Liz Truss, ministra de Exteriores británica.

Liz Truss, ministra de Exteriores británica. EP

Europa GUERRA EN UCRANIA

Lo que rompió el Brexit lo une Putin: la UE 'reintegra' a Reino Unido al Consejo de ministros de Exteriores

"Es un día histórico para la diplomacia", proclama la ministra británica Liz Truss, que participará como una más en la reunión de Bruselas.

3 marzo, 2022 21:33

Lo que rompió el Brexit lo ha logrado recomponer Vladímir Putin gracias a (o por culpa de) su invasión "salvaje e inmoral" de Ucrania. Las palabras entrecomilladas son de la ministra británica de Exteriores.

Liz Truss tendrá el honor histórico, este viernes, de ser la primera miembro del Gobierno de Londres en participar en un Consejo Europeo de Ministros de la UE desde la salida de Reino Unido.

Según ha podido saber EL ESPAÑOL, el viaje de Truss, previsto en principio solamente a Lituania para reunirse con sus homólogos de los tres países bálticos -tres repúblicas exsoviéticas amenazadas directamente por el régimen de Moscú en los últimos días- ha sido modificado para participar en tres encuentros clave en Bruselas.

Truss tendrá una apretada agenda de diplomacia con citas previas en el foro de la OTAN y del G-7. Su objetivo, aclaran las fuentes oficiales consultadas, será coordinar al gabinete de Boris Johnson con el resto de potencias mundiales en las sanciones y acciones ejecutivas contra el régimen de Putin "por su invasión ilegal, amoral y bárbara" contra un país democrático, libre y soberano. El más grande de Europa. 

Habrán pasado más de dos años desde que el Reino Unido abandonó definitivamente la UE, el 31 de enero de 2020, y más de cinco desde que empezaron a celebrarse los Consejos con la ausencia de Londres, al activarse el artículo 50 del Tratado. El del adiós.

"El desafío fue enorme", explica a este periódico un alto funcionario de la Unión. "Fue la segunda gran crisis en poco tiempo, tras la financiera de 2008. Y probablemente su consecuencia, con Putin ya manejando los hilos de la desinformación. Pero realmente, el inicio de las crisis existenciales de la UE en los últimos años, seguida de la pandemia y, ahora, de la guerra".

La visita de Truss se centrará en el futuro de la seguridad europea. "Para eso estaré en Bruselas, en uno de los días más importantes de la diplomacia", proclama. "Trabajaremos con otras democracias amantes de la libertad para estrechar el cerco en torno a la maquinaria de guerra de Putin y señalar nuestro fuerte apoyo a la integridad territorial de Ucrania".

Las crisis y la UE

El consenso entre todos los altos representantes de las instituciones europeas consultados es que "no sólo es un dicho que la UE avanza más rápido en las crisis, sino que ésa es su esencia". El secretario general del Partido Popular Europeo, Antonio López-Istúriz, lo define casi con placer: "Las Comunidades Europeas se fundaron para que la unidad no rompiera de nuevo las costuras del continente", diagnostica, "por eso cuando tratan de rasgarnos, el estímulo es unirnos más".

Así se comprobó en el Brexit, que se afrontaba de inicio como una auténtica prueba de estrés en directo. Los Veintisiete, entonces, acordaron forzar a Reino Unido a "sentir que fuera de la UE hace frío", tal como lo definió el negociador, Michel Barnier.

Después, se vio con la llegada del coronavirus, que supuso "un salto histórico hacia la federalización de Europa". La definición fue de Guy Verhofstadt -ex primer ministro belga y líder de los liberales en el Parlamento Europeo-.

Hace referencia al impulso de la primera emisión de deuda mutualizada para financiar los fondos de recuperación, en contra de los iniciales y eternos deseos de Estados fundadores como Países Bajos y Alemania, o de otros con enorme peso ideológico hasta entonces, como Dinamarca, Austria o Suecia.

Y ahora, "el acta fundacional de la Europa geopolítica" la está escribiendo "la barbarie de Putin". Y no son sólo las palabras del contundente discurso de Josep Borrell, el pasado lunes en la sesión extraordinaria del Parlamento Europeo, en Bruselas, las que lo demuestran. También otros hechos y símbolos.

EEUU y la UE

Así lo corrobora, el papel secundario que, conscientemente, ha tomado el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Fuentes cercanas al ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, confirman que Washington ha querido dar los pasos "ni siquiera a la vez, sino en apoyo de las iniciativas de la UE y de la OTAN", de manera explícita.

De ahí, otra señal emblemática, como es la invitación a Antony Blinken, su secretario de Estado, al Consejo del pasado 23 de enero, que se repetirá este viernes, junto al titular de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, en este caso de manera telemática. 

Y finalmente, la invitación a Truss a sentarse a la mesa con sus colegas de la UE. Por primera vez en años se visualizará una Europa unida (reunida, de nuevo). La ministra británica participará en lo que su Gobierno califica, según las fuentes, como "una demostración colectiva de fuerza y unidad en oposición a la invasión ilegal de Rusia".

España y la UE

Antes del viaje, Truss lanzó un mensaje de fuerza unitaria, distribuido por su embajada en Madrid: "Es vital que el Reino Unido y nuestros aliados mantengan un frente fuerte y unido contra la agresión rusa y actúen en bloque en apoyo a Ucrania".

