Soldados del Ejército de Benín en Cotonú.

Soldados del Ejército de Benín en Cotonú. Reuters

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Francia empuja a Nigeria a abortar un golpe de Estado en Benín por la creciente influencia de Rusia en la región

En cinco años han triunfado once golpes de Estado en siete países de África: Madagascar, Guinea Bissau, Mali, Níger, Burkina Faso, Sudán y Chad.

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Las claves

Militares intentaron un golpe de Estado en Benín, liderados por el teniente coronel Pascal Tigri, afirmando querer liberar al país de la "dictadura" de Patrice Talon.

El intento de golpe fue abortado gracias a la intervención de las Fuerzas Armadas de Benín y la colaboración militar de Nigeria, respaldada por la CEDEAO y Francia.

El golpe en Benín sigue el patrón de otros países africanos donde gobiernos militares han roto lazos con Francia y buscado acercamiento con Rusia.

Benín enfrenta una grave crisis política y de seguridad, con acusaciones de autoritarismo contra Talon y la presencia de grupos terroristas vinculados a Al Qaeda y Estado Islámico en el norte del país.

Se escucharon tiros en la madrugada del domingo en Cotonú, la principal ciudad de Benín. Poco después, un grupo de militares irrumpió en la sede de la televisión estatal y comunicaron ante las cámaras que el presidente del país, Patrice Talon, había sido depuesto, y que el gobierno estaba a partir de entonces a cargo del Comité Militar para la Restauración. Benín amanecía el domingo con un golpe de Estado en curso. El tercero en África en menos de dos meses.

Continuaron los tiroteos. Cada bala que se dispara aumenta la incertidumbre. En algún momento de la confusión, el teniente coronel Pascal Tigri, líder de los sublevados, compartió en redes sociales un vídeo donde confirmaba estar ejecutando una “operación” para “liberar al pueblo beninés de la dictadura de Patrice Talon”. En su aparición, además, hizo una advertencia: que Francia no intervenga en los asuntos internos de su nación. Y con esto quedaba al descubierto que el golpe era, en efecto, real, y que su dirigente era este teniente coronel de la Guardia Nacional, discreto, poco conocido por el público.

Prosiguieron los enfrentamientos, cada vez más apagados. Y fue cerca del mediodía, cuando la incertidumbre alcanzaba sus cotas máximas, el momento en que el ministro del Interior y de Seguridad Pública, Alassane Seïdou, apareció en la misma cadena que los golpistas, en el mismo plató, para anunciar que el golpe había sido abortado: “Las Fuerzas Armadas de Benín y su jerarquía, fieles a su juramento, se mantuvieron comprometidas con los principios republicanos. Su actuación permitió mantener el control de la situación y frustrar el intento. Por ello, el Gobierno invita a la población a continuar con sus actividades con normalidad”.

La sombra rusa

En los últimos cinco años han triunfado once golpes de Estado en África. Madagascar, Guinea Bissau, Mali, Níger, Burkina Faso, Sudán y Chad han sido las naciones afectadas, y merece la pena destacar que varios de los gobiernos militares resultantes han optado por romper o distanciar sus relaciones con Francia, a cambio de estrecharlas con Rusia. Es un patrón que se ha repetido en Mali, Níger, Sudán, Chad y Burkina Faso, y pareció que algo similar ocurriría en Benín cuando Tigri apeló directamente a Francia para que no interviniese.

Y las cuentas afines a Rusia celebraban el golpe en redes sociales a la manera habitual, esto es, vitoreando una nueva derrota francesa. Porque nada de lo que ocurre en África Occidental es ajeno al resto del planeta. El enfrentamiento entre Rusia y Francia en el continente es ya conocido por todos. Por eso, por cada gobierno afín a Francia que cae en manos de los golpistas, nace una junta militar ansiosa por establecer relaciones con Moscú.

Las mismas cuentas que celebraban el golpe por la mañana aseguraban a mediodía que la lucha continuaba. Para ello se servían de viejos vídeos de Ucrania y del Sahel, rápidamente desmentidos por los propios usuarios en los comentarios. El usuario @OgbeniDemola, con más de 155.000 seguidores en X, denunciaba que “Francia está luchando para proteger su régimen de marionetas en la República de Benín. África sigue siendo un territorio colonizado, y nuestros líderes son gobernadores”. Y, como esta cuenta, muchas más.

