Los marroquíes disfrutan de su Selección en el Palacio de Té Al-Manara.

Los marroquíes disfrutan de su Selección en el Palacio de Té Al-Manara. Laura Mateo

Reportajes

En el barrio de Achraf en Getafe ondea la bandera de Marruecos: el "orgullo" de sus amigos

El lateral derecho de la selección marroquí nació en el Gregorio Marañón y luego se mudó aquí. "Es un tipo humilde, no tiene nada que ver con el lujo".

15 diciembre, 2022 03:07
Domingo Díaz Laura Mateo

La televisión muestra el acecho de Marruecos sobre la portería de Francia. Los leones del Atlas percuten por la derecha en busca del empate. En Getafe, llueve a cántaros y pocos se atreven a salir. Pese a ello, en el Palacio de Té Al-Manara, decenas de personas se han reunido para ver la semifinal del Mundial. Juega Marruecos, su país, sí, pero también un vecino y amigo de todos. "Hakimi", le nombra alguien cuando el balón acaba en córner.

El número 2 del conjunto africano se crió en el barrio de Las Margaritas, en Getafe. Por aquí le siguen viendo pasear. "Viene de vez en cuando", dice Fouad. "En este bar todos le conocen, es un chico muy humilde. No tiene nada que ver con el lujo ni nada de eso". No en vano, este compatriota de Achraf asegura que sigue viniendo, incluso, a esta tetería. "Viene aquí con su padre, también a la mezquita", apunta.

El vecino de Hakimi le señala como "el orgullo del barrio". Ha jugado los seis partidos que ha disputado este mundial y todos le han visto ilusionar al país de sus progenitores y sus amigos. Él tomó la decisión de participar con Marruecos en vez de con España en las competiciones internacionales hace un tiempo. Ahora, ha llevado a todo Marruecos por primera vez en su historia, y en la de los equipos africanos, hasta las semifinales de un Mundial de fútbol pasando por encima de España y Portugal.

Fouad durante la entrevista con EL ESPAÑOL.

Fouad durante la entrevista con EL ESPAÑOL. Laura Mateo

Antes del partido, todos confiaban en Achraf y el resto del equipo. Tan confiados estaban en Getafe que no quisieron hablar con los reporteros hasta que el partido finalizase. 

Vibrando con Achraf 

Son las 19 horas, falta una hora para el partido y las sillas ya están preparadas en este Palacio del Té. Unos cincuenta o sesenta asientos aguardan a los espectadores del Francia-Marruecos que se va a disputar. Es un partido histórico; la primera vez que llegan tan lejos en el deporte rey. La sala está llena por su país, pero también por Achraf. "Si jugase España, irían con España", dicen a la reportera.

Hakimi ha paseado en más de una ocasión por esta calle. Él aparece escuchando el himno en directo y sus compatriotas le acompañan cantando la letra. Todos al unísono.

Banderas rojas con la estrella de cinco puntas ondean en el bar. También hay otra con los colores horizontales azul, verde y amarillo. Bingo: la bandera de los bereberes.

Un aficionado ve el partido con la camiseta de Marruecos y la bandera bereber.

Un aficionado ve el partido con la camiseta de Marruecos y la bandera bereber. Laura Mateo

Mala suerte para el vecino de los aquí presentes. Marruecos planta defensa de cinco, pero Achraf tendrá enfrente a un buen amigo llamado Kilian que no le pondrá las cosas fáciles. Defender a Mbappé no es de los trabajos más agradecidos que hay ahora mismo en el fútbol.

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No ha llegado el cronómetro al minuto 10 cuando Francia se adelanta en el marcador. La defensa marroquí ha cometido un doble fallo. Primero Griezmann se ha zafado de su marca y ha entrado hasta la cocina. El balón le llega a Mbappé, pero Achraf está con su marca y evita el gol. El problema es que ahora la banda derecha está huérfana y Theo Hernández ha aprovechado para hacer el 1-0.

Entre distintas voces en árabe, se escucha a alguien comentar: "Fallo de la defensa". Nadie señala a su vecino, por supuesto, que estaba con su marca y no pudo hacer nada más para evitar el tanto. La decepción es mayúscula.

