Albert Rivera ha propuesto este lunes a Pablo Casado que sus formaciones favorezcan -con la abstención- la investidura de Pedro Sánchez bajo tres condiciones. La primera es que, en este pacto constitucionalista, el PSN-PSOE rompa con Bildu en Navarra y se avenga a conformar un nuevo Ejecutivo foral junto a Navarra Suma para dejar fuera al nacionalismo. 

La segunda condición que ha puesto Rivera es la de la creación de una mesa diálogo entre los tres líderes (Rivera, Casado y Sánchez) en la que se estudie si es procedente volver a aplicar el 155 en Cataluña en el que caso de que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, desacate el fallo del Tribunal Supremo por el golpe separatista.

Impuestos

La tercera medida para esta posible reedición particular e in extremis de un nuevo Pacto del Abrazo pasa por que Pedro Sánchez se comprometa a no subir los impuestos, una medida que tampoco debiera incomodar demasiado al dirigente socialista, que aseguró "querer bajar los impuestos de la clase media".

Al margen de lo positivo de esta propuesta constitucionalista de Albert Rivera, es evidente que es algo que el dirigente liberal debería haber planteado hace mucho tiempo. Que Rivera se haya enrocado hasta este mismo lunes en el "no es no" a Pedro Sánchez -y que las bases de Ferraz gritaran el "con Rivera no" en la noche electoral- ha causado un desgaste tremendo tanto en el líder naranja como en su partido, sometido a una crisis interna por este mismo asunto.  

Desgaste

La sorpresiva apuesta de Albert Rivera debe implementarse mediante planteamientos abiertos y generosidad. Se precisan soluciones imaginativas y altura de miras, especialmente en el caso de Navarra, donde los socialistas no pueden cambiar el Ejecutivo foral de un día para otro. Una de estas soluciones imaginativas, por ejemplo, es la de recabar el apoyo de Navarra Suma para la aprobación de los presupuestos autonómicos, lo que llevaría a una ruptura con los nacionalistas y a un gobierno de coalición constitucionalista.

Albert Rivera ha dejado a Sánchez sin justificación para rehusar volver a ser candidato y plantear al Rey ir a las urnas el 10-N. Si con Podemos había discrepancias de fondo en las negociaciones, las medidas que propone Cs son sencillas y asumibles. La cuestión es si merecemos volver a elecciones o si podemos evitarlas mediante grandes acuerdos en asuntos clave. Claro está que, como se vio a última hora del lunes, Casado no va a asumir de repente los planteamiento de Rivera porque estaría convirtiéndole en líder de facto de la oposición. 

Bloqueo

De llegar a buen puerto esta oferta de Cs, es inaplazable que Casado, Rivera y Sánchez mantengan una reunión con profundidad de contenidos. Entre otras cosas, para atenuar en la medida de lo posible el daño institucional de todos estos meses de bloqueo. En esta reunión se deberían garantizar solemnemente los términos del cumplimiento de este pacto. Lo ideal es que, una vez lograda la investidura, se emplace a Pedro Sánchez a la aprobación de los Presupuestos Generales, verdadera piedra de toque para comprobar si el socialista apuesta por la centralidad.

Aunque tarde, la propuesta de Rivera puede abocarnos a un período de moderación para el que aún estamos a tiempo. No son pocos los retos territoriales y económicos que amenazan a nuestro país. Como ya dijimos en la mañana del 29 de abril, Sánchez y Rivera -también Casado- tienen en su mano acabar con las dos Españas cainitas, evitar que la gobernabilidad dependa de los separatistas y los radicales y sentar, de una vez por todas, las bases para una España transversal.