Santos Cerdán este lunes a su llegada al Supremo.
Cerdán, un santo con dos pistolas
Como sigan cayendo como moscas los altos cargos del PSOE, a este paso le va a salir mejor al partido trasladar su sede de Ferraz a Soto del Real.
Los lunes, para el PSOE, esta legislatura son todos negros. No hay lunes que no le estalle al presidente un escándalo, que no le enjuicien a algún familiar, que no le enchironen a un colega cercano.
Luego dirá Pedro Sánchez que no le dejan gobernar y tendrá razón. No hay quien gobierne cuando todos tus colaboradores, los más cercanos, se pasan la vida en el juzgado.
Y eso era una cosa, otra es lo de este lunes cuando el juez decretó prisión provisional sin fianza en Soto del Real para Santos Cerdán.
Un partido que ve a su número tres entre rejas no puede seguir siendo un partido político. El PSOE está carcomido de la Moncloa a Ferraz, se le ven los estertores y podrá decir Page que no es todo el partido… ¡Menos mal!
Pero no veo al presidente de Castilla-La Mancha darse de baja del PSOE porque lo que está ocurriendo no se puede tolerar.
O tal vez sí.
Y lo que está ocurriendo es que Santos Cerdán de santo no tenía nada.
Santos Cerdán en el Congreso el pasado 12 de junio.
Ha resultado el de Pamplona ser un santo con dos pistolas. Un bandolero que se dedicaba (presuntamente, claro) a saquear instituciones públicas y empresas privadas a cambio de favores, influencia, autógrafos del presidente y de los ministros allá donde se necesitaba un favor o un empujón para que alguna empresa se quedara un contrato público.
Santos Cerdán, como esos tipos de las películas que se abren la gabardina y te ofrecen un catálogo entero de drogas. “¿Qué buscas hoy? Tengo indultos frescos del presidente, planes de rescate, contratos firmados por el ministro de Transportes, regalías de la presidenta de Navarra”.
Pues él se abría la gabardina y lo mismo. Hay tipos persuasivos y luego está este señor, que no es precisamente Richard Gere. Por eso, después de que todo el PSOE pusiera las manos y el honor del partido en el fuego por él, no hay unidad de quemados donde puedan salvar al Partido Socialista Obrero Español.
Ahí estaba María Jesús Montero la primera, defensora acérrima de Pecador Cerdán, amiga incombustible que ha estallado en llamas ahora que su número tres pasa la noche en Soto del Real.
“Súper Santos Cerdán”, le decía Zapatero para agradecerle hace escasos meses su labor en el PSOE.
Y que ayer la mitad de la cúpula del Gobierno saliera diciendo que este señor no tenía nada que ver con el partido…
Qué predecible y qué desvergüenza, por otro lado.
Qué tomar al votante medio por estúpido (quizá lo sea) y ahí resida todo el secreto de esta legislatura.
Los mismos que aplaudieron a Ábalos en el Congreso (el día que todas las sospechas se cernían sobre él) con más ahínco que cuando Morante abre una puerta grande, los mismos que juraban por su conciencia y honor que Cerdán era un tipo honrado, hoy dicen que no le conocen. “Ese señor del que usted me habla”.
A este paso mañana dirá María Jesús Montero que no lo conocía, pero que cada vez que se cruzaban en el pasillo del Congreso parecía agradable, saludaba.
Querer creer que Santos Cerdán es el cabecilla de esta organización criminal, que se ha dedicado a robar a los españoles desde que tocaron poder, es como mínimo de ser un ingenuo. Un tipo que firmaba compras de empresas en servilletas y tenía por secretaria al portero de un puticlub.
Para que Santos Cerdán, Ábalos y Koldo pudieran delinquir (presuntamente, claro) como lo han hecho, se exigía tan sólo una cosa: que Pedro Sánchez fuese presidente y les diese poder y presupuesto desde el que poder operar cuando llegó a Ferraz y después a Moncloa.
Santos Cerdán al final de la escapada. Santos, buscón de lo público, pecador nacido en Milagro (para más inri).
Quizá el Uno pueda resultar todo un misterio para algunos, pero todos los indicios le hacen brillar como una luciérnaga en la oscuridad.
Como sigan cayendo como moscas los altos cargos del PSOE, a este paso le va a salir mejor al partido trasladar su sede de Ferraz a Soto del Real.