Juan Herrera sigue trabajando en El Hormiguero actualmente.

Juan Herrera sigue trabajando en El Hormiguero actualmente.

Reportajes

La historia desconocida de Juan Herrera, creador de El Hormiguero con Pablo Motos: "Fue una proeza"

El creador español fue el artífice de Humor Amarillo, entre otros programas. "Hicimos el formato más rentable de la televisión".

26 noviembre, 2022 02:10
Domingo Díaz José Verdugo

El grupo de jerezanos se reúne en torno a una televisión para tratar de explicarle al nuevo integrante de la familia cómo se vive la navidad en Jerez, entre candelas y villancicos agitanados, en las tradicionales Zambombas. Por la puerta entra el rezagado y le preguntan a quién le tocó entrevistar esta vez. “A Juan Herrera, creador de El Hormiguero y Humor Amarillo”, contesta ante la mirada impasible del resto. “Pero además este hombre hace más cosas: tiene museos, crea espectáculos, es guionista, le ha hecho monólogos a Enrique San Francisco…”, prosigue sin lograr captar la atención. “Y, lo mejor: es letrista de Diego Carrasco, pero de canciones que ni os imagináis”, comenta, ahora sí, con todos ojipláticos.

—Venga ya. ¿En serio? —contesta uno de ellos.

—Te lo prometo. Además, de letras como la de ‘El Chatarrero’...

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No termina la frase cuando el que lanzó la pregunta casi derrama su bebida del asombro. “Pero si esa es de las más conocidas…”. El recién llegado le responde que también le pertenece la que dice: “Para torear, igual que para amar, hay que parar, templar y mandar”.

Juan Herrera nació en un pueblecito de Toledo hace 68 años, pero encontró su sitio en Jerez de la Frontera. “Yo culturalmente soy andaluz”, cuenta en conversación con EL ESPAÑOL. Sus dos pasiones son el flamenco y el toreo, por ese orden. Y piensa que en la vida, para cantar, torear o crear es necesario meter la pierna. “Tía Anica la Piriñaca lo decía: si a ti no te pasa nada, ¿por qué cantas? Ella decía que cuando cantaba de verdad la boca le sabía a sangre”.

Juan Herrera durante la entrevista.

Juan Herrera durante la entrevista. José Verdugo

Esa es la forma de vivir de un bohemio que vive a caballo entre sus dos pasiones: en Madrid —mirando a Las Ventas— y en el barrio de Santiago de Jerez. Él no quiere que le reconozcan todo lo que ha hecho, que ha sido mucho. “Para mí el premio es poder andar tranquilo por la calle Larga saludando a mis vecinas o meterme en el metro sin que me reconozcan”. Todo eso después de haber hecho dos de los programas televisivos más importantes de España, como son El Hormiguero y Humor Amarillo (“el más rentable de toda la televisión”, apunta). Ustedes le han podido incluso ver alguna vez en el programa que dirige Pablo Motos.

—Juan, usted compara la vida con el ajedrez y el billar americano. ¿Quién es usted en el tablero?

—Soy un peón de lujo, pero peón. Y siempre he querido serlo. Nunca he ambicionado salir, al revés. La vida humana es irrepetible. Yo quiero que mi vida sea interesante. Interesante para mí, no para los que me miran. Y si el mundo no me observa a mí, sino que yo observo al mundo, mi libertad es mayor. En el momento en que vendo mi vida, mi vida pierde sentido, porque estoy observado. Y no tendría los privilegios que tengo ahora. Yo me meto en el Metro, me voy al mercado, me muevo, no me conoce nadie… Eso no tiene precio. Yo observo la vida, y la vida no me observa a mí. Para un creador eso es fundamental. Si a ti no te interesa crear, sino que eres un narcisista, eso es lo que te mola a ti. A mí me interesa que yo esté calentito, que mi corazón esté calentito y me emocione, que lo que haga me emocione.

