Libro de bibliofilia (88 x 74 cm) de Dorothée Harten.

Libro de bibliofilia (88 x 74 cm) de Dorothée Harten.

Columnas ARRABALES

Mis orejas y Dorothée

El dramaturgo Fernando Arrabal, último gran genio del siglo XX, escribe cada domingo en EL ESPAÑOL, recordando sus vivencias con las mayores figuras de la cultura universal.

Publicada

Mucho antes de tener mis más que problemas acústicos, me invitó a almorzar Buñuel en su domicilio de México.

Se entraba directamente en él, sin vestíbulo ni zaguán, en un salón que lucía el cuadro que presidía y que le pintó Dalí. Hoy figura en el Museo Reina Sofía [¿sin su procedencia?].

Lo atravesamos y dimos con la puerta del patio, cubierto el borde con un tejadillo, donde comimos.

Para sentarme adecuadamente le pregunté al entrañable sordo Buñuel:

– ¿Me siento a su derecha o a su izquierda?

– Eso mismo me preguntó el ministro español de Información y Turismo cuando la producción estaba ansiosa e impaciente por saber si la España (de Franco) aceptaba subvencionarnos y si la realización de una parte de Viridiana podría filmarse en Toledo. Y yo le dije: si es para darme buenas noticias, las dos me sirven.

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La pintora alemana Dorothéa Harten [espero que haya subido al sol por la Vía Láctea hace dos años casi exactamente] comenzó a interesarse por mis orejas poco antes de su viaje a México, donde conoció y se casó con el padre de la hija de ambos, la genial EUGENIA.

La poetisa y el poeta son hacedores… con la deslumbrante ineficacia de las estrellas.

El padre me llamó por teléfono para pedirme que acudiera a su casa, que desconocía.

¿Orgulloso?, continuó: "Quiero mostrarte algo colosal y único: mi hija".

Corrí a verle. Me acogió en una pequeña estancia completamente blanca, sin muebles, sin cuadros, sin nada. Me anunció solemnemente:

– Te va a leer el tarot Eugenia, mi hija.

Soy más bien ajedrecista, nunca me sedujo el universo de las láminas y arcanos.

Apareció Eugenia, ¿de 17 años?, preciosa y descalza. Hube de descalzarme.

Luego, su padre me dejó solo con ella. Inmediatamente, quedé fascinado por la lectura. Una verdadera obra de arte, un instante brillante, a menudo centelleante y deslumbrante, de una hora de embeleso.

Me he referido a Eugenia en diversas entrevistas e incluso en dos libros: a partir de la página 71 de Familia, un libro de la Biblioteca Arrabal, de Libros del Innombrable. Y en el prefacio de un libro de Miguel Ángel Martín (Reino de Cordelia), Tarots, hoy desaparecido.

Pienso inacabablemente en Eugenia, la encantadora superdotada que inventó un nuevo ritmo, a quien sólo vi durante dos horas en 1983.

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Cinco seudoarrabalescos para orejas

"Tiró, sí, la ventana ¿por la casa azul?"

"Su corbata de pajarita, ¿le aventaja como nudo umbilical?"

"La inclemencia descoloca a los benignos ¿en un brete?"

"Su ascetismo espiritual le permite ¿estrangular en vivo?"

"Lo más hermoso requiere ¿la incoherencia culminante?"

"¡Qué triunfo! Lo dejó todo a medias"

"Se volvió loco ¿sin desenfrenar su memez?

"Tener razón ¿por espantosas razones?"

"La opaca patrulla ¿de sombras?"

"Los validos ¿gallean?"

"Llegar a ser idéntico es ¡tan inasequible!"

"Después de que el himno nacional se cuchichea sin letra, ¿necesitamos milagros?"

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Fotos de tres libros de bibliofilia de Dorothée Harten

Libro de bibliofilia (44 x 37 cm) de Dorothée Harten.

Libro de bibliofilia (44 x 37 cm) de Dorothée Harten.

Libro de bibliofilia (23 x 19 cm) de Dorothée Harten.

Libro de bibliofilia (23 x 19 cm) de Dorothée Harten.

Libro de bibliofilia (88 x 74 cm) de Dorothée Harten.

Libro de bibliofilia (88 x 74 cm) de Dorothée Harten.

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Hasta la próxima semana si el infinito me presta vida.