptar un bebé español.

Los militares asistentes a la academia de Fort Benning, Estados Unidos, en 1955.

Los militares asistentes a la academia de Fort Benning, Estados Unidos, en 1955. Cedida El Español

—Y le pidieron ayuda a su padre.

—Sí. Le solicitaron que les hiciera las gestiones. Mi padre aceptó y a su regreso a España se informó de los trámites necesarios. Les consiguió por encargo un expediente de adopción perfectamente regulado en la legislación española, algo totalmente normal sin que fuera necesario ningún esfuerzo especial más que el natural papeleo que requieren los expedientes de este tipo.

—El papeleo y acoger al bebé en su casa.

—Cuando estuvo concluido el expediente, la familia española, es decir, mi padre, mi madre,  mi hermana y yo que, entonces éramos muy jovencitos, fuimos una tarde a recoger al bebé a la Inclusa y lo tuvimos en casa esa noche. No había posibilidad de embarcarlo hasta el día siguiente, así que estuvimos todos pendientes de los biberones y a la mañana siguiente lo dejamos en manos de una azafata libre de servicio contratada especialmente para que llevara el bebé a Santiago, de Chile en un vuelo creo que de Iberia.

—¿Qué edad tenían entonces usted y sus hermanos? ¿Lo recuerdan?

—Éramos muy jovencitos. Estamos hablando de final de los años 50, o sea que estaba terminando el bachillerato. Recordamos ese día porque fue un hecho, digamos, llamativo dentro de la familia. Nos llamó la atención esto de ir a la Inclusa a recoger a un niño. No es una cosa que te ocurra todos los días. Pero se quedó esa noche y ya está.

Álvarez-Arenas muestra el acta de nacimiento de Luis Aguirre.

Álvarez-Arenas muestra el acta de nacimiento de Luis Aguirre. Silvia P. Cabeza El Español

—Fernando Lezaeta habla de unos pagos y unos trámites para lo que él llama “secuestro”. 

—Yo no sé cuáles fueron los trámites ni qué importes se pagaron, no tenía edad para enterarme de esas cosas, pero sí sé que se hicieron pagos a la Inclusa y que se produjeron gastos de tramitación, obtención de pasaporte y del billete  de avión, honorarios de la azafata, gastos de su pasaje de ida y vuelta y de estancia en Santiago. 

—Él habla de 502.000 pesetas.

—No sé las cuantías de estos gastos, pero sí puedo decir que miente descarada y burdamente cuando dice que el “precio” que se pagó por él fue de 502.000 pesetas. Encima tiene la desfachatez de exhibir documentos bancarios de los que resultan pagos no de 500.000 pesetas, sino de 23.100. El dato que él saca es de su contravalor en pesos chilenos, según los propios documentos que va por ahí exhibiendo.

El primer visado de Fernando Lezaeta, todavía llamado Luis Aguirre, para viajar a Chile en 1959.

El primer visado de Fernando Lezaeta, todavía llamado Luis Aguirre, para viajar a Chile en 1959. Cedida El Español

De estos pagos, según siempre los documentos que exhibe, 7.000 pesetas fueron a la Inclusa y el resto fueron a mi padre para pagar los gastos del billete, la azafata, etc. Es decir, la gestión no costó 502.000 pesetas, sino 23.100 pesetas, y desde luego mi padre no obtuvo lucro alguno por su gestión. Lo hizo todo desinteresadamente en favor de un amigo y compañero que se lo había pedido.

—De hecho, las dos familias mantuvieron el contacto después de la adopción.

—Es que se hicieron amigos. Estuvieron nueve meses, que no es precisamente un suspiro, no te digo conviviendo pero sí con una relación intensa. Mi padre fue a Fort Benning solo, y Fernando Lezaeta [padre] fue con su esposa, y entablaron una relación de amistad incluso después de la vuelta a España y la adopción. Se siguieron enviando cartas durante años, y de hecho recuerdo que la felicitación de Navidad de los Lezaeta era la primera que nos llegaba a casa. 

—¿Volvieron a verse después de todo el proceso?

—Mi padre hizo un viaje a Chile cuando era ministro del Ejército no de Franco, como se ha dicho, sino del Rey, porque fue ministro en el segundo gobierno de Arias y en el primer gobierno de Suárez. Era una invitación del Gobierno chileno al español y el presidente Suárez designó al Ministro del Interior, Antonio Ibáñez Freire, y al del Ejército, que en ese momento era mi padre, y ahí sí tuvo contacto con los Lezaeta.

