Mithu Sheik, frutero de Bangladés, muestra sus productos en su frutería del barrio de Quintana (Madrid).

Mithu Sheik, frutero de Bangladés, muestra sus productos en su frutería del barrio de Quintana (Madrid). N. A.

Reportajes

Toda la verdad sobre la fruta de los inmigrantes: de dónde viene y por qué es de las mejores

La mayoría de los fruteros inmigrantes compra su género en Mercamadrid, que somete a sus productos a "exhaustivos" controles de calidad.

15 mayo, 2022 02:31

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Es muy común que los consumidores frecuenten las fruterías de barrio regentadas por inmigrantes para comprar sus frutas y verduras. Cada vez hay más y, por ejemplo, en algunos barrios de Madrid u otras grandes ciudades españolas, los compradores pueden encontrar una cada pocos metros. Estos negocios están dirigidos por personas procedentes de muchos países, desde Marruecos hasta China, pasando por Bangladés, y todos ofrecen al cliente una experiencia de compra similar: se venden productos “muy frescos” a unos precios competitivos.

El auge de este tipo de fruterías por toda la geografía española es evidente y sólo debe darse una pequeña vuelta por su municipio para hallar alguna frutería dirigida por un profesional migrante. Un ejemplo es la frutería que dirige Mithu Sheik (Bangladés, 1994), encargado de Dali Frutas y Verduras. “La frutería es un negocio relativamente fácil. Exige sacrificio por los horarios, pero se puede llevar bien”, explica a EL ESPAÑOL este frutero en la puerta de su negocio, situado en el barrio de Quintana, al este de la capital.

Él, que trabaja para una cadena de 10 fruterías situadas en otros barrios como Vallecas, por ejemplo, explica que sus frutas y verduras las compran “cada día en Mercamadrid”. O mejor dicho, cada madrugada. Es el jefe del frutero Mithu quien se levanta a las 3 de la madrugada para acudir a la mayor plataforma de distribución, comercialización, transformación y logística de alimentos frescos de España para comprar sus productos. Los trasladan “en camiones” para que los clientes puedan acceder a ellos a diario.

Mithu Sheik posa con una sandía en su frutería.

Mithu Sheik posa con una sandía en su frutería. N. A.

Que los fruteros migrantes compren su género en Mercamadrid es más una regla que una excepción. “La mayoría de los fruteros inmigrantes compran los productos ahí porque hay 118 empresas mayoristas que venden sus frutas y verduras, lo que provoca que haya competencia para comprarlas a los mejores precios”, explica a este diario Andrés Suárez, directivo de la Asociación de Empresarios Mayoristas del Mercado Central de Frutas de Madrid (Asomafrut). Es decir, los fruteros inmigrantes acuden a Mercamadrid porque es donde, por regla general, conseguirán las mejores compras gracias a esa suerte de guerra de precios.

Así lo ha podido comprobar este medio al recorrer una decena de fruterías regentadas por inmigrantes en toda la Comunidad de Madrid. En todas ellas –salvo en Don Fruta, que tiene sus propios proveedores–, los migrantes se abastecen de los productos frescos de Mercamadrid. Eso demuestra que es “residual”, como sostiene Suárez, el número de fruteros de inmigrantes que acuden a proveedores fuera de Mercamadrid. O lo que es lo mismo, el tomate que pueda comprar en cualquiera de las más de 2.000 fruterías regentadas por inmigrantes en Madrid es el mismo que el de las fruterías tradicionales españolas. El mismo que está sometido a los “exhaustivos” controles de calidad de Mercamadrid.

La mayoría de fruterías compran la fruta en Mercamadrid. En la imagen, la frutería de la cadena Don Fruta, una de las excepciones.

La mayoría de fruterías compran la fruta en Mercamadrid. En la imagen, la frutería de la cadena Don Fruta, una de las excepciones. N. A.

Bajo los controles de calidad

“Ten en cuenta que en Mercamadrid hay un equipo de veterinarios que controla cada día la calidad de los productos. Someten a los productos a análisis de trazabilidad. A ver de dónde importen y hacia dónde, etc.”, sostiene Suárez, el profesional que explica que la mayoría de los migrantes compran su fruta en este vasto mercado mayorista madrileño. “Los que no compran ahí la fruta lo hacen por razones logísticas, es decir, porque a lo mejor les pilla lejos ir a Mercamadrid y prefieren ir a otros almacenes”, arguye.

Éste, de hecho, no sería el caso de Rachid Hajaj (Marruecos, 1990), dueño y socio de la cadena de frutería Los Primos. Esta cadena abrió en 2005 en Móstoles (Madrid) y actualmente cuenta con 30 tiendas, todas abastecidas con la fruta bien controlada de Mercamadrid. De hecho, la trayectoria de Hajaj y su equipo le han llevado a ser también mayorista en Mercamadrid y, como el resto de compañeros del sector, acuden “a las subastas de las frutas de temporada en Murcia, Almería, Gerona, donde proceda, a comprar los productos más frescos que están sometidos a todos los controles”, esgrime.

–Como mayorista, ¿qué piensa de la calidad de las frutas de los supermercados?

