Muerto el fiscal siguieron con el relato, ajenos al luto y a la dignidad (algún innombrable brindó por la muerte de Maza en Argentina). Ellos, a su relato. Ay el relato y sus trovadores. Porque esto que llaman relato depende del día y el share de TV3, que ni siquiera innova en el antiguo y noble arte indepe de la manipulación.

El relato bascula entre la camarilla que aún se cree a Puigdemont y los cafetines donde conspiran -y sonríen a la cámara, oigan- y les sale gratis pintar a España como un Chicago años 30 con pistoleros. A Puigdemont y sus entrañables prófugos (rubias oxigenadas, cuatro flamencos pastoreados desde lejos por Putin) se les ve en una Bélgica que no anda para mártires de trapillo y pelucón. 

El relato.cat es el careto de Marta Rovira y sus posverdades sobre la vida y la muerte y un Estado asesino. Del relato de Marta Rovira, cantado casi en plañidera, nos interesa el rostro compungido y el porvenir que le auguran como valor de futuro en esa ERC que ya ha amortizado a Rufián (la independencia no llegará por los chistes sobre cuñados).

Amortizado Rufián, insisto, al que tampoco se le veía más futuro que la cuota malota y cañí, ERC se vuelve al monte supremacista a la manera de Dencàs, sí, el que salió por patas y alcantarillas en el no tan lejano octubre del 34. De ese Tardà en liza diríamos que el estilo Labordeta sólo le valía a Labordeta, claro. Y que Rovira puede aportarle frescura al penar de Junqueras, que va a hibernar con todos los honores del penal.

Sin embargo, hay no sé qué de justicia poética ante la foto probable de un Govern preso, y aquí puede entrar otra variable perversa y simbólica del relato, que es volver a la DUI, los gloriosos 400 d e la vara, por la vía rápida del llantito y el esperpento. Otros alcaldes, con mejores quimeras, se vinieron a Madrid desde la Extremadura verde y negra, sin llorar ni callarse en ese sueño que es un tren digno.

Le pregunto a Levy por el relato que han comprado muchos plumillas yanquis hasta las trancas de butifarra marca gencat; me cuenta que muchos han comprado "la línea de la violencia y los muertos" y el cuento de Calleja de unos mozalbetes que leen a Espriu y los castra un "malvado opresor y violento Estado".

En Barcelona se rozan los 20 grados. Algunas tardes salen como para tener novia formal, pero eso es lo de menos. Hay mambo y relato, neng. Y en Bruselona van aireando la boina payesa. De aquí al 21-D el relato pierde intensidad y ganará selfies. Lo veremos. Porque la internacionalización del conflicto no les llegó más arriba de Flandes de abajo. Van desunidos los indepes, pero su criterio es volátil y rápidamente unitario si se tercia.