La Policía fronteriza israelí registra a palestinos cerca de la Puerta del León en la ciudad vieja de Jerusalén.

La Policía fronteriza israelí registra a palestinos cerca de la Puerta del León en la ciudad vieja de Jerusalén. Reuters

Oriente Próximo

Así he sobrevivido a 7 días de guerra en Jerusalén: "Nadie pisa la calle, no sabemos si hay infiltrados"

Nada más empezar la semana el líder de Hamás animó a los árabes que viven en Jerusalén a que salieran a la calle a matar judíos.

14 octubre, 2023 02:23
Jerusalén

Sábado 7 de octubre. 6.35 de la mañana en un camping cercano a la zona de Beit Shemesh, en el centro de Israel. Te despiertan sonidos de impactos. Demasiado lejanos para preocuparte, demasiado frecuentes para no hacerlo.

El móvil de uno de tus compañeros no para de vibrar, y sin embargo en las noticias no se habla de que algo esté ocurriendo. "Chicos, estamos recibiendo un ataque masivo de misiles, están cayendo por todo el país".

Las primeras informaciones son confusas. Siempre es así. Agarras el móvil y empiezas a grabar. No eres tú, es la naturaleza del periodista. Llegan las primeras imágenes y hay muertos. Y gente de Hamás en las calles de Israel.

Imágenes del conflicto en Jerusalem

Te cuesta unos minutos reaccionar y entiendes que están atacando por aire, y están atacando por tierra. Sólo falta que ataquen por mar. No sabes todavía que acabarán haciéndolo.

Estás en el coche de camino a Jerusalén, es un movimiento realmente inteligente ya que en la zona de la costa en la que vives están cayendo muchos misiles. Por la radio escuchas que el líder de Hamás está animando a los árabes que viven en Jerusalén a que salgan a la calle a matar judíos. Tal vez no sea un movimiento tan inteligente.

La Policía israelí asegura una calle en la ciudad de Jerusalén.

La Policía israelí asegura una calle en la ciudad de Jerusalén. Reuters

Entiendes hebreo, pero la palabra misil todavía se te escapa. De repente tu acompañante te dice que pares el coche en seco y que salgas inmediatamente para tirarte al suelo. Lo haces. Y de repente ocurre. Te pitan los oídos. Te descubres llorando de pánico, pero no hay tiempo para eso, hay que llegar a Jerusalén.

Mientras te duchas ya en tu destino, piensas con los ojos cerrados en los 14 pueblos del sur de Israel que han sido secuestrados por Hamás, y en los cientos de terroristas que han atacado en la rave del sur donde había 5000 chavales. Abres los ojos, no puede ser que esté sonando otra vez la alarma de misiles.

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En la habitación búnker los niños cantan, es la festividad de Simját Torá. La guerra del Yom Kippur empezó hace 50 años un 6 de octubre. Hoy es 7 de Octubre. Empiezas a comprender. Cuando consigues ponerte delante de un televisor, Netanyahu está diciendo algo que ya sabes: Israel está en guerra.

Piensas en tu preciado equipo de trabajo, descansando en tu piso de Tel Aviv. No hay otra, hay que ir a por él. En el camino de ida y vuelta pierdes la noción de las veces que tienes que salir del coche y esperar rezando para que el sistema de defensa haga su trabajo. 5.000 misiles en un día son muchos misiles que neutralizar.

Los dos días siguientes pasan como si fuera el mismo. Hamás ha reivindicado el ataque. Las personas de Jerusalén no quieren pisar demasiado la calle, no saben cuantos infiltrados de Hamás se han colado por la frontera de la Franja de Gaza, y empiezan a llegar los videos del horror. Nadie se puede creer las cifras de muertos. Hay un sentimiento de consternación inexplicable.

Ya es martes. No puede ser, ayer mismo era sábado. Intentas por tercer día consecutivo donar sangre porque las reservas de los hospitales están temblando. Fracasas, hay una cola que da la vuelta al pabellón de baloncesto que han habilitado.

Un grupo de palestinos reza junto a miembros de la Policía de la frontera israelí en la ciudad vieja de Jerusalén.

Un grupo de palestinos reza junto a miembros de la Policía de la frontera israelí en la ciudad vieja de Jerusalén. Reuters

Notas la parada de servicios repentina en el desabastecimiento de los supermercados. Miras a los árabes que trabajan en esos establecimientos y sientes compasión. No son lo suficientemente árabes para la gente de Hamás, y tampoco lo suficientemente israelíes para los del otro lado del muro. Les sonríes intentando combatir el clima de desconfianza que se respira en torno a ellos. No funciona. No es momento de sonrisas.

Te impresiona el volumen de presencia militar por toda Jerusalén. Te impresiona también el volumen de niños que no saben atarse los cordones de los zapatos, pero que están caminando por las calles con el uniforme del ejército. Han sido llamados a filas. También los que ya sabían atárselos están yendo.

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El final de la semana ya está delante de ti y pasas algún tiempo haciendo entrevistas a supervivientes de la masacre en el Hospital Mont Scopus de Jerusalén. Tardas 50 minutos en pasar el control de seguridad, pero al final conoces a Moshe, un activista pro-palestino secuestrado por Hamás que logró escapar. Cuenta cosas que no quieres creerte. También recuperas un poco el ánimo. Tiene un tiro en la mano, pero sigue creyendo firmemente en la coexistencia y la paz.

Entre actividad y actividad te has acostumbrado a ir al búnker cuando suenan las alarmas. Las personas son capaces de normalizar situaciones extremas a una velocidad asombrosa. La recomendación de no salir de casa se repite todos los días. Desde que empezó la guerra, han detenido y neutralizado a más de 1.500 terroristas dentro del territorio de Israel. Hay sospechas de que más de 2.500 consiguieron entrar. No salen las cuentas.

No eres indiferente a las noticias que llegan desde Gaza. Tampoco eres indiferente a la remontada anímica de las personas que ves en las calles de Jerusalén. Siguen heridos, pero tienen que sobrevivir.

El viernes termina con el funeral de los dos hijos de un conocido. También termina con los gritos de las protestas de los árabes en la puerta de Damasco.

Hoy hace una semana que empezó la guerra. Y las cifras del dolor siguen aumentando.