Sin embargo, los aficionados aquí congregados son inasequibles al desaliento. Empiezan a cantar para animar a los suyos. No hay quien les paré y será la banda de su querido amigo quien les traiga las mayores alegrías del partido. 

Achraf coge la pelota en velocidad y llega hasta la línea de cal. El balón toca en un jugador francés y el colegiado señala el saque de esquina. La mirada de los aficionados marroquíes en Getafe se enciende. Quieren el empate y pueden conseguirlo. La reanudación del juego hace que el balón vuele. Al Yamiq intenta un remate acrobático que pasa cerca de Hakimi y da en el poste. Casi. Alguno se vuelve a mirar al reportero con cara de lamentación y las manos en la cabeza; qué poco ha faltado.

El siguiente saque de esquina también pondrá los pelos de punta a los aficionados. Esta vez Hakimi salta demasiado solo y el portero se hace con el esférico. Poco más. Todos a descansar.

Youssef durante el descanso.

Youssef durante el descanso. Laura Mateo

La nación de Hakimi

Achraf Hakimi es el orgullo de sus compatriotas en Getafe. Aquí todos le conocen y le guardan un gran respeto. Tal es la estima que quienes mejor le conocen prefieren no hablar con los reporteros para no defraudarle. "Lo siento, es como familia casi y no quiero hacer nada sin su permiso", se disculpan ante los miembros de EL ESPAÑOL.

Todos se sienten y son marroquíes. El primero, Achraf. Nació en 1998 en el Gregorio Marañón. Su familia, por entonces, vivía en Puente de Vallecas. Su padre trabajaba en la venta ambulante de mercadillo. Al poco tiempo se mudaron al barrio de Las Margaritas. "Vive por aquí al lado. Cerca de donde estaba el campo de tierra del Getafe", dice Youssef. Él le ha visto jugar en el Real Madrid desde que era un niño y, ahora, en el PSG. También vibra viéndolo jugar en Marruecos.

Una imagen de Achraf Hakimi en las pantallas preparadas para la ocasión.

Una imagen de Achraf Hakimi en las pantallas preparadas para la ocasión. Laura Mateo

El pequeño Hakimi decidió optar por el país de sus padres hace tiempo. Probó en las categorías inferiores de España, pero le dijo a su padre que no volvería más. Después de aquello, el conjunto del león del Atlas sería su Selección nacional.

En las redes sociales se le ha criticado, al igual que a otros compañeros nacidos fuera de Marruecos, por no saber hablar árabe. Sin embargo, no es el caso de Hakimi, que simplemente erró en una respuesta ante un periodista. En este bar, de hecho, aunque se escuchan palabras en español, sobre todo cuando quieren que el reportero se entere de lo malo que es el árbitro, la mayoría habla en árabe.

Esto es fútbol

La segunda parte se reanuda en este bar. Se acabaron las palabras; la pelota rueda. La esperanza está puesta en la banda derecha de Achraf, por ahí entra todo el peligro marroquí. ¿Será capaz de hacer algún tanto o dar alguna asistencia? De momento, en este Mundial no ha marcado, pero sí ha puesto en bandeja un gol —sí, es cierto, marcó a lo Panenka, de penalti, para eliminar a España en la tanda de octavos de final, pero eso no cuenta en las estadísticas—.

Marruecos lo intentará en la segunda mitad. Todos vibran con el partido, pero unas veces Lloris y otras la mala puntería frustrarán las intenciones del equipo marroquí. Algunos vecinos hablan de Hakimi cuando sale en pantalla, pero no tiene mayor protagonismo.

Francia hace el segundo a escasos diez minutos del final. El sueño se ha terminado y muchos comienzan a abandonar este local. 

Muchos lo catalogan como fútbol. "Podía pasar, lo hemos disfrutado. Esto es fútbol", dice uno de los vecinos de Achraf a la salida del encuentro. Eso no impedirá que Hakimi siga siendo uno más en Las Margaritas, a pesar de que ahora viva en París. Aquí lo quieren tanto como su amigo Kilian, que después de ganarle le intermcabió su camiseta y le dijo lo que todos en este bar pensaban: "No estés triste, hermano. Todos están satisfechos con lo que conseguiste. Hiciste historia".

Un aficionado marroquí abandona el local tras la victoria de Francia.

Un aficionado marroquí abandona el local tras la victoria de Francia. Laura Mateo