Sobre esto mismo, Luis Fernando ha llegado a decir que “el  último ministro del Ejército de Franco me vendió a un amigo de Pinochet”, pero ni mi padre le vendió a nadie, ni mi padre fue ministro de Franco, ni mucho menos supimos en casa si el padre adoptivo de Fernando era amigo de Pinochet. La verdad que no se nos ocurrió nunca otra cosa, porque entonces nadie lo conocía. 

Fernando Lezaeta, en una foto reciente.

Fernando Lezaeta, en una foto reciente. Cedida El Español

—¿Y usted? ¿Llegó a coincidir con los Lezaeta?

—De hecho estuve en Chile varias veces a principios de los años 80 y conocí a toda la familia Lezaeta. Cené con ellos una noche en la casa que tenían en el barrio de Providencia, que más o menos puede ser como la colonia del Viso aquí en Madrid, y el propio Fernando me llevó a dar un paseo en su coche nuevo esa noche, que se lo acababan de regalar sus padres.

Era muy aficionado a los automóviles, y esto creo que era un coche japonés pequeñito, un deportivo que estaba preparado e iba como un tiro. Se empeñó en darme un paseo y la verdad que pasé miedo, porque iba en plan rally. Me pasé cada cruce encogiendo los hombros y agachando la cabeza, pero la verdad es que conducía muy bien. Fui con un compañero que estoy seguro de que se acordará toda su vida del miedo que pasó. 

—¿Han vuelto a verse desde esa noche?

—No. Sí tuve noticias de cuando él vino a España, pero no me avisó.

—Entonces, si la relación entre las dos familias era tan buena a pesar de la distancia, ¿qué ha movido a Fernando Lezaeta a defender su versión de la historia?

—Ignoro sus razones para mentir como lo hace, pero sin duda están relacionadas con su intención de obtener alguna ventaja del Gobierno español como si hubiera sido raptado o vendido. Que yo sepa vino a España en el año 2011 por primera vez buscando, según sus propias palabras, obtener la nacionalidad española, averiguar la identidad de sus padres,  averiguar la verdad de los hechos y ser indemnizado en lo que le correspondiera. Lo único que ha conseguido es la nacionalidad española, que supongo le ha sido concedida como nacido en España. Creo que lo que busca es una compensación económica.

Félix Álvarez-Arenas, durante la entrevista con El Español.

Félix Álvarez-Arenas, durante la entrevista con El Español. Silvia P. Cabeza El Español

La identidad de los padres no es posible saberla, y estoy seguro de que la ha podido apreciar, sin duda, desde el primer momento, puesto que la verdad de los hechos está plenamente documentada. No puede pretender ignorar los documentos oficiales existentes. Realmente, creo que fue muy afortunado al resultar elegido entre otros para una adopción que le permitió una vida acomodada que, de otro modo, difícilmente hubiera obtenido como hijo abandonado de padres desconocidos. 

—Él dice que le eligieron por ser rubio y de ojos azules. 

—Mira, como anécdota. A mi padre le dieron la oportunidad de elegir él al niño y dijo que no estaba dispuesto a asumir la responsabilidad de beneficiar a uno en perjuicio de los demás. Eso me lo contó él a mí.

Luis Fernando no es un bebé robado. No puede creer la historia que cuenta, porque de hecho sus padres sólo le pudieron contar la verdad, no le pudieron contar otra cosa. Ya en España he podido comprobar la realidad de su abandono y adopción, máxime cuando ha tenido acceso al Registro Civil y al expediente de la Inclusa, lo que no menciona nunca, porque si lo hiciera destruiría su propia mentira. Él dice que no, pero dice muchas cosas que yo no me creo. 

—Este caso está en conocimiento de la Fiscalía. ¿Qué ocurrió?

—Es muy significativo eso. En el año 2011 la Fiscalía Provincial de Madrid instruyó a su instancia diligencias penales y acordó archivar por Decreto [13 de octubre de 2011] la denuncia por él presentada por presuntos delitos  de sustracción de menores y detención ilegal en uno de los casos de los llamados “niños robados” (las comillas son de la propia Fiscalía). Precisamente porque no aportó documento alguno que revelase que se había producido tal sustracción y, bien al contrario, había indicado que había sido entregado en  la Inclusa de Madrid y posteriormente dado en adopción. El 17 de mayo de 2012 aportó nueva documentación de la que no resultaba indicio alguno de ilícito penal y se ratificó el archivo mediante decreto [6 de julio de 2012].  

—¿Y durante ese proceso volvieron a hablar?

—¿Con él?

—Sí.

—No, no, no. Ni he hablado con él ni le he visto cuando ha venido a España. Él debería haber intentado hablar con nosotros. De todo esto que él dice nos hemos enterado por la prensa, como se dice vulgarmente. Nunca nos ha contactado.