El presidente de la República Srpska, Milorad Dodik, asiste a una protesta en Banja Luka, Bosnia y Herzegovina, 25 de febrero de 2025.

El presidente de la República Srpska, Milorad Dodik, asiste a una protesta en Banja Luka, Bosnia y Herzegovina, 25 de febrero de 2025. Amel Emric Reuters

Europa

El polvorín de los Balcanes amenaza con estallar de nuevo en Bosnia: "Dodik quiere triunfar donde fracasó Karadzic"

La Fiscalía bosnia emite una orden de arresto nacional e internacional contra el presidente de la República Srpska, que amenaza con crear su propia policía fronteriza para protegerse de la justicia y forzar la ruptura con Sarajevo.

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“Mi mayor temor no es una guerra a gran escala como la que sufrimos en la década de los noventa, al menos no en principio. Mi mayor temor es más bien que se produzca un enfrentamiento entre distintos cuerpos de seguridad que disponen de armas, y que la retórica política inflame la situación”, confiesa al otro lado del teléfono Adi Ćerimagić, analista senior para los Balcanes Occidentales del think tank Iniciativa Europea de Estabilidad (ESI, por sus siglas en inglés).

Ćerimagić sigue con inquietud lo que sucede en Bosnia, que incuba desde hace varios meses una crisis política de consecuencias imprevisibles. Una crisis que lleva impreso el sello de Milorad Dodik, el presidente de la República Srpska, entidad bosnia de mayoría serbia nacida de los Acuerdos de Paz de Dayton que, hace casi treinta años, pusieron fin a 45 meses de guerra en el país balcánico.

El último capítulo de la crisis comenzó cuando, en febrero, un tribunal de primera instancia de Sarajevo condenó a Dodik a un año de cárcel y otros seis de inhabilitación para ocupar la presidencia de la República Srpska. ¿El motivo? Contravenir las órdenes del jefe de la Oficina del Alto Representante para Bosnia y Herzegovina, Christian Schmidt. El político alemán dirige una institución creada en el marco de los Acuerdos de Dayton que, desde 1997, tiene la capacidad de imponer leyes y cambios en la Constitución regional, despedir a políticos y tomar decisiones vinculantes sin ningún procedimiento detrás. “Simplemente, Schmidt se levanta, decide algo, lo pone en la página web, y entonces eso se convierte en ley en el país”, explica Ćerimagić en conversación con EL ESPAÑOL.

Exministro federal de Agricultura y dirigente de la Unión Social Cristiana de Baviera, partido hermano de la CDU, Schmidt es el zar de Bosnia. Así lo reconoce gran parte de la comunidad internacional. “Es el individuo más poderoso de cualquiera de los 46 países que forman parte del Consejo de Europa”, subraya Ćerimagić. “Puede hacer todo lo que quiera”. Sólo hay un problema. “Schmidt tiene sobre el papel todas esas atribuciones, pero no tiene agencias de aplicación de la ley”. En otras palabras, el mandatario alemán puede decidir, pero no puede imponer. Una debilidad que Dodik no duda en explotar a conveniencia.

En los últimos meses, el mandatario serbobosnio ha sacado adelante en la Asamblea Nacional de la República Srpska varias iniciativas que reman a favor de sus esfuerzos para desconectarse de Sarajevo, entre las que figura una ley que impide ejecutar las sentencias del Tribunal Constitucional de Bosnia y Herzegovina en el territorio que controla y otra que veta de facto los decretos de la Oficina del Alto Representante. Schmidt ha bloqueado todas y cada una de sus iniciativas, pero Dodik ha ignorado todos y cada uno de sus bloqueos. Ese es el motivo que explica su condena. Una condena que, sin embargo, Dodik no está dispuesto a cumplir.

“Schmidt ha intentado hacer algunos cambios, pero necesita más apoyo de los países occidentales, que ahora no están interesados en la región”, indica Hikmet Karčić, miembro del Instituto de Investigación Criminal de la Universidad de Sarajevo. Georgio Konstandi, investigador y escritor sobre el genocidio bosnio, se muestra, en cambio, más crítico con el dirigente alemán. “Se comporta como un gobernador neocolonial que de vez en cuando sale de su torre blanca para hacer proselitismo civilizado entre sus súbditos”, traslada a este periódico.