El Hormiguero

La vida de Juan Herrera es irrepetible. Él se siente un eterno estudiante (de ingeniería aeronáutica) y hace prácticamente de todo: pinta, dibuja, escribe y, en definitiva, crea. Recibe a EL ESPAÑOL en su casa y responde a esta entrevista — “Esto no es una entrevista, yo contigo estoy conversando”, dice— delante de un poema que Rafael Alberti le escribió a mano y una chaquetilla de torero que hizo con cápsulas de café que no se pueden reciclar.

Durante sus 30 años de profesión, ha pasado por todos los planos. En radio: Jack el Despertador, el primer 'morning show' de humor de la radio española, La radio de Julia o No somos nadie. En teatro: 5Hombres.com, 5Mujeres.com y La vida según San Francisco. En televisión tiene sus referencias más conocidas: El Club de la Comedia, Humor Amarillo y El Hormiguero, donde continúa trabajando en la actualidad, entre otros.

“Mi mundo es la radio, porque me permite crear todo lo que yo quiero”, reconoce Juan. “La tele se cruzó en mi camino sin buscarlo. Habían comprado unas cintas que eran Humor Amarillo. Valerio me llamó, que yo no lo conocía, yo estaba haciendo Jack El Despertador, y nos dijo que había probado con Elvira Lindo, con los de Cruz y Raya, y no le funcionaban…”.

La oportunidad se le apareció y no la desaprovechó. “Miguel Ángel Coll, hijo de José Luis Coll, y yo buscamos una estructura para sacarle partido a aquello”. El resto es historia de toda una generación en España. “Es el programa más rentable de la historia de la televisión. Hacíamos un 30% de share y el producto era casi casero. Bueno, no, lo siguiente… Éramos dos personas, nos pagaban muy poco… Aquello era un pelotazo”.

Tras hacer Humor Amarillo, Juan se marchó a Italia. “Hacía el programa que hace aquí Wyoming”.

Tras su paso por Italia volvió a España. Regresó a la radio y ahí conoció a Pablo Motos. El productor le propuso varias ideas. La primera un Stand Up Comedy que acabaría cristalizando en El Club de la Comedia. No obstante, Herrera le advirtió que él no era de esa “ganadería”. “A mí la cultura americana no me interesa, a mí me interesa la Europea. Yo soy de El Brujo, de Gila”.

Todo continuó hasta que, estando en la Ser, Motos le comentó la idea de El Hormiguero. Ahí comenzaron juntos a trabajar en el formato. Decidió poner en práctica lo que venía trabajando con Pepa, su mujer, un pilar fundamental para él, en Canal 7: los muñecos. “Siempre capta la atención del ser humano. Capta la atención de los niños, pero también de los mayores. Aunque sepas dónde está el ventrílocuo, interactúas con el muñeco. Sabíamos que ese tenía que ser el centro”.

La idea que estaban tratando de poner en marcha Juan y Pepa en Canal 7 era más modesta: alcanzar algo similar a lo de Gomaespuma. “Si tienes la atención de los niños, tienes la atención de los adultos”, dice. “Entonces, se nos ocurrió la idea de las hormigas, que vienen a decir que no somos nadie”.

El resto lo hizo Pablo Motos. “Fue una proeza de él. Vender aquella idea en aquel momento era imposible. Ahora sería relativamente fácil, pero antaño… Nosotros teníamos una bala de plata: que Cuatro necesitaba un producto diferencial. Si hubiéramos tardado tres meses más, quizás no nos habrían comprado el formato”. Herrera tiene claro que para Pablo “la tele siempre fue su pasión”.

Actualmente, sigue trabajando en El Hormiguero. Asegura que trabaja los 365 días del año. “Hoy he ido a locutar una pieza”, comenta. Su voz en off, seguramente, le suene de algunos experimentos en vídeo.

Conociendo al creador

Juan Herrera es un hombre que tiene duende, que dirían en Jerez de la Frontera. No es de los que van siguiendo la corriente. Ni siquiera es de los que van a contracorriente. Es de los que se sienta en la ribera del río para ver el agua correr y luego intentar contarlo, sin afán alguno de modificar el surco.

Juan Herrera, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.

Juan Herrera, durante la entrevista con EL ESPAÑOL. José Verdugo

—Dice usted que detesta a los periodistas. ¿Por qué?

