Las 'colas del hambre' en Gaza.

Las 'colas del hambre' en Gaza.

Oriente Próximo GAZA

Trump hace negocio en Gaza con la ayuda humanitaria: las empresas de EEUU e Israel que ganan dinero con los repartos

El programa, impulsado por el Gobierno de Netanyahu y respaldado por Washington, enfrenta críticas por instrumentalizar la asistencia alimentaria para objetivos militares y económicos.

Más información: Más de 100 gazatíes son asesinados en 24 horas mientras esperaban ayuda humanitaria en Gaza

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El caos y el hambre marcan la entrega diaria de alimentos en Gaza bajo la gestión de la controvertida Gaza Humanitarian Foundation (GHF), un programa respaldado por Israel y EEUU que se ha convertido en uno de los principales escollos en las negociaciones para un alto el fuego.

Mientras los palestinos se arriesgan a morir a manos del ejército israelí por conseguir una caja de comida, un entramado de empresas privadas estadounidenses e israelíes ha convertido la operación en una fuente de beneficios encubiertos.

La GHF, registrada como organización sin ánimo de lucro, distribuye alimentos desde cuatro almacenes en el sur de Gaza, custodiados por contratistas de seguridad estadounidenses armados.

A las puertas, la desesperación estalla en forma de estampidas y disparos. Según la fundación, al menos 20 palestinos murieron la semana pasada en un tumulto provocado, afirman, por milicianos armados de Hamás.

La ONU y 21 países occidentales han denunciado la situación como una “humillación humanitaria” e “indignidad” para los gazatíes, como cuenta The Washington Post.

Al margen de la ONU

Israel pretende consolidar la GHF como mecanismo único de ayuda, en detrimento del sistema coordinado por la ONU que operó durante décadas.

Netanyahu acusa a Hamás de haber corrompido esa red, mientras Hamás exige su restitución. En medio, la GHF sirve como caballo de batalla para los planes israelíes y como instrumento político para la Casa Blanca.

Trump, en su segundo mandato, ha convertido el proyecto en parte de su estrategia para el conflicto: el embajador de EEUU en Israel, Mike Huckabee, lo presentó en mayo como “una iniciativa presidencial”.

Mientras tanto, el entorno del expresidente promueve incluso una visión de Gaza como “resort mediterráneo” una vez finalizado el conflicto.

El negocio de la ayuda

Los documentos internos, revelados por The Washington Post, destapan los vínculos empresariales tras el proyecto.

La firma McNally Capital, con sede en Chicago, es la principal beneficiaria a través de Orbis Operations -empresa que ayudó a diseñar la GHF- y Safe Reach Solutions (SRS), creada exprofeso como contratista principal.

Ambas están conectadas por un fideicomiso en Wyoming. La consultora Boston Consulting Group (BCG) participó inicialmente de forma “pro bono”, pero firmó luego un contrato de más de un millón de dólares antes de retirarse por la polémica.

La planificación inicial preveía hasta 300 camiones diarios, pero la falta de fondos y los bombardeos han limitado el reparto a unos 70 u 80 camiones.

Palestinos se agolpan para recibir cajas de ayuda en Rafah, sur de Gaza, el 27 de mayo de 2025.

Palestinos se agolpan para recibir cajas de ayuda en Rafah, sur de Gaza, el 27 de mayo de 2025. Reuters

El proyecto contempla incluso la reubicación masiva de gazatíes en zonas residenciales dentro y fuera del enclave, según un documento de 19 páginas difundido en enero en la embajada estadounidense en Tel Aviv.

Seguridad privada 

El entramado operativo se remonta a los primeros meses de la guerra tras el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023.

Empresas privadas y militares retirados de EEUU y de Israel diseñaron un sistema de reparto “fuera del marco de la ONU”, para sortear las reticencias de Netanyahu hacia la organización internacional.

SRS fue la encargada de montar un control de seguridad en el corredor de Netzarim, como prueba piloto del dispositivo.

Subcontrató a UG Solutions, dirigida por un ex Boinas Verdes, con experiencia en zonas de conflicto como Haití y Ucrania.

El éxito de ese operativo impulsó el despliegue de GHF, que se registró oficialmente en febrero en Suiza y Delaware.

Sin embargo, la gestión ha sido errática. Jake Wood, primer director ejecutivo de GHF, dimitió en mayo, denunciando presiones y falta de garantías humanitarias.

Le siguió su segundo al mando. La seguridad de los voluntarios palestinos tampoco está garantizada: reciben amenazas de muerte por colaborar con un proyecto visto como una herramienta del enemigo, mientras carecen de alojamiento o recursos básicos para su trabajo.

Balance letal

Desde el inicio de la operación, más de 80 millones de comidas han sido repartidas. Pero la violencia no cesa.

Ocho voluntarios palestinos fueron asesinados por supuestos miembros de Hamás, dos contratistas estadounidenses resultaron heridos por explosivos, y más de 70 civiles murieron el domingo cuando las tropas israelíes abrieron fuego durante un reparto de la ONU en el norte de Gaza.

La GHF sigue solicitando la colaboración de agencias internacionales: “La demanda de alimentos es implacable, y también lo es nuestro compromiso”, dijo el director interino, John Acree.

Pero los contratos vencen en agosto y el futuro del programa es incierto. A la espera de un acuerdo de alto el fuego, aún no está claro quién controlará la distribución de ayuda en Gaza ni qué quedará del modelo impuesto por EEUU e Israel.