Rizos durante la entrevista para EL ESPAÑOL, cerca del frente de combate de Járkiv.

Rizos durante la entrevista para EL ESPAÑOL, cerca del frente de combate de Járkiv. María Senovilla

Europa

'Rizos', de Villaverde a combatir en Ucrania: "He venido a terminar el trabajo que no pudo acabar mi hermano"

"Creo que es la primera vez que mi padre se siente orgulloso de mí" / "¿Quién te dice que elsiguiente país no puede ser Polonia?" / "No tengo miedo, la verdad, tengo una sensación que es como vértigo más bien".

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Su acento castizo no deja lugar a dudas sobre su origen: Rizos es madrileño, se nota que tiene mucha calle, y no menos desparpajo. A priori nadie diría que es hijo de militar, hermano de militar e incluso nieto de un combatiente de la División Azul.

Pero cuando hizo el petate para recorrer 4.000 kilómetros y alistarse en las Fuerzas Armadas de Ucrania –donde los extranjeros suelen asignarse a la primera línea– nadie se sorprendió. "Supongo que me viene de familia", asegura durante esta entrevista.

Precisamente su familia sufrió una gran pérdida hace casi un año, también en Ucrania, cuando el hermano mayor de Rizos cayó en combate en la región de Donetsk, donde servía en una unidad de inteligencia del GUR ucraniano.

Estaban muy unidos, él era su referente –casi su ídolo– y hablaban por teléfono siempre que podían. En esas llamadas, su hermano le contaba todo lo que estaba viendo en medio de la guerra, incluidas “las atrocidades que cometían las tropas rusas a su paso".

Asegura que no ha venido por dinero –aunque hoy los sueldos en el Ejército de Ucrania oscilan entre los 3.000 y los 4.500 euros para los militares que pelean en primera línea–, porque se ganaba bien la vida en Madrid trabajando como obrero en la construcción y haciendo extras de camarero a sus 26 años.

Tampoco ha llegado hasta las trincheras porque echara de menos la vida militar, ya que, a diferencia de la mayoría de voluntarios extranjeros que firman contrato con las Fuerzas Armadas de Zelensky, Rizos no tiene experiencia en el ejército. Así que descifrar sus motivos es aún más complejo.

Lo encuentro cerca del frente de Lypsi, en la región de Járkov, donde lleva algo más de un mes terminando su adiestramiento militar con la Brigada Khartiia. En mitad de un frondoso bosque, con un fusil entre las manos, hace maniobras y recibe clases de medicina de combate.

Rizos cerca del frente de combate de Járkiv, Ucrania.

Rizos cerca del frente de combate de Járkiv, Ucrania. María Senovilla

"Aún no he salido a mi primera misión, pero tengo muchas ganas de medirme", asegura nada más sentarnos a hablar.

Pregunta: Cuéntame tu historia, ¿Cómo has acabado en Ucrania?

Respuesta: Yo ya estuve aquí en abril del año pasado, vine con mi hermano. Él firmó contrato con el GUR [la Inteligencia Militar ucraniana] nada más llegar, pero yo me tuve que volver a España.

Estuve sólo diez días... Vine con la idea de alistarme en la Legión Internacional, pero se hablaba mucha mierda de esa unidad, de la desorganización que había, de la cantidad de heridos que salían de cada misión. Y mi hermano me dijo que me volviera.

Él se quedó, y por desgracia murió aquí en agosto. Tal vez el año pasado yo aún no estaba preparado, me sentía mal psicológicamente, tenía depresión. Necesitaba un tiempo.

Esta vez, antes de venir, busqué información de otras unidades que estuviesen mejor que la Legión Internacional y que tuvieran batallón de hispanohablantes. Y encontré a Khartiia. Me hablaron muy bien de ellos, me dijeron que era una unidad bastante buena, que con el tema de los pagos cumplían siempre muy puntuales y que cuidaban mucho al personal.

Aunque al principio me dijeron que sólo cogían gente con experiencia militar, y yo no tengo, valoraron que tenía buena actitud y buena forma física. Yo fui boxeador, y tengo buena forma también por la obra.

El viaje fue una paliza, la verdad, pero ya llevo aquí un mes más o menos. Y creo que he aprendido bastante en este tiempo: los instructores me dicen que voy bastante bien, que aunque no tenía experiencia militar la disciplina y la buena actitud suman mucho. Y ya estoy deseando medirme en mi primera misión, ver qué es lo que nos toca.

A pesar de no tener experiencia militar, y de la pérdida de tu hermano, decides volver para combatir en la guerra de Ucrania. Debes tener alguna motivación fuerte.

