Mari Vilar, la mujer a la que su empresa le da la espalda tras superar un cáncer de mama.

Mari Vilar, la mujer a la que su empresa le da la espalda tras superar un cáncer de mama. Cedida

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La lucha de María Vilar contra Eroski: pide volver a su trabajo tras superar un cáncer y no la dejan

A pesar de tener una incapacidad total permanente reconocida, asegura que Eroski puede reubicarla: "Me decían que no me preocupara por el trabajo".

12 marzo, 2023 02:07

El cáncer de mama que detectaron a Mari Vilar no es lo que ha hecho que esta trabajadora de Eroski en Vilanova de Arousa, Galicia, y con 24 años de experiencia a sus espaldas, haya perdido el miedo. En cambio, sí lo ha conseguido el trato que ha recibido por parte de su empresa una vez superada su enfermedad, que la tuvo casi tres años fuera de su puesto laboral debido a otras complicaciones médicas añadidas. "Esto lo hago por todas las mujeres que están en mí misma situación, que las hay y que no pueden levantar la voz", dice. No le faltan razones: la compañía para la que trabajó durante cinco lustros le ha confirmado que no existe un puesto en sus tiendas que se adecúe a sus necesidades.

A ella, del cáncer le queda una cirugía compleja y una experiencia que jamás llegó a imaginar: "Es cierto que no puedo hacer algunas cosas como empujar con fuerza con los brazos, o tirar, ni hacer movimientos repetitivos, pero conozco bien lo que se hace en una tienda y podría cubrir otros puestos sin problemas", afirma tajantemente la afectada tras haber comprobado que Eroski no procederá a su reubicación.

Vilar era una de esas miles de personas que se exponían cada día y tarde al Covid cuando todavía no se sabía apenas sobre el coronavirus, tan sólo que la población debía permanecer en casa excepto aquellos trabajadores y trabajadoras esenciales. El 14 de marzo se convirtió en una de ellas. Poco después, el 28 de mayo, le diagnosticaron un cáncer de mama. A pesar de su empeño por seguir trabajando para Eroski, la enfermedad le empezó a causar estragos. Una semana después, el 5 de junio, fue el último día que desempeñó sus funciones como responsable de lácteos para la compañía de supermercados.

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Tras el periodo de quimioterapia, el 5 de enero de 2021 entró al quirófano. Aunque el tumor estaba en el pecho izquierdo, su edad indicaba que lo mejor era intervenir los dos para reconstruirlos después. Unas semanas después comenzó la radioterapia y parecía que todo iba bien, hasta que se complicó la situación al estar dentro de un ensayo clínico contra el cáncer. "Tras muchas pruebas y algunos problemas médicos, en diciembre del año pasado me volvieron a intervenir con gran éxito, así que pensaba que pronto podría volver a mi trabajo", añade la propia Vilar, quien ahora tiene una incapacidad total permanente reconocida por el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS).

Sin apoyo del sindicato 

"Hace poco más de un mes fui a mi tienda y comenté que estaba lista para reincorporarme, pero nadie me decía nada", cuenta Vilar. Esa es la forma que tiene esta mujer de explicar el calvario en el que se ha visto envuelta hasta hace unos días, cuando la responsable de personal de Eroski le comunicó que no había ningún puesto que pudiera ocupar. "Yo llevo 24 años trabajando aquí y sé que eso es mentira. Por poner solo dos ejemplos: me puedo ocupar del inventario que hacemos todas las mañanas o de revisar las fechas de caducidad", desarrolla esta gallega de 43 años.

Una de las balas que Vilar gastó en su travesía fue la del sindicato al que estaba afiliada, mayoritario en la empresa, FETICO. "Me dijeron que lo iban a mirar y sigo esperando su respuesta, y eso que hay algunas preguntas que les hice hace dos años, cuando ya había empezado todo esto", apunta la afectada. La organización sindical, por su parte, no ha respondido a las reiteradas llamadas por parte de EL ESPAÑOL para recabar su versión de los hechos.