—Claro, porque el periodista hace ficción y no lo dice. Dicen que ellos informan de lo que pasa. El problema es el concepto 'lo que pasa'. Quién segmenta lo que pasa? Qué parte te cuentan? Los árboles tienen raíces. Por tanto, una noticia, si yo aíslo de la raíz, manipulo fácilmente. No sé dónde está anclada esa realidad. El periodista debe reconocer que hace ficción. Si pretendes vender que es realidad, cuando haces ficción, no porque te la inventes, isno porque cuentas lo que te interesa. Pero si la persona no sabe dónde está la raíz de aquello, esto puede tener la ráiz que quieras.

—¿Qué le inspira?

—La vida; es fascinante, es una maravilla. Vosotros, en Jerez, no lo sabéis, pero tenéis dos animales en extinción en el mundo. Los niños de Jerez, el primero, son asombrosos. Hablan divinamente, un castellano precioso, te miran a los ojos, te contestan, tienen sentido del humor, cantan, mejor o peor, pero casi todos cantan, casi todos bailan, mejor o peor, pero casi todos bailan… Eso no tiene precio. Los niños de ciudad están tristes y los tienes que divertir tú. Están aislados. En Jerez todo se hace socialmente. Conviven. La zambomba, la Semana Santa… Allí juegan a ‘Los Santos’. Imitan a las figuras... Eso es maravilloso. El segundo son los ancianos de Jerez. Cómo bailan esas mujeres de mi peña flamenca Tío José de Paula. Esa ternura, esa feminidad, esa inteligencia… ¿Eso dónde lo encuentras?

—¿Tiene usted maestros?

—Toda mi vida los he ido buscando. Busco gente que me sirva de juego. Si yo juego contra McEnroe… A mí no me interesa jugar contra uno al que gano. Empleé 10 años en conocer a Tonino Guerra, que ha sido el guionista más importante de Europa. Mi maestro español, Pedro Beltrán, al nivel de Azcona o incluso mejor, pero al que la gente no conoce porque era un bohemio. Era un genio del guión y de la vida. Mi maestro actual es Daniele Finzi Pasca. Este tío es uno de los creativos más importantes a nivel mundial. Delante mía lo ha llamado Vladimir Putin para que haga la apertura y los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi.

—Finzi Pasca, los Coll... ¿Cómo se llega a gente de ese nivel? Alberti, por ejemplo, ¿cómo le dio el poema que tiene detrás?

—Yo, como enamorado de la cultura española, cuando se produjo la Transición, consideraba un deber conocer a los exiliados que venían de fuera, porque representan lo que me une a la tradición española antes de la guerra. A José Bergamín también lo conocí. Alberti era un hombre muy gracioso. Estábamos en un cóctel y hablaba con él. Entonces me dijo que quería comer de aquellas gambas, pero le daba vergüenza. Le digo: no te preocupes. Se lo traje, y me regaló este poema que escribió con sus propias manos. Lo hizo al momento. Está arrancado, lo ves…

Toreo y vida

Juan Herrera quiere vivirlo todo con instensidad. Asegura que aún no ha perdido la capacidad de asombro. Insiste en que le gusta la gente con intensidad, con vitalidad. "La gente que mete la pierna". Para verlo sólo hace falta hablar con él de uno de sus referentes: Joselito 'El Gallo'.

"Es uno de los hombres más importantes del siglo XX. Ese tío viene a debutar a Madrid con 16 años como novillero y pide ver la corrida. Eso no lo hace nadie, los toreros no quieren ver los toros. Cuando ve la novillada pregunta si esto es lo que él va a torear en Madrid. Y le dicen: ¿no te gusta? Bueno, pero yo soy Joselito ‘El Gallo’, yo quiero una corrida con toros de cinco hierbas", cuenta Herrera.

Juan Herrera, en su casa, mostrando el poema que le regaló Alberti.

