Dice Roberto Sotomayor, candidato de Podemos a la alcaldía de Madrid, que Pablo Motos es un productor de "bazofia" y Ana Rosa Quintana, una corrupta. También amenaza con quitarle la Medalla del Ayuntamiento de Madrid a Ana Rosa. Si los sondeos se confirman y Podemos no entra en el consistorio, sólo le quedará la opción de entrar en casa de la presentadora y robársela. Algo que tampoco sería tan extraño viniendo de Podemos, un partido que considera la okupación un derecho fundamental.

Sotomayor, en fin, ha heredado de las manos de Pablo Iglesias su muñeco de paja preferido. Que no son los periodistas, como podría pensarse por su obsesión con el gremio, sino los españoles en general. ¡Una España libre de molestos españoles! Eso sí que es un programa para el siglo XXI. 

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Podemos ha prometido darle a Almudena Grandes la medalla que le quiten a Ana Rosa Quintana. Entre medallas, estaciones de tren, bocadillos con su nombre y lo que le caiga en la pedrea, Almudena Grandes se convertirá pronto en la madrileña más laureada de la historia de la ciudad. Todavía llegarán los turistas a la ciudad y, a la vista de que media ciudad lleva el nombre de Almudena, pensarán que era una gran escritora. Habrá que contarles la verdad: que Almudena Grandes sólo era de izquierdas. 

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Alberto Núñez Feijóo llenó ayer la plaza de toros de Valencia, con capacidad para 12.000 personas. Pedro Sánchez había visitado la ciudad 24 horas antes. El emplazamiento original del mitin del presidente era la Plaza de la Virgen, un espacio abierto en el centro de Valencia, pero el PSOE decidió cambiarlo a última hora a un recinto cerrado más pequeño, el Museo de las Ciencias, por el "riesgo de lluvia". De lluvia de protestas por los pactos del PSOE con EH Bildu, claro. Feijóo podría haber añadido esa mentira del presidente (tralará) a las que recitó en su mitin. 

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EL ESPAÑOL y dos periódicos de la Distinguida Competencia coincidieron ayer domingo en pronosticar una posible victoria del PP en la Comunidad Valenciana, cuarta economía del país y eterna aspirante al título que Cataluña insiste en dejar vacante: el de subcampeona tras Madrid

Ximo Puig y Carlos Mazón, candidatos a la presidencia de la Generalitat.

Ximo Puig y Carlos Mazón, candidatos a la presidencia de la Generalitat. EFE

La Comunidad Valenciana es la autonomía clave de estas elecciones. Y digo "clave" no por algún enigmático arcano del que sólo tengan conocimiento los expertos de la cábala política, sino porque así lo han afirmado tanto PP como PSOE. Una imprudencia, desde luego. Y es que si vendes la idea de que la partida del 28M se decide en la Comunidad Valenciana como si estas elecciones fueran un juego de suma cero, uno de los dos partidos lo ganará todo, habiendo vencido sólo entre los valencianos, y el otro lo perderá todo, por el pelo de una mosca demoscópica. 

Una de las dos opciones es especialmente sangrante. Porque si Puig logra gobernar gracias al apoyo de Podemos y Compromís, el PSOE podrá arrogarse la victoria a pesar de que el PP le habrá superado largamente en votos. "En una democracia parlamentaria no gobierna el ganador de las elecciones, sino el que consigue el suficiente apoyo parlamentario" dirán la noche de las elecciones. Y será cierto. 

Sondeo de Sociométrica para EL ESPAÑOL en la Comunidad Valenciana.

Sondeo de Sociométrica para EL ESPAÑOL en la Comunidad Valenciana.

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Según EL ESPAÑOL, Carlos Mazón superará el próximo 28M en 6,3 puntos a Ximo Puig y podrá gobernar la Generalitat con los votos de Vox. La Distinguida Competencia da un resultado prácticamente idéntico al de nuestro sondeo. Uno de esos periódicos lo hace depender todo de la entrada de Podemos. Si los morados superan el 5% de los votos, gobernará Puig. Si no lo consiguen, gobernará Mazón.

Los votos de Ciudadanos (entre el 1,2% de la peor de las estimaciones y el 3,7% de la mejor) se dan por perdidos para la derecha en los tres sondeos. 