Desde Vegalsa-Eroski se limitan a confirmar a EL ESPAÑOL que procedieron a la suspensión temporal del contrato desde el momento en el que se completaron los días establecidos legalmente para una incapacidad de este tipo, de larga duración. Asimismo, agregan que la incapacidad de Vilar es revisable una vez hayan transcurrido dos años. "La compañía, en cumplimiento de la legislación vigente, mantiene su puesto de trabajo en el caso de que el INSS -tras el tiempo establecido- determine que la trabajadora puede reincorporarse", sostienen.

Mari Vilar, antigua trabajadora de Eroski.

Mari Vilar, antigua trabajadora de Eroski. Cedida

Por suerte, Vilar tiene encaminadas unas oposiciones del Servicio Gallego de Salud a las que se presentará este noviembre. "Yo sé que no voy a volver a Eroski, y ya ni ganas que tengo. Por eso no tengo miedo y puedo contar lo que han hecho conmigo, para que aprendan y no se lo hagan a más trabajadores", enfatiza. La pensión por incapacidad, además, tampoco le daría para vivir. Según relata, le ingresan el 55% de su sueldo, que no llegaba a 900 euros por una media jornada, y 28 euros por cada hijo, que en su caso son tres. "Con eso no tengo ni para el desayuno", apuntilla.

De lo legal a lo inmoral

Vilar también sabe que la empresa, con la ley en la mano, se puede desvincular de ella. "Eroski no está obligada a atenderme, se puede lavar las manos y aquí paz y después gloria, como ha hecho, el problema está en que eso no es lo que me decían", comenta al respecto. Sin ir más lejos, uno de los jefes de la compañía le llamó durante su baja para transmitirle ánimos frente al cáncer y decirle que se volcara en su familia, que el trabajo debería ser la última de sus preocupaciones, siempre a tenor de lo relatado por la afectada. Este superior, incluso, llegó a ponerle el ejemplo de otra compañera que había pasado por una situación similar y que sí había podido reincorporarse a su puesto de trabajo. 

Como ella misma ha indicado, nadie le decía nada tras comunicar su disposición para volver a trabajar en Eroski, hasta que hizo un escrito formal. Al poco tiempo, su móvil sonó: "Se identificó como Isabel Gallego, la jefa de personal, presuntamente, porque yo nunca le vi la cara ni me convocó a una reunión", subraya Vilar. Aquella llamada duró demasiado tiempo para lo que esta superior le tenía que transmitir. Tal y como lo relata la antigua trabajadora de Eroski, le decía que era muy joven todavía y que tenía que darse su tiempo. Vilar respondía: "Yo ya he tenido el tiempo necesario, ahora necesito volver a la rutina y eso pasa por trabajar en el mismo sitio en el que lo llevo haciendo desde que tengo 19 años, tal y como me recomendaron todos los especialistas médicos a los que vi".

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Ya se lo estaba oliendo, pero Vilar quiso comprobarlo. Le dijo claramente que su idea era volver a la tienda hasta que se pudiera dedicar a su vocación, la enfermería. "Me dijo que, dadas mis circunstancias, no había ningún puesto adaptado para mí, cuando yo sé perfectamente que eso no es así", explica ella misma. Ahora esta trabajadora ve con estupor cómo desde Eroski se solidarizan y apoyan campañas de la Asociación de Niños Oncológicos de Galicia o la Cruz Roja. También tiene palabras para ello: "No sólo a mí me dejan de lado y públicamente lavan su imagen así, sino que todas esas aportaciones que hacen a estas asociaciones que realizan una gran labor salen del cliente que dona parte de su dinero cuando va a pagar a la caja", defiende.

Levantar la voz tras perder el miedo

Vilar es consciente de que su situación le permite levantar la voz. Sin hipoteca que abonar, con su "minipaga" y el sueldo de su marido la familia podrá aguantar hasta que empiece a trabajar como enfermera. Por eso ha perdido el miedo, porque sabe que a muchas les ocurre algo similar cuando superan una enfermedad de estas características e intentan retornar a su puesto de trabajo. "Yo no tengo nada que perder, pero sé que estas cosas no salen a la luz por miedo a represalias laborales, así que por eso lo cuento. No busco venganza ni nada parecido porque sé que lo que han hecho es legal, pero serán los clientes de Eroski los que determinen si es ético y moral", concluye la antigua trabajadora de la mencionada compañía.