Yo pienso que lo que está sucediendo aquí nos influye a todos y, además, me parece injusto el sufrimiento del pueblo ucraniano. Porque al otro lado, el pueblo ruso no está sufriendo; aunque les llegue algo de la guerra, no ha habido masacres como en Ucrania ni civiles huyendo de sus casas como en Ucrania.

Cuando lo pienso, yo me pongo en su lugar, y siendo un chaval joven creo que me podría adaptar a empezar una nueva vida en otra parte; pero la gente mayor que tiene que dejar toda su vida y su casa, o los niños pequeños, que no tienen la culpa de nada… El pueblo ruso no está pasando por todo eso, sólo el ucraniano.

Y con lo que están viviendo, me impacta muchísimo su hospitalidad. Supongo que entienden que somos extranjeros, que no es nuestra guerra, y nos agradecen más aún que estemos aquí. Pero es que creo que, sobre todo para los europeos, sí que es nuestra guerra y nos puede afectar muchísimo más adelante... ese tío está loco, Putin está loco. Porque para hacer lo que está haciendo no tiene que estar muy bien de la cabeza… ¡invadir un país! ¿Quién te dice que el siguiente país no puede ser Polonia? Y ahora que ha llegado Trump y Estados Unidos se ha lavado las manos y está dejando de ayudar, ¿quién les ayuda?

Mi padre me dice que soy abogado de presos pobres, que me gustan las causas perdidas. Pero también es cierto que me gusta el mundo militar, aunque algunos me llamen loco y no lo entiendan, pero me gusta esto. Si no he visto mil vídeos de esta guerra, no he visto ninguno.

Antes, cuando era pequeño, me ponía con mi abuelo a ver películas de guerra. Él había estado en la División Azul y me contaba sus cosas. Así que creo que me viene de familia, porque mi padre es militar, mi tío también y mi hermano, que tenía mucha experiencia militar.

El combatiente español 'Rizos' durante la instrucción militar que está recibiendo cerca del frente de combate de Járkiv.

El combatiente español 'Rizos' durante la instrucción militar que está recibiendo cerca del frente de combate de Járkiv. María Senovilla

¿En ningún momento pensaste que si tu hermano, que tenía mucha experiencia, murió en combate era demasiado arriesgado aventurarte en una guerra?

Mi hermano se tiró 15 años siendo militar en España, en una unidad de élite, y otros 5 años en la Legión de Francia. Y es cierto que a pesar de estar preparado perdió la vida, por desgracia. Pero hizo una locura que no se debe hacer: él estaba luchando junto con un amigo de la Legión, al que hirieron fuera de la trinchera; entonces los compañeros le lanzaron la cuerda para arrastrarle con la escarpia y meterlo dentro de la trinchera, pero la cuerda no llegaba, por más que lo intentaron no llegaba.

Mi hermano, por desesperación, salió a recogerlo… y le cayó un proyectil encima. Falleció en el momento. Fue en julio de 2024, no nos dijeron el día exacto, pero el 1 de agosto nos llamaron para avisarnos de lo sucedido.

Tú vas a entrar en combate dentro de pocos días, tal vez unas semanas, ¿tienes miedo?

No tengo miedo, la verdad. A ver, sí tengo una sensación pero no puedo hablar de miedo como tal, es como vértigo más bien. El otro día, por ejemplo, fuimos a llevar paquetes donde están los vehículos blindados y empezamos a escuchar drones volando sobre nosotros. Yo nunca había sentido esa sensación, la verdad.

Fue algo parecido a lo que sentía cuando era boxeador, en España, antes de subirme al ring. Sientes como vértigo, como una especie de ira también. Pero me gusta, porque esa sensación te ayuda a adaptarte a estas condiciones, a este terreno, a este modo de pelear.

Es un modo muy extraño, ¿sabes? A mí me recuerda la Primera Guerra Mundial: es una guerra de gran desgaste de trincheras; pero a la vez hay muchos drones, y un dron que puede costar 500 euros se puede cargar un tanque que te cuesta no sé cuantos millones de euros… es difícil de asimilar.

Cuando entres a misión, lo harás junto a compañeros de Colombia, de Uruguay y de otros países latinoamericanos. ¿Por qué decidiste unirte a esta compañía de Khartiia y no a la de los combatientes extranjeros de otros países de Europa?

Hablamos el mismo idioma y, aunque yo sé inglés, creo que la comunicación es más fácil. Pero lo que más me gusta de aquí es que “hacen piña” entre todos. O sea, la piña ya está hecha, pero me han aceptado muy bien en ella [ríe, mientras lo cuenta].