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El bloque de la derecha y el de la izquierda valenciana consiguen en todos los sondeos un porcentaje de apoyo muy similar, que es por otra parte el mismo equilibrio que ya se dio en 2019. Lo que decanta la victoria hacia uno de los dos lados es, por tanto, la fragmentación del voto en el interior de esos bloques.

Es una situación que se repite, con ligeras variantes, en otras comunidades y capitales de provincia. Singularmente en Madrid, donde lo que decidirá esa fragmentación no es la victoria de Ayuso o Almeida en comunidad y ayuntamiento, sino la amplitud de su victoria y la posibilidad de que obtengan o no mayoría absoluta. 

Dicho de otra manera. Aquel que logre convencer a sus votantes de la necesidad del voto útil tendrá parte de la batalla ganada. Como ha ocurrido tantas otras veces a lo largo de la historia de España, el quijotismo jugará a favor del molino

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En realidad, la comunidad clave en estas elecciones es Navarra. De lo que haga el PSOE en ella dependerá en buena parte el resultado de las generales de finales de año. Porque un pacto con EH Bildu allí (comunidad a cambio de Pamplona) será la señal más evidente posible de que cuatro años más de Pedro Sánchez nos llevarán allí donde la democracia española no ha estado jamás antes. Y sí, eso quiere decir "Cataluña". 

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Resulta fácil detectar a aquellos partidos que luchan hoy por esas décimas que les permitan alcanzar el umbral mínimo para entrar en comunidades y ayuntamientos. Son los que atacan el voto útil. Bastaría para desmontar sus argumentos con recordar que lo mejor es siempre enemigo de lo bueno. Pero serviría también recordar que lo contrario del voto útil no es el voto por principios, sino el voto inútil

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Dice Emiliano García-Page que en Castilla-La Mancha hace falta un cambio y que ese cambio ya lo está ejecutando él desde que llegó a la presidencia. Como en Predestinación, esa película en la que el protagonista es a la vez padre, madre e hijo de sí mismo, García-Page ha conseguido la cuadratura del círculo político: ser presidente, oposición, estabilidad y cambio a la vez. ¡Cómo no votarle si lo tiene todo! 

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Más Madrid celebró un mitin el sábado en la plaza Mayor de Madrid al que apenas asistieron 900 personas. Quizá una cuarta parte de la plaza, siendo generosos. "No es fácil llenar la plaza Mayor de Madrid" decían en redes. "Sólo nosotros lo hemos logrado". Sus propias fotos revelaban el trampantojo. El trumpismo ha calado hondo en el populismo español: ya no importa la realidad, sólo qué mentira deseen creer los ciudadanos. En este supermercado público de las mentiras las hay para todos los gustos y el votante sólo debe escoger la que mejor encaje en sus prejuicios

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Empieza hoy la última semana de campaña. El PSOE necesita movilización, es decir tensión competitiva entre la izquierda (no necesariamente a su favor: le basta con que voten a cualquier partido de izquierdas), y el PP, convencer a los últimos votantes de Ciudadanos y a una parte de los de Vox de que sólo hay un voto realmente útil en el centroderecha. Son estrategias opuestas y del choque entre ambas nos alimentaremos los medios durante los próximos cinco días.

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Anteriores entregas de Maldades de campaña:

Día 1 de campaña: La campaña empieza en Barcelona con la tradicional pegada (de mamporros)

Día 2 de campaña: El combate del siglo: ETA y los okupas contra Joe Biden

Día 3 de campaña: A Bildu le molesta "el ruido de Madrid" y pide silencio sepulcral

Día 4 de campaña: Pablo Iglesias amenaza con generar "conflicto" y ERC se estrella en Barcelona

Día 5 de campaña: En el PSOE no son conscientes aún, pero el hechizo se ha roto

Día 6 de campaña: El nuevo Bildu: mismo sabor, un 15% menos de terrorismo

Día 7 de campaña: Los españoles son los seres vivos que más se parecen al PSOE, según el CIS 

Día 8 de campaña: ¿A quién estarán votando en realidad los votantes de Ciudadanos el 28M?

Día 9 de campaña: Podemos señala al hermano de Ayuso como el Goldstein español

Día 10 de campaña: Lo del 28M no es una campaña electoral: es una campaña de exterminio