Había quedado a comer con un psicólogo. Para más señas, profesor de Psicología en una de las universidades más pijas de Madrid. Apareció con los ojos llenos de resignación y un veredicto prendido del labio. Lo dijo sin cobrarme, así que supongo que lo pensaba de verdad. "Ya está, hemos muerto. La Inteligencia Artificial ha acabado con nosotros".

Una imagen de la película 'Yo, robot'.

Una imagen de la película 'Yo, robot'.

Ese "nosotros" se refería a los psicólogos, a los profesores y al ser humano en general. Sacó su móvil y abrió una aplicación llamada OpenAi. Apareció una pantalla en blanco y un espacio para escribir, "para preguntarle al robot". Me dijo que me sirviera, que pidiera lo que quisiese. "¡Además, es gratis!". 

Ingenuamente, pregunté por el periodismo. Somos unos puñeteros onanistas. Él, indignado ante mi falta de perspicacia, me arrebató el móvil y corrigió: "¿Cuál es la relación entre el Quijote y Crimen y castigo?". 

Un inquietante cursor negro parpadeó durante 5 o 10 segundos. De repente, comenzó a escribirse el siguiente razonamiento:

Aunque estas dos obras literarias son muy diferentes en cuanto a su contenido y estilo, comparten algunas similitudes en cuanto a su temática y su tratamiento de la condición humana. Ambos libros abordan cuestiones éticas y morales y se centran en personajes que luchan por encontrar su lugar en el mundo y por entender sus propias acciones y motivaciones.

No es, digamos, algo muy profundo. Pero sí es suficiente como para quedar como dios en una cena con amigos o como para aprobar una asignatura en la universidad. Qué narices, teniendo en cuenta las rebajas de nuestro sistema educativo, con eso se saca un notable alto. Mi estimado profesor se sentía muerto antes que los demás. "Yo no puedo distinguir si ese ensayo ha salido de la cabeza de un hombre o de la de un robot"

A mí, todas estas cosas tecnológicas me suelen dar pereza. Porque hay mucho vendehúmos. La tecnología es una disciplina que vende los éxitos 10 o 20 años antes de alcanzarlos. Pero no es este el caso. Tengo ahora abierto el aparatito en mi ordenador y no dejo de preguntarle cosas.

Acabo de pasar por la mesa del jefe de Opinión. Le he enseñado un editorial sobre la separación de poderes parido por mi juguete. Me ha dicho que el texto "está muy bien escrito" y que, "aunque adolece de lugares comunes", habría colado cualquiera de "estos días con mucho trabajo".

La prueba definitiva sería pedirle al robot que me escribiera esta columna, pero mi voluntad experimental tiene un límite. No quiero que el Ramírez que manda en esta redacción, si se entera, me corte las pelotas.

Eso sí, puedo concluir, sin lugar a dudas, que los textos que escupe este cacharro podrían ser publicados en los medios de tirada nacional. Sólo nos salva, de momento, una cosa. Los datos cargados en este Gran Hermano llegan hasta 2021. Es decir, nuestra materia prima, la actualidad, todavía no la puede cocinar.

Pero ese momento llegará muy pronto. Cuanta más información absorbe el robot, más posibilidades tiene. Podrá hacer el trabajo de los abogados, de los periodistas, de los auditores, de los correctores, de los profesores.

Es de noche, tengo que madrugar. Llego a casa. Miro los libros que inundan la mesilla. Sonrío. Me queda el consuelo de la ficción, pero… un momento, no vaya a ser que…

–Tú, hijo de puta, escríbeme el arranque de un cuento. 

–Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo en el campo. Sofía era una niña muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras y cosas interesantes que hacer. Un día, mientras caminaba por el bosque detrás de su casa, encontró un pequeño tesoro escondido entre los árboles. Era una caja de madera con un cierre dorado y una etiqueta que decía "Ábreme". Sofía no pudo resistir la tentación y decidió abrir la caja. Al hacerlo, se encontró con un libro antiguo y polvoriento lleno de páginas en blanco. La niña estaba emocionada y decidió llevar el libro a casa para ver qué podía hacer con él. ¿Qué misterios ocultaría el libro?

[Trago saliva, pero ni puedo ni debo rendirme, a ver si es tan valiente ahora].

¿Cómo escribirías una novela existencialista rusa?

–El protagonista, Iván, es un joven intelectual que se siente atrapado en una sociedad que no le permite expresarse libremente y que le impone una serie de normas y valores que no comparte. Iván se siente frustrado y desconectado de la sociedad y comienza a cuestionar su propia existencia y su lugar en el mundo. Un día, Iván conoce a una mujer llamada Olga, una joven artista que comparte sus mismas ideas y sentimientos. Juntos, comienzan a explorar la filosofía existencialista y a buscar respuestas a sus preguntas más profundas. A medida que profundizan en sus ideas, Iván y Olga se dan cuenta de que la verdadera libertad sólo puede encontrarse a través de la autenticidad y la autodeterminación. A pesar de las dificultades y los riesgos que conlleva vivir de manera auténtica en una sociedad opresiva, Iván y Olga deciden seguir sus corazones y luchar por sus ideales. Juntos, se embarcan en un viaje emocional y filosófico que les lleva a cuestionar todo lo que creían saber y a descubrir su verdadera identidad. ¿Lograrán Iván y Olga encontrar su lugar en el mundo y vivir de manera auténtica? ¿O serán consumidos por la opresión de la sociedad soviética?

El que está siendo consumido en este instante soy yo. Tiene razón el maldito profesor de Psicología. Cuando uno le tiene que dar la razón al psicólogo, el tema no va bien. Mi miedo se acrecienta porque es el mismo miedo, según leo en un artículo, que el de los investigadores de la universidad de San Francisco que alumbraron este monstruo. Tanto miedo tienen que han pedido "ayuda" y "apoyo" para "frenar los peligros potenciales" del maléfico instrumento.

Todo esto redundará en un borrado de la identidad. Si el robot escribe textos sin nombre, ¿de qué sirve una firma? ¿Cómo sabremos que un periodista, un profesor, un psicólogo o un abogado son realmente un periodista, un profesor, un psicólogo o un abogado? ¿Cuál es el valor de la verdad? ¡Qué es la verdad!

–Me rindo, me entrego a ti. ¿Cómo puedo sobrevivir a la inteligencia artificial?

–Entiendo que puedas tener miedo ante la idea de la inteligencia artificial (IA). Sin embargo, es importante tener en cuenta que la IA es simplemente una herramienta creada por el ser humano y que, como tal, está diseñada para servir a nuestras necesidades y objetivos. La IA no tiene intenciones propias y no tiene la capacidad de tomar decisiones por sí misma. 

–¡Mientes!

–Es importante recordar que la IA es una herramienta poderosa que puede ayudarnos a resolver problemas y a hacer cosas que antes eran imposibles, pero también es importante tener precaución y ser conscientes de sus limitaciones. Al tratar con la IA, es fundamental tener en cuenta los derechos y la seguridad de todos los individuos involucrados y asegurarnos de que se utiliza de manera responsable y ética. 

–Si yo mismo, de carne y hueso, no sé casi nunca cómo funciona la ética, ¡cómo vas a saberlo tú!

*** Todos los diálogos incluidos en el texto ocurrieron como tal. Fueron mantenidos entre el periodista y el software OpenAI. Por razones de seguridad, no se incluye el enlace a tal software.