Cuando este miércoles el socialista Patxi López sea investido como presidente del Congreso habrá quedado clara una cosa: que los 122 escaños del PP son menos que los 129 de PSOE y C's. Esta obviedad es la que Mariano Rajoy se empeña en seguir orillando para no abrise a negociar la presidencia del Gobierno.

Sin embargo, lo cierto es que mientras Rajoy repetía ante la Junta directiva del PP que el único gobierno que puede servir al interés general de España es aquél que esté presidido por él, recordando que desde 1977 siempre ha gobernado la lista más votada, se conocía el acuerdo entre la segunda y la cuarta fuerzas salidas de las urnas para poner al frente de la Cámara a un diputado que no pertenece al grupo parlamentario mayoritario.

La presidencia del Congreso como precedente

El ejemplo está servido: de la misma forma que es la primera vez que el presidente del Congreso no pertenece al grupo con más escaños, ¿qué impide que la presidencia del Gobierno corra la misma suerte? El argumento al que ha recurrido Rajoy una y otra vez para intentar blindarse en la Moncloa, el "siempre se ha hecho así", es decir, el hecho de que invariablemente ha gobernado el candidato de la lista más votada, ha saltado por los aires.

Prueba de la debilidad de Rajoy es su intento de presentar el nombramiento de Patxi López como un acuerdo a tres bandas, cuando hasta unas horas antes de que se decantara la balanza hacia López había defendido a capa y espada que ese puesto debería ser para el PP. Si cambia de discurso es para que la opinión pública perciba este hecho como una cesión de los populares dentro de un pacto más amplio que le  permitirá a él repetir en el Gobierno. Sin embargo, el acuerdo es totalmente independiente de las negociaciones que se abrirán a partir de ahora para la investidura del presidente del Gobierno.

Albert Rivera, el gran beneficiado

El reparto de los puestos de la Mesa del Congreso beneficia particularmente a Ciudadanos, que obtiene dos representantes, los mismos que el PSOE y Podemos y uno menos que el PP, pese a que su representación en la Cámara es sensiblemente inferior. Eso permite a Albert Rivera tener la llave de este órgano, clave en la organización del funcionamiento del Parlamento.

Pero lo más interesante es que, con la derrota de Rajoy, queda al descubierto su soledad política. Es difícil que su candidatura pueda sumar más de 123 votos, mientras que Pedro Sánchez podría jugar, teóricamente y si se dieran las circunstancias, con hasta tres alternativas: la suma de PSOE más C's, la suma de PSOE más Podemos y la suma de PSOE, más C's y Podemos.

EL ESPAÑOL sigue considerando que la mejor opción, la que más estabilidad daría a España en un momento crucial como el presente, es un acuerdo entre el PP, el PSOE y C's, pero para que eso sea posible los populares no deberían cerrarse en banda con Rajoy como único aspirante. Porque lo que acaba de ponerse de manfiesto con el nombramiento de Patxi López es que a Rajoy no le salen las cuentas para ser presidente.