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La desgracia de Silvia, la profe de inglés muerta en la UCI tras una operación estética: "Era un amor"

La joven, de 34 años, empezó a sentir dolor, vómitos y mareos 24 horas después de someterese la cirujía. Tres meses después, ha fallecido. 

1 agosto, 2022 01:54
David Palomo Jaime Susanna

“Era una chica de una vitalidad contagiosa, con mucha alegría de vivir. La verdad, era un amor de mujer: buena, inocente…”, su familia, en conversación con EL ESPAÑOL, se desvive al contar todas las virtudes que atesoraba Silvia Idalia Serrano. Ella, la profesora de inglés de Palma, la joven de 34 años con todo por delante, no ha tenido suerte. El pasado 29 de abril, entraba en la Clínica VOT de Madrid, uno de los centros donde CEME realiza operaciones de cirugía estética, para hacerse una reducción de pecho, una liposucción y una transferencia de glúteos. Poco después, entraba en la UCI muy grave por una infección derivada de la intervención en el quirófano. En la madrugada de este 31 de julio, fallecía después de tres meses luchando por salir adelante.

La cronología del caso y sus consecuencias ya están en fase de instrucción en el Juzgado número 46 de Madrid. Hay imputadas dos personas físicas y a la clínica CEME, donde se operó Silvia. Se denuncia a los autores del presunto delito por lesiones por imprudencia derivada de presuntas negligencias médicas ocurridas entre finales de abril y principios de mayo.

En concreto, los dos médicos imputados son José Manuel Arévalo, cirujano que la operó, y la doctora Aniladiv Albo, que fue una de las personas que la atendió en los días posteriores, cuando Silvia acudió hasta tres veces a Urgencias para quejarse por los dolores y el malestar que tenía desde la operación. Ambos pertenecen a la clínica CEME y no se descarta que lleguen más imputaciones por este caso. 

Fallece Silvia Idalia tras una operación estética

La operación

Silvia, pocos días después de la operación, concretamente el miércoles 4, acudió a la consulta de Urgencia con dolores, vómitos, desmayos, mareos y fiebre, pero le dijeron que no había motivos para que se preocupase. “En la primera visita no le hicieron ninguna prueba ni nada”, han explicado los familiares en conversación con EL ESPAÑOL. En la segunda visita, Silvia fue atendida por la doctora Albo y el cirujano Arévalo, pero esta vez sí le hicieron unos análisis que, a ojos de los médicos, no reflejaron nada grave. ¿Conclusión? Volvió a casa.

Silvia Idalia Serrano junto a su pareja, Daniel Puyato.

Silvia Idalia Serrano junto a su pareja, Daniel Puyato. Cedida

[Silvia y las más de 30 afectadas tras operarse en la clínica CEME: "Tengo pecho de milagro"]

Pero, finalmente, el 6 de mayo, Silvia acudió por tercera vez a la consulta de Albo, donde le hicieron un electrocardiograma que hizo saltar las alarmas. La joven de 34 años salió de la consulta en ambulancia directa hacia la unidad de cuidados intensivos del Hospital de la Paz, donde ha permanecido hasta ahora.

En estos tres meses, Silvia se ha sometido a varias intervenciones para quitar el tejido necrosado, fruto de la infección. La mujer tenía un tercio de su cuerpo "en carne viva" -según reconoció su pareja-, fruto de esas operaciones que le han ido realizando para tratar de salvarla.

Los imputados

El doctor José Manuel Arévalo está imputado como director médico de la clínica y por ser la persona que la operó. El médico ya fue condenado en el año 2011 por la Audiencia Provincial de Madrid. Entonces, tuvo que pagar 78.085 euros de indemnización por los daños que le causó a una paciente tras hacerle una liposucción en su propia clínica, el Centro de Estética Manzana 14 de Getafe.

Aquel caso se remonta a 2005, cuando una paciente acudió a la consulta para mejorar su perfil glúteo mediante la colocación de una prótesis y una liposucción complementaria. Ambos retoques se iban a hacer en una misma operación. Pero la liposucción, que fue llevada por el doctor el 22 de febrero de 2005, tuvo un resultado desfavorable, originando escaras en ambos glúteos que evolucionaron a peor.

La segunda operación, la gluteoplastia, ni siquiera llegó a realizarse, porque la afectada tuvo que ser intervenida el 1 de abril de ese año con anestesia local para limpiar las heridas y saturarlas con 40 puntos. Diez días después, el médico de cabecera le dijo a la joven que las heridas eran escaras infectadas y tendría que someterse a curas diarias en su centro de salud. La liposucción generó en esta paciente una deformidad, cicatrices en ambos glúteos, pérdida de sensibilidad y pérdida de sustancia, además de causarle dolor y secuelas psicológicas.

Silvia Idalia, en una fotografía difundida por su familia.

Silvia Idalia, en una fotografía difundida por su familia. Cedida

La sentencia concluía que había existido “mala praxis tanto en el inicio y planteamiento de la operación estética como en el seguimiento posoperatorio y con un fin desproporcionado en comparación con lo que perseguía la operación.

La doctora Aniladiv Albo, natural de la ciudad de Trinidad (Cuba) y licenciada en el Instituto Superior de Ciencias Médicas Villa Clara, está imputada por ser la persona que vio a Silvia después de la operación, sin tomar medidas en Urgencias la segunda vez que acudió la joven de 34 años al centro médico desesperada.

Y, por último, la clínica CEME está imputada por ser el lugar donde se sometió la intervención de cirugía estética. Todos ellos están imputados por un delito de lesiones por imprudencia. “Es un asunto de mala praxis médica, claramente. No sólo por el resultado, que es horroroso, sino por el abandono de la paciente una vez operada que han tenido en este centro médico”, explica Francesc Jufresa, abogado en este tipo de negligencias, a EL ESPAÑOL.

Sus tres meses en la UCI

Silvia, de origen estadounidense, se instaló en Palma primero y después viajó a Madrid para operarse y trabajar. En la capital daba clases particulares de inglés hasta que decidió operarse en la clínica CEME. Al día siguiente de la intervención, recibió el alta y nada hacía presagiar que hubiera salido mal.

Sin embargo, 24 horas después, Silvia empezó con dolores, fiebre, mareos, vómitos y desmayos. Por eso, acudió al hospital de urgencia de la clínica junto a su pareja, Daniel Poyato. Fue ingresada bajo un coma inducido y con pronóstico crítico después de acudir tres veces a Urgencias. Los médicos calificaron en aquel momento su hipotética supervivencia de “milagro”.

En un primer momento, se mantuvo estable dentro de la gravedad, pero con un fallo multiorgánico y con sus órganos vitales conectados a máquinas, además de estar intubada y sometida a cirugías de limpieza. Hasta que en la madrugada del 30 al 31 de julio ha fallecido.