Juan Herrera, en su casa, mostrando el poema que le regaló Alberti. José Verdugo

Elevando el tono ante la bravura demostrada por el torero, prosigue. "Un novillero pidiendo cinqueños para presentarse en Madrid porque él era Joselito ‘El Gallo’. Ese era el nivel de ética en Andalucía antes de la guerra. Esa Andalucía ha muerto. Los toreros andaluces ahora no piden toros de cinco hierbas; aquel cabrón sí. Ese gitano era un atleta y crea la idea de plaza Monumental. La plaza de Madrid está hecha con la idea de Joselito el Gallo. Él construye la plaza Monumental de Sevilla, que los señoritos destruyen porque los maestrantes no pueden permitir que una obra de un gitano sea mejor. Aún queda un trozo, pero se destruyó. Es el primer torero de la historia del toreo que lleva una cuadrilla especializada para cada tipo de toro. Por eso, cuando veo hablar de Morante… Pero qué me dices, si tú no llegas ni a Belmonte. ¿Qué me estás contando? Tú eres un imitador malo. ¿Cómo empatas con Joselito el Gallo?", reprende.

La crítica a Morante viene de antes. "Un torero de verdad no le permite torear como él lo hace". No lo hace sólo con él. Juan asegura que metería en la cárcel al 90% de los toreros de hoy en día por falta de ética, por torturar a un animal indefenso. "Torean sofás disfrazados de toro", dice durante la entrevista, en la que apunta que serán los propios taurinos los que se carguen la fiesta nacional "por desconocimiento". "A la corrida no se puede ir a beber, fumar o tocarle el culo a la novia. Esto está por encima".

"El toreo es un rito ilustrado. Se hace para poner por primera vez al hombre en el centro y eliminar a Dios de la ecuación. Además, la plaza está construida para que al torero no se le vea la cara cuando sale por la puerta, porque el sol le queda a la espalda. Es un andrógeno, no es ni un hombre ni una mujer. Es la vida venciendo a la muerte. Y es el primer lugar donde se votó, donde el público lleva un pañuelo y decide. Esto hay que explicárselo a la izquierda analfabeta. Que haya que explicarles que fue la izquierda, los liberales, la que hizo el rito... Somos un país que ha dado a Lorca, a Machado...", dice Herrera, que piensa que el engaño a los españoles con su cultura "es infinito".

Como reflexión sobre el mundo del toro, culmina: "No se debe cantar en balde. No se puede torear en balde. Para exigirle ética al torero, tengo que tener la casa muy limpia. Si no, no lo sientes. Y eres cómplice de una tortura".

El humor

Las influencias de Herrera son extensas, pero eso no quita que su profesión principal haya sido el humor. Él distingue el humor de la risa, sin que lo primero tenga que ser bueno y lo segundo malo.

—¿Sin sentimientos no puedes crear?

—Yo no escribo humor para reír. La risa es la espuma de la cerveza. Yo, con este cuerpo humano que tengo, me pongo unas mallas, me agacho, se me rompen, se me ven los pelos del culo y todos se ríen. El humor es otra cosa. Porque el humor no va a las tripas, va a la cabeza. Se trata de que tu cabeza le haga cosquillitas a la cabeza del que te escucha. Que de repente… Yo siempre digo que el humor, la estructura con la que están construidos los chistes del club de la comedia es proposición, reflexión, carajada. En esa reflexión tiene que haber un hallazgo, algo que te haga cosquillitas.

La proposición es fácil. Una jirafa y un mariachi entran en un ascensor. A ver qué hago en el paso intermedio para que el remate sorprenda. Con un remate tengo un chiste. Si tengo un empiece, no lo tengo. El juego del humor está en cómo miras la vida para darle una vueltecita, para encontrar el ángulo que no es evidente.

Si tú no te das cuenta de que esa es la diferencia. En eso es donde reside el problema del humor de consumo. En vez de preocuparte de que el público que te está viendo salga más inteligente, utilizas el poder del escenario para generar el método a través de una cadencia rítmica porque va a un sitio donde ha pagado por reírse. Pero eso es trampa. Vas a ver al Comandante Lara, al que admiro muchísimo. Hace chistes buenísimos, pero alguno no lo es. Cuenta 600 chistes en 20 minutos. Entonces se genera un clima y sobre eso funciona. Eso no es humor. Eso es risa, que está muy bien. No es negativo. Es una cosa cojonuda, pero el humor es otra cosa. Son Gila o Tonino Guerra con el poema de las mariposas y el hambre. En vez de escribir un tocho, te hace el monólogo maravilloso de: ¿Es el enemigo?

