El debate sobre la negociación de la prórroga del estado de alarma ha abandonado el orden de las prioridades y ha degenerado en una irresponsable bronca política. Es desastroso que ni cuando media una crisis gravísima, sanitaria, social y económica, Gobierno y oposición sean capaces de articular el más mínimo pacto.

Si la responsabilidad por los muertos se empieza a emplear como arma partidista es que se han cruzado las líneas rojas. Y así hay que interpretar las palabras del ministro José Luis Ábalos y del portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, que este lunes señalaban al PP por negarse a apoyar la cuarta prórroga del estado de alarma. Ambos acusaron a Pablo Casado de empujar al país al caos sanitario y económico. De hecho, el titular de Transportes admitía incluso que es lícito presionar a la oposición y trasladarle una coacción, sólo horas antes de que ERC confirmara sus amenazas de hace dos semanas, anunciando su voto negativo.


Culpa preventiva


Casado jugó este lunes a poner nervioso al Gobierno, sin desvelar si se decantará por el voto negativo o la abstención. Pero culpar preventivamente a la oposición de "miles de muertos" no es sino un chantaje por el que el Gobierno trata de imponer la unilateralidad en la gestión de la pandemia bajo el pretexto de que no hay más salida que la aplicación del estado de alarma.


Pedro Sánchez plantea una falsa dicotomía: o él o el caos, cuando la realidad es que, como cuenta hoy EL ESPAÑOL, el PP sí ha presentado una alternativa, su propio 'plan B', para que las consecuencias sociolaborales de la pandemia que no dependan de la perpetuación de una herramienta constitucional pensada para la excepcionalidad.


El tremendismo


Con su órdago, el presidente arriesga un doble fracaso: el de la votación del miércoles en el Congreso -por no contar con el apoyo de sus aliados de investidura- y el de la esterilidad de una dialéctica tremendista.

Tanto Pedro Sánchez como Pablo Casado obvian que el entendimiento ya no es una opción, sino una obligación. Y así lo juzgarán los ciudadanos.