Luiz Inácio Lula da Silva (izda.) y Gabriel Boric (dcha.), este lunes en la cumbre UE-CELAC.

Luiz Inácio Lula da Silva (izda.) y Gabriel Boric (dcha.), este lunes en la cumbre UE-CELAC. Efe

América Chile

Boric planta cara a Lula: su condena a la invasión rusa y al régimen de Maduro lo alejan de Brasil y los BRICS

Las posturas del presidente de Chile en política exterior resultan incómodas para los planes de Brasil de un bloque sudamericano neutral ante la guerra.

21 julio, 2023 03:19

El presidente de Chile, Gabriel Boric, ha aprovechado la cumbre entre la UE y la CELAC de esta semana para dictar sentencia: la guerra en Ucrania es una "agresión imperial rusa". La aseveración confirma el distanciamiento de Santiago de la órbita brasileña, que ya se hizo notar en mayo, cuando condenó la situación de los derechos humanos en la Venezuela de Nicolás Maduro. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que ha tratado de promover un liderazgo regional de izquierdas desde que llegó al poder en enero de este año, atribuyó las desavenencias de los últimos días a la "juventud" e "inexperiencia" de su homólogo chileno, de 37 años.

Pero Boric se ha mantenido en sus trece después de la cumbre. Cuando le preguntaron por el desencuentro en Bruselas, respondió: "Yo tengo un respeto infinito y mucho cariño por Lula pero, si me preguntan: «¿Quiere usted que termine la guerra?»... Sí, quiero que termine la guerra, y creo que tenemos que ser muy claros en decir que esta es una guerra de agresión inaceptable". Y concluyó: "Lo importante es que seamos capaces de defender el derecho internacional a toda costa [...]. No olvidemos que el día de mañana podríamos ser nosotros".

La apuesta del Brasil de Lula por integrar a otros mandatarios sudamericanos de izquierdas en el mundo multipolar de los BRICS implica, entre otras cosas, no condenar la invasión de Rusia a Ucrania. Con el posicionamiento y la invitación al resto de líderes latinoamericanos a proceder igual, Boric utilizó la cumbre UE-CELAC como foro donde desmarcarse oficialmente de la postura de bloque que Lula promueve desde que llegó al poder en enero: una reacción cordial con ambas partes que se abstenga de embargar a Rusia.

Lula y Boric conversan con la ministra de Asuntos Exteriores de El Salvador, Alexandra Hill Tinoco.

Lula y Boric conversan con la ministra de Asuntos Exteriores de El Salvador, Alexandra Hill Tinoco. Efe

El pasado 30 de mayo, Lula invitó a Maduro a una cumbre de líderes sudamericanos en un intento de reintegrar a Venezuela en los foros regionales y de convencer a los socios de que la reputación del país caribeño se debía a una "narrativa" de quienes intentaban desprestigiar el régimen. Esta jugada ya provocó la reacción negativa de Boric, que expresó su malestar por que Brasilia persiga un acercamiento con Caracas sin reparar en las violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen de Maduro.

"Manifesté que tenía una discrepancia con lo que señaló el presidente Lula el día de ayer, en el sentido que la situación de derechos humanos en Venezuela era una construcción narrativa", dijo el mandatario chileno en ese momento, convencido de que la crisis de derechos en ese país "es una realidad, es seria y he tenido la oportunidad de verla en los ojos y el dolor de cientos de miles de venezolanos que están en nuestra patria".

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En ese momento, Lula no respondió a las declaraciones de Boric. Pero sí lo ha hecho esta semana, después de la clara condena del presidente chileno a Rusia por su "agresión imperial" en Ucrania. Después de que su homólogo brasileño, de 77 años, achacara el cambio de postura de Chile al "nerviosismo" e "inexperiencia" de su líder, Boric buscó sosegar las tensiones.

"No me siento ofendido, me siento muy tranquilo, las veces que he tenido oportunidad de conversar con él he tenido la mejor impresión, somos de la misma familia política y hoy día podemos tener matices en torno a esto, pero la posición de Chile es de principios", declaró Boric el miércoles, a su llegada en tren a la estación parisina de Lyon. E insistió: "Hay que ser categóricos, claros y no hay que dejar espacio a la duda", con la premisa de que "eso, a la larga, a los ojos de la historia envejece bien".

El presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, y el presidente de Chile, Gabriel Boric, se abrazan este lunes en Bruselas.

El presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, y el presidente de Chile, Gabriel Boric, se abrazan este lunes en Bruselas. Efe

¿Cómo interpretar a Boric?

"Yo con Lula tengo respeto, cariño, no diferencias sustantivas en esto, y no me cabe ninguna duda de que ambos estamos por la paz", declaró conciliador el miércoles Boric. Sin embargo, las distancias que ha marcado con su homólogo brasileño durante los breves seis meses que han compartido como presidentes de sus respectivos países hacen dudar de si Chile está amenazando el "rol de liderazgo" de Brasil en el progresismo latinoamericano.  

Pero según indican los medios chilenos, puede que sea el presidente chileno el que siente que Lula está arrebatándole el mando. "En círculos diplomáticos sostienen que, al asumir el Gobierno [en marzo de 2022], [Boric] se trazó como un horizonte jugar un rol en América Latina, y así lo ha transmitido a sus equipos. La idea de que fuera él quien asumiera el rol articulador de un eje de izquierda con el ascenso de otros líderes como el propio Lula" u otros como Petro, escriben Isabel Caro y Fernando Fuentes en un análisis de La Tercera.

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Desde Brasilia, en cambio, Boric es visto "como un rehén de la derecha, y a Chile como un mal ejemplo para la izquierda en América Latina", aseguró Mônica Bergamo en una columna de la Folha de São Paulo publicada tras los desentendimientos sobre Venezuela el pasado mayo. "Boric se convirtió en lo que Lula tiene que evitar a cualquier costo: un líder que no entendió el contexto de su victoria, las limitaciones de su fuerza y que terminó permitiendo que la derecha, en poco tiempo, dominara nuevamente las pautas del país", sentenció Bergamo.

Difuso el rol de Chile en la alianza de izquierdas sudamericana, los comentarios de Boric en la cumbre de esta semana han granjeado a Boric un posible acercamiento a Europa. Antes de viajar a Bruselas, el mandatario ya "tenía como objetivo aprovechar el espacio que otros liderazgos de la región no copan, por ejemplo, relativo al respeto de los derechos humanos y sobre la situación de Ucrania en Rusia", dicen fuentes del Gobierno chileno a La Tercera.

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Así, el progresismo ―cada vez más modesto― de Boric podría erigirse como un buen aliado en Latinoamérica de las socialdemocracias europeas, que condenan unánimemente la guerra en Ucrania. El ministro de Exteriores chileno, Alberto van Klaveren, mostró ilusión por este nuevo camino durante las reuniones de la cumbre UE-CELAC, en la que declaró contento haber tenido que dejar en el tintero algunas reuniones bilaterales por falta de huecos en la agenda.