Entonces, Gila, que ha sido fusilado, en vez de meter el odio, te lleva a un terreno que lo hace universal. Está jugando con los elementos de ridículo que hay en esa cosa tan seria que es la guerra. Por eso te digo que la realidad es el punto de partida. Lo que le da a Gila la posibilidad de hacer eso es que ha puesto la pierna. Que ha vivido poniendo la pierna.

La habitación en la que trabaja Juan está lleno de libros y referencias.

La habitación en la que trabaja Juan está lleno de libros y referencias. José Verdugo

—¿Piensas que la risa tiene más público que el humor?

—Pongamos un tiempo presente: Luis Piedrahita y El Monaguillo, que son dos grandes amigos míos. En una sala cualquiera de España, si sale primero el Monaguillo y luego Luis, Luis Pierde. Porque El Monaguillo hace un humor físico. Y en Luis siempre hay un elemento poético, de reflexión. Si es al revés, el monaguillo fracasa. Esto en palabras de Gila, porque he trabajado 19 años con su hijo y su casa era la mía. El humor debe tener Augustos y Carablancas. El que vaya primero, gana. El público va dirigido por el cómico. Si metes sensibilidad y luego metes sal gorda, fracasa lo segundo. Y al revés.

—¿Cuáles son sus humoristas favoritos contemporáneos?

—Yo soy rendido admirador de Luis Piedrahita y de Vaquero. Son los dos individuos que más admiro. También Álex Clavero, de El Hormiguero, es un talento vivo. Y al Comandante Lara le tengo mucho cariño, porque representa una forma de vivir que yo adoro. Pero no lo metería como humorista, sino como cómico, un gran cómico. Pero él es así, eso no es mejor ni peor, él es sincero. La Moderna, esa forma de liarla allí que ahí muero yo y me encanta. Pero yo soy fan de los dos personajes estos. Vaquero he tenido yo la suerte de trabajar 7 años con él y ver cómo inventa, qué original es, su rapidez… Es una máquina.

Jerez y el flamenco

Juan Herrera tiene hasta un perro jerezano. La ciudad de los gitanos aguarda un duende que encandila al creador desde que le contaron que debía conocer a Tío Borrico porque le gustaba el jazz. "Lo que me encantó de Jerez es la forma en la que el flamenco modela la vida sutilmente. Mis vecinas hablan por soleá y no lo saben. Soleá por bulería. Ellos creen que están hablando y no lo saben porque está tan metido en la gente que no se nota. Cuando la gente pide escuchar flamenco… Claro, es que no hay, es que está en la vida. Cualquiera sabe dar soniquete".

Juan lo pone sobre relieve. Está en contra de que este último párrafo sea reproducido, por si a los lectores se les ocurre acabar yendo a Jerez a verlo. "Hace poco hice el Río de la Bulería, para la Fiesta de la Bulería. Lo hice junto a Diego Carrasco, Curro Carrasco, Maloko, Juan Grande… Toda la tropa de mi barrio. Yo filmé unos vídeos maravillosos. A Tomasito le hice un disfraz de marinero, con un cochecito con lucecitas, iba a la caída de la tarde… En ese contexto, en el mundo de mi barrio, de Jerez… Cuando enseñé los vídeos aquí en Madrid, todos pensaban que me había llevado, como mínimo, un mes. Yo les dije: lo he hecho en dos días. ¿Con los niños? A la primera, no tuve que repetir. No eran genios, es gente que juega en la calle. ¿Dónde encuentras eso? En ningún sitio… Esto no lo pongas, eh, que a ver si aquello se nos va a llenar de gente. Eso es un sitio que hay que tomárselo muy en serio. A mí me alucina. Yo voy a las peluquerías a escuchar. No me corto el pelo. Porque no se puede ser más ocurrentes, más ingeniosos, más elegantes, para contar cualquier cosa… Es un sitio increíble. Yo he tenido la enorme suerte de encontrar mi sitio en el mundo: Jerez".