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LA TRIBUNA

Los discursos y la incultura contra los videojuegos

El bono cultural para los jóvenes ha resucitado un debate sobre los videojuegos que parecía ya resuelto. Es el momento de dar un paso más y fomentar las grandes obras del medio para tapar la laguna cultural de los no jugadores.

22 octubre, 2021 06:55

Es hora de dejar de jugar a la defensiva. La pregunta ya no puede ni debe ser si los videojuegos son cultura. La duda era quizás válida en 1995, cuando el medio se consolidaba fuera del ámbito tecnológico y de puro entretenimiento donde nació. Hay argumentos que han quedado tan obsoletos como la tecnología de entonces. 

La cuestión a día de hoy es otra: ¿Cómo solucionamos la laguna cultural de aquellos que no han disfrutado hasta ahora de los videojuegos? No son muy diferentes de las personas que reconocen abiertamente que no leen libros, que no ven series o que no van al cine.

En dos ocasiones en menos de 24 horas, los videojuegos han vuelto a ser señalados por parte de la clase política. En ambos casos, los protagonistas evidenciaban un desconocimiento que deberían empezar a resolver.

Primero fue el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), durante la presentación el miércoles de un decálogo de recomendaciones para usar los videojuegos, alertando del "riesgo de los juegos electrónicos, del Nintendo", algo que para él "resulta muy violento y que sin duda afecta, daña". 

Como tantas otras veces, se confundía la marca con el medio, porque por muy buenos y populares que sean los videojuegos de la compañía japonesa, no tiene la exclusiva mundial como desarrolladora. Y no veo demasiada violencia en un fontanero bigotudo saltando sobre un champiñón. No más, desde luego, que cualquier película que, por su popularidad y aceptación social, dejaba fuera de la ecuación. El creador de ese fontanero es, por cierto, Shigeru Miyamoto, premiado con el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2012.

"El problema no son los videojuegos sino el atrevimiento de quien los critica sin conocerlos y basándose en prejuicios"

Un día después de las palabras de AMLO, repitiendo su discurso de la semana anterior en el Congreso de los Diputados, Pablo Casado lamentó en Twitter que Pedro Sánchez "derroche" los fondos europeos. "¿Queremos comprar comics y videojuegos con la ayuda que nos dan los socios comunitarios?", preguntaba.

Nada que ver con la propuesta que el Partido Popular realizó el pasado mes de mayo para dedicar estos mismos fondos a apoyar a un sector emergente, capaz de generar empleos en distintas disciplinas, según afirmaban entonces.

Las medidas de impulso de los populares buscaban captar inversores y lograr promoción internacional. Si bien la crítica de Casado es al empleo de los fondos en el bono cultural, lo que resulta de su mensaje es un reproche contra los videojuegos. Uno más, acentuando su desvalorización.

Más de dos décadas de críticas exigen un cambio de estrategia. El problema no son los videojuegos sino el atrevimiento de quien los critica sin conocerlos y basándose en prejuicios. 

Una cita, de Thomas Hildern en el juego Fallout New Vegas, resume parte del problema: "Demasiadas personas tienen opiniones sobre cosas de las que no saben nada. Y cuanto más ignorantes son, más opiniones tienen". Es aplicable a los que ponen los videojuegos en el foco, demonizándolos y culpándolos de las masacres o considerándolos un simple juguete. Por eso conviene pasar a un inofensivo ataque, y qué mejor que hacer unas recomendaciones a AMLO y a Casado.  

Blasphemous, del estudio español The Game Kitchen, es un gran primer paso. Con una simple ojeada es imposible discutir su valor cultural: GoyaVelázquez o Murillo son algunas de sus referencias pictóricas.

El elemento artístico es uno de los fuertes de los títulos españoles: Gris o Rime son otros buenos ejemplos. Este mismo año, Metroid Dread, de firma española, es uno de los candidatos a mejor juego de 2021. Con las ayudas que recibirá la industria gracias al bono cultural, y más apoyo al sector, será menos probable que sus empleados tengan que pasar por las lamentables condiciones de trabajo, destapadas por Vandal, que han sufrido.

"No hay nada que la literatura, el cine o la música hagan que los videojuegos no puedan imitar"

Quizás a los vírgenes en experiencias en los videojuegos les convence más un título que tenga una gran banda sonora. Las composiciones del ganador de dos premios Óscar Gustavo Santaolalla son uno de los grandes puntos fuertes de la saga The Last of Us, una imprescindible. Quita de golpe cualquier complejo sobre la "musiquita de los videojuegos".

The Last of Us fue, de hecho, el principal protagonista del Museo Victoria and Albert en Londres, que destacó sus cualidades culturales. Porque la propia cultura está sabiendo valorar más las capacidades de los videojuegos que los políticos.

Si quieren una gran historia, Red Dead Redemption 2 es una obra maestra. El western protagonizado por Arthur Morgan está a la altura de las grandes películas del mismísimo John WayneHellblade Senua's Sacrifice sería otra buena recomendación: trata de la salud mental, sobre la que es importante concienciar. 

Muchos juegos son empleados incluso como método para estudiar. El modo Descubrimiento de la saga Assassin's Creed sirve de museo virtual con el que conocer más de los vikingos del siglo IX, la Grecia clásica de Sócrates o el Antiguo Egipto. "La gente tarda poco en juzgar, pero mucho en corregirse", decía Ezio Auditore, uno de los protagonistas de esta saga, en una frase aplicable a aquellos que no han superado los complejos con los que los videojuegos han convivido mucho tiemo.

No hay nada que la literatura, el cine o la música hagan que los videojuegos no puedan imitar, fuisonándolo todo y añadiendo su toque personal para que tengan identidad propia. Sin embargo, cuando los mejores relatos de los videojuegos intentan dar el salto al cine, la tasa de éxito es casi nula. La gran pantalla se queda pequeña para lo que logra este ocio interactivo. La interactividad aporta un valor añadido. What Remains of Edith Finch es un juego independiente que ayuda a ilustrar bien esto, pero no querría estropear sus sorpresas. Lo mejor es jugarlo.

Es comprensible que el esfuerzo que supone jugar, al no ser una actividad pasiva como puede ser ver una serie, sea un impedimento para algunos. Los videojuegos exigen mucho de ti, pero te dan a cambio una gran recompensa. Pueden ser considerados entretenimiento, deporte y cultura. Y en este último están algunas de las mejores obras. Qué envidia de aquellos que todavía pueden descubrirlas por primera vez. Pero no conviene que hagan pública y notoria su incultura al respecto, criticando sin conocer, como si fuera algo de lo que presumir.

*** Diego González es periodista y crítico de videojuegos en EL ESPAÑOL. Ha colaborado con diferentes revistas del sector y está especializado en información deportiva y del espectáculo.

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