El carnaval de Cádiz por fin se ha levantado en armas contra Pedro Sánchez y los independentistas. Había una espiral de silencio que, después de más de un lustro, se ha roto de una vez. Indicativo de que ya hasta los más rojos han dicho "hasta aquí hemos llegado".

Todo viene porque este pasado sábado se cantó en el Falla de Cádiz un pasodoble durísimo en catalán que, procediendo del autor más importante de la fiesta, ha puesto bocabajo al concurso y a media Andalucía (la otra mitad que no está pendiente del cartel de Semana Santa de Sevilla).

"Por siete escaños has resucitao a Franco (...) Soy rojo, pero no confío en tu palabra: cada uno tiene lo que se labra", le ha cantado Antonio Martínez Ares al presidente del Gobierno con su comparsa La oveja negra.

"Qué amnistía ni cojones, no quieren ser españoles. Que se abra ya el corral, y que se vayan, y que se vayan, y que se vayan", remata dicho pasodoble en relación con los catalanes independentistas.

El resto de la letra, el grueso de la misma, está escrito (y cantado) en la lengua de Josep Pla, en primera persona, aunque de aquella manera: "Pedro Sánchez ja s'ha cagat, és un dels nostres! Ens donen una amnistia, referèndum y la via d'autodeterminació".

No es la primera vez que en el Gran Teatro Falla se canta en catalán. Sin ir más lejos, en este mismo concurso, en su categoría infantil, la comparsa Las hijas de Neptuno, con letra de Jesús Bienvenido, cantó esto: "I les paraules que en català parlen de llibertat i d'amor i de vida". "Nadie tiene derecho a imponer tu manera de hablar".

O sea, a imponer el castellano.

"Pobres niños catalanes, que ni en el recreo les dejan hablar en su lengua materna, y deben escuchar que en Cádiz se elogia el idioma que les obligan a hablar", comentó al respecto, certero y mordaz, el periodista Fernando Santiago, aclarándole a los Jordi Évole y Ana Pastor de turno que se han hecho eco del asunto que aquí no todos compartimos ese buenismo blandiblú del autor del pastiche.

Lo que tiene entonces de original la citada copla de Martínez Ares es que por primera vez, en el Concurso Oficial de Agrupaciones de Carnaval, se hace una crítica a Pedro Sánchez.

Lo suyo ha costado. Ha tenido que ser el mismo "poeta" (por algo es el mejor) que en 2022 abrió la caja de los truenos de las críticas a Kichi, el alcalde con bula carnavalera. "Tirano gordo de poder y prepotencia", le llamó sin medias tintas.

Lamentablemente, el Carnaval de Cádiz, por más que allende la provincia se tenga idealizado como una reserva de libertad de expresión, es un mundo terriblemente sectario, donde contra la derecha hay barra libre, pero a la izquierda ni soplarle. Un siniestro coto privado, en el que sólo dos o tres autores realmente transgresores se atreven a sacar los pies de su linde.

Que las dos letras más aplaudidas y jaleadas de la última década por el auditorio hayan sido sendos sopapos a Kichi y a Pedro Sánchez habla del sentir del "pueblo", hasta las narices de caudillos por la gracia del progresismo. Cansado de la misma letra facilona, demagógica y concursera contra Vox y a favor del feminismo identitario.

Lo dijo El Chapa en este mismo diario: "Esto depende del aplausómetro y el aplausómetro tiene modas. Ahora está de moda cantarle a la mujer, pues todo el mundo le canta a la mujer porque sabe que es un aplauso fácil de lograr."

Y dice este mismo autor: "Sabemos históricamente que las coplas de carnaval brotan, germinan y evolucionan desde las clases trabajadoras, que es un arte profundamente popular. Pero tampoco olvidemos que a veces las clases populares pueden pasar de lo revolucionario a lo reaccionario sin problemas".

Pero sí hay un problema cuando los que cantan sobre las tablas del Falla son los reaccionarios, y los que escuchan desde el patio de butacas o el gallinero son los realmente progresistas.

Un ejemplo. Teresa Rodríguez-Rubio, otrora líder de Adelante Andalucía, se ha apresurado a atacar por redes sociales a nuestro autor desde su privilegiado palco de platea recordándole un pasodoble de 2016 en el que Martínez Ares decía: "Desde este sur sediento hoy rompo una lanza por tu soberanía y por tu independencia".

Como si no se pudiera evolucionar en lo ideológico. Como si el tablero de juego de la situación política catalana no se hubiese volteado siete veces desde 2016 hasta el presente.

Ella, cuya función política se suponía que era la de salvar el agravio comparativo entre Andalucía y las comunidades privilegiadas, aplaude con las orejas cualquier movimiento reaccionario en contra de la igualdad entre españoles por mor de su patológica hispanofobia. O sea, tiene bien clavada la copla con la que Martínez Ares ensartó a su marido hace un par de carnavales.  

Por otro lado, la servil prensa, igual que alaba por unanimidad el pasodoble de la fase preliminar en que La oveja negra atiza al nuevo alcalde popular, Bruno ("te debes a un partido lleno de delincuentes, fachas reconvertíos y cachorros creyentes que si es necesario se alía con Vox, todo sea por la patria, por el rey y por Dios"); tacha de demagógica y "cuñada" la letra de marras. ¿Por recurrir al efectismo de cantar en catalán?

Y, luego, están los aficionados más ultras, que rememoran con añoranza a Juan Carlos Aragón, el revolucionario, mesiánico y fallecido rival de Martínez Ares. Porque, para ellos, "Antonio ya es un facha".

Menos mal que hay hemeroteca para recordarles que el llorado Capitán Veneno escribió lo que sigue para la comparsa Los condenaos en el año 2001, en un pasodoble alusivo a ETA: "¿Vascos sí y ETA no? ¡Mierda a los dos! (...) Y quiero tu independencia porque eres la vergüenza de un pueblo entero".

Vaya, que en el trazo grueso han caído todos los autores de carnaval. Porque como bien dice El Chapa, "una letra de carnaval es un pequeño texto que se escribe siempre con un rotulador de punta gruesa, es decir, vas a hablar de un tema determinado haciendo una exposición discursiva de dos minutos, treinta versos como mucho, sometido a una métrica y una rima, y que además tiene que contener un mecanismo que dispare a lo emocional, que entusiasme al público y sea competitivo en un contexto de concurso".

En definitiva, letras como la de La oveja negra, por más que al rebaño (y no me refiero al pueblo) le moleste, nos devuelven la fe en el Carnaval de Cádiz.