–Depende. Hay frutas de calidad y otras que no. Por ejemplo, si hoy cargo la fruta en origen, pasando por la plataforma, mañana podrá estar a disposición del consumidor en una frutería. Es muy fresca. En los supermercados no funciona así porque ellos buscan frutas con otras calidades, es decir, buscan frutas y hortalizas de calidades que aguanten más en cámaras, pero estas frutas son las que suelen tener menos sabor. A mayor calidad de aguante, menor calidad del sabor.

Rachid Hajaj, dueño y socio de la cadena de frutería Los Primos y mayorista en Mercamadrid.

Rachid Hajaj, dueño y socio de la cadena de frutería Los Primos y mayorista en Mercamadrid. Cedida

Pero no sólo esto es lo que subyace en la realidad de las frutas que se venden en supermercados. Otras fuentes de Asomafrut aseguran a EL ESPAÑOL que las diferencias entre las frutas, verduras y hortalizas que venden están en la “estandarización de las frutas que venden y en las especialización de los fruteros”. “Digamos que los supermercados buscan una estandarización de la fruta para asegurarse, por un lado, que no haya roturas en el volumen de stock frente a la especialización de pequeños comerciantes, que aseguran mayor variedad de frutas y de diferentes calidades”, cuentan estas fuentes.

En otras palabras, en la frutería, ya sea regentada por un inmigrante o no, el consumidor puede encontrar una naranja como la del súper o una de mayor calidad. En los supermercados sólo la estándar. “Los supermercados quieren productos bonitos y con buena presencia. En las fruterías, hay frutas más feas, pero son más sabrosas y, además, está presente la labor de recomendación de los fruteros, que conocen el producto”, desgrana otra persona.

Por eso, quizá, el tomate o la manzana de las fruterías sabe más y mejor que los de los supermercados. No cumplir el “estándar” hace al vegetal más real. “Te pongo un ejemplo: un mayorista me contaba que tenía 100 cajas de unas cerezas buenísimas, de temporada, pero sólo se las puede vender a fruterías, porque un supermercado demandaría 5.000 cajas. Y el mayorista tiene las que tiene, porque son las que ha producido la naturaleza”, concluye la fuente.

Una frutería de barrio regentada por migrantes.

Una frutería de barrio regentada por migrantes. N. A.

Fruteros migrantes en auge

Sea como fuere, la realidad también se traduce en que, de un tiempo a esta parte, las fruterías tradicionales españolas están dando paso a las fruterías propiedad de inmigrantes. Su género, como se ha explicado, es el mismo y está bajo el sello de calidad de Mercamadrid. Pero, ¿por qué los fruteros españoles están dando paso a los migrantes? Son varias causas las que explican este fenómeno que ha hecho que se cuenten por miles este tipo de tiendas en la Comunidad de Madrid.

“Ocurre que, al final, el negocio de la fruta es una actividad que ya puede conocer el migrante. Puede ser que ya se haya dedicado a esto en su país y tenga nociones. En este sentido, es más fácil que abra un negocio de esto en España y que lo pueda llevar bien”, explica Andrés Suárez, de Asomafrut.

A este medio se lo termina de confirmar Amal (Marruecos, 1973), un frutero que lleva ya más de 20 años en España y que tiene su pequeña frutería en Boadilla del Monte, un municipio al oeste de Madrid. “Yo trabajaba como frutero, por ello, al venir a España decidí seguir con mi profesión. Así que abrí mi negocio en colaboración con mi socio Abdul, que también es marroquí”, explica el frutero.

Amal, un frutero marroquí, sostiene una caja de manzanas en su frutería de barrio.

Amal, un frutero marroquí, sostiene una caja de manzanas en su frutería de barrio. N. A.

Tanto Amal como Mithu, el frutero de Bangladés, de hecho, ejemplifican a la perfección otra de las causas por las que los migrantes lideran el sector frutero. “Los horarios sacrificados” para acudir en busca de los productos frescos cada madrugada, hacen que los fruteros tradicionales españoles, al jubilarse, no tengan a quien legar su negocio “porque es un trabajo duro en cuanto a horas y sueños”, sostiene Andrés Suárez. “En mi caso, mi socio Abdul se levanta a las 2 de la madrugada para ir a comprar el género y que lo tengamos listo en la frutería desde las 8 de la mañana”, sostiene Amal.

“Por último, aparte de las nociones de frutería que ya pueden tener los fruteros migrantes y la falta del relevo general de fruteros españoles, hay que tener en cuenta que abrir una frutería en España es fácil y requiere poca inversión: sólo se necesita alquilar un local, un sistema de aire acondicionado, algún que otro permiso y poco más”, termina Suárez. Eso se lo confirmó Mithu a este medio: “La facilidad para abrir una frutería hace que me dedique a ello”.

Lo que está claro, no obstante, es que las frutas y verduras de fruterías como las que dirigen Rachid, Amal o Mithu se surten del mismo sitio: Mercamadrid, donde el “exhaustivo control alimentario” al que se somete a todos los productos acredita la buena calidad de lo que venden estos fruteros profesionales. Una calidad “en el sabor” que, en buena medida, no está acorde con la que pueden ofrecer los supermercados a los consumidores.

Otra de las muchas fruterías de barrio regentadas por migrantes abiertas en Madrid.

Otra de las muchas fruterías de barrio regentadas por migrantes abiertas en Madrid. N. A.

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