Hacia la ruptura total

Dodik tiene más causas abiertas en su contra. “Desde diciembre, el fiscal del Estado le investiga a él y a un par de personas más, incluido el primer ministro y el presidente del parlamento de la República Srpska, por atentar contra el orden estatal y la Constitución”, señala Ćerimagić. “Les investiga por redactar una nueva Constitución que introduce ejércitos separados, controles fronterizos separados, agencias de inteligencia separadas, lo que daría al traste con el actual orden constitucional”. Un orden nacido de los Acuerdos de Dayton de 1995.

Dodik no se limitó a recurrir la sentencia, sino que aprovechó la ocasión para espolear las tensiones étnicas. El presidente de la República Srpska declaró que el tribunal de Sarajevo actuó movido por el “odio racial y nacional” contra los serbios, y decidió retirar la jurisdicción sobre la entidad serbobosnia de los tribunales estatales, la Agencia Estatal de Investigación y Protección y el Alto Consejo Judicial y Fiscal. Una ruptura total.

El calado de las medidas motivó la reacción de la Fiscalía bosnia, que, el pasado lunes, emitió una orden de arresto contra el propio Dodik, contra su primer ministro, Radovan Višković, y contra el presidente de la Asamblea Nacional de la República Srpska, Nenad Stevandić. Otras dos figuras acusadas, como Dodik, de atentar contra el orden constitucional.

Ante los desafíos continuados del líder serbobosnio, que cruzó a la vecina Serbia a principios de semana y se presentó el jueves en Israel para asistir a una conferencia sobre antisemitismo celebrada en Jerusalén, donde quiso, por cierto, fotografiarse con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, Sarajevo remitió a la Interpol una orden de arresto internacional contra él y contra Stevandić, no así para Višković.

Descifrando a Dodik

Apodado como el Oso Bosnio, Dodik es el político que más tiempo lleva en activo en la historia de posguerra de Bosnia y Herzegovina. “No tuvo ningún papel —o no tuvo ningún papel significativo— durante la guerra. Y después de la guerra, se convirtió por primera vez en primer ministro de la región de la República Srpska en 1998. Desde entonces, con un par de años de pausa, ha sido, al menos desde 2006, el político más destacado de la República Srpska. Ha sido el líder del partido más fuerte de la región y ha dominado la política de posguerra de Bosnia y Herzegovina”, resume Ćerimagić.

“En realidad, a pesar de ser una figura tan influyente, Dodik cuenta siempre con el apoyo de otros. ¿Qué quiero decir con eso? Quiero decir que la última vez que su partido político tuvo mayoría en la República Srpska fue en 2006. Desde 2010, siempre se apoya en coaliciones, incluso a nivel regional, de a veces cinco o seis partidos”, añade el analista. “Además, a nivel estatal, siempre tiene que compartir el poder con socios de coalición, porque así lo establece la Constitución, y estas coaliciones son a menudo de seis o siete partidos”.

Karčić hace hincapié en su perfil ideológico: “Dodik es un autócrata nacionalista serbio que habla de hacer que la República Srpska sea más independiente o incluso de separarse de Bosnia. También es prorruso y prohúngaro, y a menudo afirma que el Gobierno central de Bosnia y la Oficina del Alto Representante no deberían tener poder sobre la República Srpska”. Mientras que Reuf Bajrović, exministro de Energía, Industria y Minas de la Federación de Bosnia y Herzegovina, insiste en esta línea en conversación con EL ESPAÑOL: “Dodik es un ultranacionalista que quiere triunfar donde fracasó Radovan Karadžić. Su objetivo político es unir a Serbia el 49% de Bosnia, que ha sido objeto de una limpieza étnica”.

“Dodik es un aspirante a autócrata interesado y desesperado por conseguir dinero en medio de las paralizantes sanciones occidentales”, sentencia Konstandi. “Su propio interés —que puede verse en su actual golpe de Estado, que es un intento flagrante de evitar la cárcel— está por encima de cualquier puritanismo ideológico”.

De presentarse como líder de una fuerza serbobosnia moderada que rivalizaba con el extremismo de Karadžić, condenado por el Tribunal de La Haya a cuarenta años de cárcel por los cargos de genocidio, lesa humanidad y crímenes de guerra, incluidos los relacionados con la masacre de Srebrenica y el asedio de Sarajevo, Dodik mutó en negacionista del genocidio bosnio. Calificó de “tragedia organizada” y de “mentira” la matanza de 8.000 hombres y niños musulmanes antes del final de la guerra en Srebrenica.