Además, este gesto puede significar un apoyo clave en las posiciones propias de España ante el desafío de "un conflicto largo, no de días, ni de semanas, ni de meses con Rusia", tal como lo definió Pedro Sánchez el miércoles ante el Parlamento

Madrid se sabe en una posición de ventaja ante las consecuencias del conflicto. "Más del 60% del suministro energético de países de Centroeuropa, sobre todo de la locomotora alemana, dependen del gas y del petróleo ruso", apunta la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, en conversación con este diario. "Y España, en ese aspecto, no tiene por qué sufrir problemas de suministro, sólo de tensión inflacionaria, que no es poca cosa".

Pero nuestro país, gracias a las políticas de previsión de los diferentes gobiernos anteriores, tiene casi la mitad de la capacidad europea en plantas de regasificación. Si el suministro ha de venir licuado en barco, esto quiere decir que "las fuentes alternativas" que busca la Comisión Europea en su última comunicación, en la que planteaba que la siguiente ronda de sanciones a Rusia incluyan la compra de su gas y su petróleo, deberán llegar por barco... Y en gran parte, ser distribuidas desde España. 

Borrell dejó claro, en su histórico discurso del lunes, que Europa no se puede permitir que "el dinero que pagamos por la energía se utilice para financiar una guerra de invasión injusta y criminal, contra un país asociado" como Ucrania. Y ahí, según Ribera, "podemos aportar mucho" y el Ejecutivo de Sánchez ya está trabajando en ello con los socios comunitarios.

Además, el Gobierno lleva meses proponiendo cambios en la estructura de conformación de precios de la energía. "Un punto que fue rechazado de inicio, en junio de 2021, mirado con nuevos ojos en otoño, cuando los precios no bajaban, y que ahora empieza a ser abrazado por los que lo desdeñaban". La vicepresidenta no pone nombres, pero sus ojos miran a Berlín.

Y en este punto, los planteamientos de la ministra británica de Exteriores vienen a cimentar los planteamientos españoles.

Según el encargo del premier Johnson a su jefa de la diplomacia para esta primera reunión con los exsocios de la Unión, Truss abordará con sus homólogos "la reducción de la dependencia europea del petróleo y el gas rusos". Así, una vez suspendido sine die el Nord Stream 2, y ya en quiebra sus empresas impulsoras, Londres "hará un llamamiento a socios y aliados para apoyarse en socios fiables en lugar de depender de un solo país".

Ese socio puede ser Madrid. Entre otras cosas por la ya descrita posición de ventaja en infraestructuras, por la capacidad de interlocución con los suministradores del norte de África -esencialmente Argelia-, y por la apuesta milmillonaria por el hidrógeno verde. "Si de una vez, Francia deja de poner obstáculos a las interconexiones eléctricas y de gas, podemos convertirnos en un sustento clave de la autonomía estratégica europea".

La OTAN y la UE

Truss asistirá a la reunión de la OTAN con sus homólogos para impulsar el apoyo de los aliados "para reforzar el flanco oriental de la Alianza como medida disuasoria para detener la agresión rusa". Y posteriormente, mantendrá conversaciones con los titulares de Exteriores del G-7 antes de asistir al Consejo de Asuntos Exteriores de la UE para visualizar "la defensa común de la seguridad europea y la soberanía de una nación europea hermana".

Esta trascendental participación de la ministra británica en el Consejo de la UE tiene más valor en el sentido de que no sería necesaria, ya que las sinergias entre la UE y la OTAN son enormes. Sólo seis de los Veintisiete -Austria, Chipre, Finlandia, Irlanda, Malta y Suecia- no pertenecen a la Alianza. 

Además, el embrión impulsado por Madrid y Roma, con el apoyo externo de Berlín, plantea una UE autónoma "pero complementaria con la OTAN".

Los aliados redefinirán su "concepto estratégico" en unos meses en la capital de España, en la cumbre que además celebrará los 40 años de la integración de nuestro país en la Alianza Atlántica. Y las fechas coinciden con las previstas para el cierre del proyecto de la UE en este campo.

El concepto de la autonomía estratégica está en pleno debate ahora mismo en Bruselas. A la presidencia de turno francesa le ha atropellado la guerra en Ucrania en lo tocante a muchos de sus objetivos. Sin embargo, el empeño de Emmanuel Macron por cerrar antes de junio el documento Strategic Compass (Brújula estratégica) impulsado por Borrell tiene ahora enormes visos de cumplirse.

Ha constituido un éxito sin precedentes de la diplomacia bruselense la unidad granítica de los Veintisiete en esta crisis bélica. Las dudas, de inicio, estaban en los países de Visegrado, crecientemente cercanos étnica, ideológica y comercialmente a Moscú en los últimos años. Pero incluso la Hungría del ultraconservador Viktor Orbán ha mantenido la unanimidad, necesaria para la toma de todas y cada una de las sanciones impuestas hasta la fecha.

Por eso, y porque además la crisis de refugiados, que la UE prevé que pueda alcanzar hasta los siete millones de personas desplazadas y emigradas desde Ucrania, ahora toca de lleno a estas naciones limítrofes, Bruselas confía en convertir en directiva lo que estas jornadas están mostrando en hechos.

Es decir, que la Unión Europea, hasta ahora una superpotencia en valores y principios, un actor decreciente en lo industrial, económico y comercial y un enano geopolítico, se consolide como polo de Occidente en todos estos aspectos.

Y por primera vez en su historia, sentará a su mesa a Reino Unido, el hijo pródigo al que toda la UE, por boca de los entonces presidentes del Consejo, Donald Tusk; de la Comisión, Jean-Claude Juncker; y del Parlamento, Antonio Tajani, nunca dijeron adiós en 2019. Sino hasta pronto.