Estar unidos también es una motivación. Yo la verdad es que estoy súper a gusto aquí, trabajamos muy duro, porque esto es un trabajo aunque aún no estés en el frente, y me presento voluntario para todo.

Rizos, durante el turno de comidas, junto a otros combatientes voluntarios extranjeros de la Brigada Khartiia.

Rizos, durante el turno de comidas, junto a otros combatientes voluntarios extranjeros de la Brigada Khartiia. María Senovilla

Ahora mismo vengo de hacer paquetes para el frente, han pedido voluntarios y yo me he presentado. Les preparamos estos paquetes con comida, agua, lo que sea que necesiten los compañeros que están en posición, y luego se lo lanzan con drones.

¿Cómo imaginas que será cuando te toque a ti estar dentro de las posiciones donde ahora les lanzáis los víveres con un dron?

Aunque esta es una brigada de asalto, también hay misiones de aferro para mantener las trincheras, que serán más relajadas. Pero igualmente puedes estar en posición 15 o 20 días seguidos, incluso un mes.

Las misiones de asalto son más complicadas; los instructores nos dicen que lo más importante es hacer a nuestro líder, al líder de pelotón. Aquí no es como en España, con la escala de mandos: aquí no hace falta ser sargento para liderar un grupo, un soldado raso puede liderar si tiene capacidad. Y hacer que te digan: si toca correr, corremos Todos; si toca embarrarse, nos embarramos todos.

Pero creo que cuando haya que entrar a luchar, mejor yo que soy un chaval joven, a que vaya una persona mayor. Todavía me queda mucha vida por delante, y yo tengo mentalidad de que voy volver a mi casa; es importante ir con esa moral y yo vengo con esa mentalidad. No puedes entrar a misión pensando que te vas a morir… tienes que tirar para adelante y luchar.

¿Quieres volver a España o te gustaría quedarte un tiempo aquí?

De momento voy a estar en Ucrania al menos seis meses, para cumplir el contrato con el Ejército, y luego veremos si renuevo. Este país es muy tranquilo y muy bonito, y aunque yo estaba acostumbrado al centro de Madrid, me está gustando.

Me impacta la tranquilidad que hay incluso en medio de la guerra, como si estuvieras en un pueblo de España apartado de todo.

Yo no voy a ir con prisa, voy a terminar bien la instrucción y a seguir trabajando aquí en lo que me pidan, y cuando haya que entrar en combate, entraré. Aún estoy aprendiendo muchas cosas, no paro, incluso he empezado a leer. En el instituto no me gustaba nada leer, ¡y aquí me estoy leyendo la saga de Harry Potter! Voy por el tercer libro ya, soy muy fan de Harry Potter.

¿A qué te dedicabas en España?

Trabajaba la construcción y hacía extras como camarero en IFEMA y en un bar que hay en mi barrio. Yo soy de Villaverde. Y cobraba bien, porque de camarero se cobra bien. Yo al mes podía llegar a ganar unos 3.500 o 3.600 euros, entre la obra y el sueldo de camarero. No he venido aquí por el dinero.

Y tus padres, después de perder a un hijo aquí, ¿cómo se tomaron tu decisión de venir a
Ucrania?

A mi madre no le gustó la idea, la verdad, pero siento que mi padre es la primera vez que se siente orgulloso de mí. Ha perdido un hijo aquí, y eso es muy duro, pero creo que se siente orgulloso de verme centrado y motivado.

También tengo otro hermano, más pequeño, y le quiero mucho y me gusta que tenga su propia forma de ser, pero yo estaba más unido al mayor, al que murió aquí. Nosotros éramos más locos... cuando llegábamos a las comidas familiares nos decían “ya vienen los Chuckys”...

Estábamos muy unidos, él me enseñó todo... cuando se sacó el carnet de conducir, me venía a buscar el colegio, estaba ahí con todo... Mira, hasta se me pone la piel de gallina cuando recuerdo estas cosas. Le quería muchísimo, ¿sabes?

Y en parte también estoy aquí por lo de mi hermano. No he venido a buscar venganza, porque yo no puedo matar al que disparó el proyectil. Pero también es como para que él se sienta orgulloso de mí, donde esté, si me está viendo. A lo mejor simplemente me siento yo a gusto, sabiendo que estoy terminando el trabajo que él estaba haciendo. Terminando lo que él no pudo terminar.

¿Cómo se llamaba tu hermano?

Alejandro.