Amigo de Putin y Vučić

Su férrea postura antioccidental le llevó a integrar el eje prorruso. Dodik cuenta hoy con el respaldo de la Rusia de Vladímir Putin —con quien se ha reunido hasta en cinco ocasiones en Moscú desde que diera comienzo la invasión de Ucrania—, la Hungría de Viktor Orbán y la Serbia de Aleksandar Vučić. El presidente serbio, que enfrenta a nivel interno las mayores protestas desde la caída de Slobodan Milošević, declaró que la condena contra Dodik era “la mayor crisis en Bosnia y Herzegovina desde el final de la guerra” y se desplazó hasta Banja Luka, la capital de la República Srpska, para arroparle.

Días después, Vučić acogió en Serbia al presidente del parlamento serbobosnio, Nenad Stevandić, quien, como Dodik, está perseguido por la justicia bosnia. El propio Stevandić declaró la pasada semana en la televisión serbia que “la dirección de la República Srpska ha estado y seguirá estando unida”. “Hemos mantenido consultas diarias, no hemos permitido que nos dividieran, ni que ningún embajador interpusiera un obstáculo que perturbara esta unidad”, insistió la mano derecha de Dodik.

Pese a estar en búsqueda y captura, el presidente de la República Srpska se las arregló para aparecer en la noche del lunes en el municipio serbio de Batajnica, cerca de la capital, Belgrado, para asistir como invitado de honor a la conmemoración oficial del bombardeo de Yugoslavia por parte de las fuerzas de la OTAN en 1999. Dodik llegó, defendió a Vučić —a quien considera “el único que puede devolver la fuerza a Serbia” en mitad de las movilizaciones multitudinarias que exigen su renunciay condenó la intervención de la Alianza.

Serbios de Bosnia se manifiestan frente al parlamento regional en apoyo al presidente de la República Srpska, Milorad Dodik, a la espera de un veredicto judicial sobre las acusaciones de que desafió las resoluciones del enviado internacional de paz de Bosnia, en Banja Luka, Bosnia y Herzegovina, 26 de febrero de 2025.

Serbios de Bosnia se manifiestan frente al parlamento regional en apoyo al presidente de la República Srpska, Milorad Dodik, a la espera de un veredicto judicial sobre las acusaciones de que desafió las resoluciones del enviado internacional de paz de Bosnia, en Banja Luka, Bosnia y Herzegovina, 26 de febrero de 2025. Amel Emric Reuters

Sólo tres días después, Dodik se presentó, ni corto ni perezoso, en Jerusalén para asistir a la citada conferencia contra el antisemitismo organizada por Netanyahu a la que acudieron varios líderes de extrema derecha europeos, entre los que destacó el pupilo de Marine Le Pen, Jordan Bardella, presidente del antiguo Frente Nacional.

La policía fronteriza de Bosnia y Herzegovina todavía investiga cómo pudo Dodik sortear el radar de las autoridades y cruzar, impune, la divisoria. “Valiéndose de sus altos cargos en la entidad Republika Srpska, eludieron los procedimientos de control fronterizo legalmente prescritos, cruzaron la frontera estatal y abandonaron Bosnia y Herzegovina”, denuncia la Fiscalía de Sarajevo en el escrito remitido a la Interpol.

¿Qué hará Trump?

En el otro lado del muro, difuso cuando se trata de los Balcanes, se encuentra la Unión Europea. Tras el desafío de Dodik, la delegación especial del bloque comunitario para Bosnia y Herzegovina exigió respeto a las decisiones del Tribunal Constitucional, pidió diálogo entre los actores políticos y, según adelantó el digital Politico, aumentó “de forma temporal” el contingente de la EUFOR Althea, la fuerza militar encargada de garantizar que el acuerdo de paz se cumple. En este sentido, la prensa serbia informó a principios de marzo de la llegada de 400 nuevos soldados a su fuerza de 1.100 efectivos en la zona.

Pero la incógnita que sobrevuela la región es saber qué postura adoptará Donald Trump, quien comparte los puntos de vista del Kremlin en otras áreas de Europa tan próximas a los Balcanes como Rumanía y, por qué no decirlo, Ucrania. El presidente de Estados Unidos se ha pronunciado sobre decenas de asuntos en sus dos primeros meses en el Despacho Oval, pero no ha dicho nada sobre Bosnia.

“Dodik contaba con el apoyo de Trump. Ha estado apostando por el regreso del republicano a la Casa Blanca, y ha estado diciendo durante años que si vuelve Trump, declararía la independencia porque cree que Estados Unidos, al menos durante la Administración Trump, no se involucrará en Bosnia. O incluso mejor para él, que apoyarían su plan”, indica Ćerimagić. “Pero ha calculado mal, al menos de momento, porque el secretario de Estado, Marco Rubio, ha criticado su conducta”. Una conducta que, según las declaraciones del jefe de la diplomacia estadounidense, socava las instituciones de Bosnia y Herzegovina. Nada definitivo, sin embargo.

Riesgo de detención

Dodik teme que las autoridades bosnias lo detengan. Temores que fueron palpables durante su visita del jueves de la semana pasada a la localidad de Zvornik, a orillas del río Drina. El diario bosnio Klix Vijesti comparó la escena de su aterrizaje en el campo de fútbol del equipo local con la película La caída del halcón negro de Ridley Scott. Apareció más escoltado de lo habitual, acompañado en todo momento de varios helicópteros y de agentes de unidades antiterroristas.

“Cabría pensar que una condena de prisión y una orden de detención bastarían para garantizar su encarcelamiento. Sin embargo, la policía y los servicios de inteligencia de Bosnia y Herzegovina, así como los ministros del Gobierno de Sarajevo, han considerado que su detención constituye un riesgo para la seguridad demasiado elevado”, señala Konstandi. “Evidentemente, piensan que cualquier posible reacción de sus seguidores —que, francamente, no están en condiciones de iniciar un levantamiento armado— o de su partido sería peor que... esperar a ver si lleva a cabo su golpe partitocrático. Es absurdo”.

Serbios de Bosnia se manifiestan frente al parlamento regional en apoyo al presidente de la República Srpska, Milorad Dodik, a la espera de un veredicto judicial sobre las acusaciones de que desafió las resoluciones del enviado internacional de paz de Bosnia, en Banja Luka, Bosnia y Herzegovina, 26 de febrero de 2025

Serbios de Bosnia se manifiestan frente al parlamento regional en apoyo al presidente de la República Srpska, Milorad Dodik, a la espera de un veredicto judicial sobre las acusaciones de que desafió las resoluciones del enviado internacional de paz de Bosnia, en Banja Luka, Bosnia y Herzegovina, 26 de febrero de 2025 Amel Emric Reuters

“Dodik puede ser detenido sin mucha inestabilidad. Sin embargo, cuanto más se prolongue la detención, más aumentarán las posibilidades de conflicto”, coincide el exministro Bajrovic. “Si Dodik y compañía son detenidos lo antes posible, las consecuencias para Bosnia serían un aumento espectacular de la estabilidad y la cooperación política. Por el momento, las amenazas de violencia de Dodik son papel mojado”.

“Dodik debe ser llevado a interrogatorio, porque es la única manera de demostrar que las instituciones estatales funcionan y que nadie en el país está por encima de la ley. Sin embargo, esto es incierto porque las agencias también son muy cautelosas sabiendo que si hubiera un enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y la policía, eso podría alimentar consecuencias políticas y luego de seguridad”, zanja Ćerimagić.

Poco después de la emisión de la orden de arresto de la Fiscalía, el mandatario serbobosnio informó a través de la red social X que la entidad que controla prepara la creación de “su propia policía de frontera”, una nueva fuerza de seguridad para controlar la divisoria con la Federación de Bosnia y Herzegovina. Quiere blindarse Dodik, que amenazó además con confiscar las propiedades de los funcionarios serbobosnios que trabajen en los organismos federales.

Schmidt salió en defensa de los empleados públicos. “¡Eso no sucederá! ¿Por qué? Porque no vivimos en Corea del Norte, donde una persona decide la vida de todos los ciudadanos de ese país. Vivimos en una Europa libre donde hay diferentes opiniones. En una sociedad democrática, existe un procedimiento claro a seguir si las opiniones difieren”, respondió el político alemán. La pugna continúa.