Varios soldados en Cotonú el día del intento de golpe de Estado.

Varios soldados en Cotonú el día del intento de golpe de Estado. Reuters

Hubo un intento de golpe que los sospechosos habituales interpretaron como “una victoria de la soberanía africana” (aunque cada uno de los países que han cambiado a Francia por Rusia se encuentran hoy en una situación de seguridad peor de la que vivían cuando los militares tomaron el poder) y el golpe fue abortado, pero la expectación se mantuvo. Máxime cuando se conoció que la Fuerza Aérea nigeriana bombardeó en la tarde del domingo supuestas posiciones de los sublevados en la frontera Benín-Nigeria.

La CEDAO reacciona con la ayuda francesa

Se difundieron imágenes de un A-29 Super Tucano sobrevolando territorio beninés mientras era ametrallado, sin éxito, por los sublevados. Se reconoció públicamente que Nigeria colaboraba de forma activa con el legítimo gobierno beninés en su lucha contra los golpistas. Y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) emitió en las últimas horas del día un comunicado donde anunciaba el despliegue en Benín de una fuerza de respuesta conjunta, compuesta por tropas de Nigeria, Sierra Leona, Costa de Marfil y Ghana.

Merece la pena destacar que esta fuerza conjunta, conocida como “Standby Force” fue creada en origen en 2023, tras el golpe de Estado de Níger que situó en el poder a los militares. Ideada como una respuesta de la CEDEAO para hacer frente a la epidemia de golpes de Estado que afectan a la región, nunca utilizada, pareció quedarse en una anécdota. Hasta ahora.

La reacción de la CEDEAO, aplaudida por unos, ha sido gravemente criticada por los mismos que celebraban el golpe. Según este sector de la opinión, la CEDEAO funciona como un “siervo” de París, y denuncian que “Francia y sus aliados” están violentando la soberanía beninesa por medio de la respuesta militar anunciada por la CEDEAO. Como es lógico, Francia y el resto de naciones implicadas actúan dentro de la legalidad existente y como respuesta a la ayuda solicitada por el presidente democráticamente electo de Benín, pero ni siquiera la más lógica de las explicaciones basta para apaciguar los ánimos de los antifranceses.

Incluso se rumoreó que los yoruba (etnia con una gran presencia en Benín y Nigeria y con más de 50 millones de personas en todo el mundo), etnia a la que pertenece el presidente de Nigeria y la madre del presidente de Benín, aprovecharon la maniobra para aumentar sus cuotas de poder en ambas naciones. Sin embargo, esto último no ha sido confirmado por ninguna fuente oficial.

Porque la situación en Benín es crítica. La intentona del domingo no fue causa, sino consecuencia de esta crisis sin vistas a final. En lo político, el propio Patrice Talon, que preside el país desde 2016, ha sido acusado de socavar el sistema democrático de forma reiterada por diversas organizaciones civiles. Y las elecciones legislativas de 2019 fueron la prueba de su deriva autoritaria, cuando ningún partido de la oposición pudo participar en el proceso electoral por, supuestamente, criterios legales que meses antes fueron introducidos por el Gobierno.

Las protestas que siguieron concluyeron con varios manifestantes muertos. Varios opositores han sido encarcelados en los últimos años o se han visto obligados a abandonar el país. Es decir, que Patrice Talon, aunque elegido democráticamente en 2016 y 2021, se ha inclinado por acciones autoritarias que explicaban en cierta medida el discurso de los golpistas, cuando aseguraban haberse sublevado para acabar con “la dictadura de Patrice Talon”.

A la crisis política debe sumársele una crisis de seguridad. Desde 2021, grupos terroristas vinculados a Al Qaeda y el Estado Islámico han penetrado en el norte de Benín, llegados de Níger y Burkina Faso, con el objetivo de expandir su influencia y buscar una salida al mar por medio del golfo de Guinea. Estos grupos, entre los que destaca el JNIM, se han hecho fuerte en las zonas boscosas del norte, hasta el punto de que hoy Benín cuenta con zonas del todo inaccesibles para las autoridades estatales. En abril de este año, sin ir más lejos, más de 50 soldados benineses fueron asesinados en una emboscada organizada por el JNIM, en lo que se considera el mayor ataque terrorista de la historia del país.

La ayuda de Francia y Estados Unidos, limitada al entrenamiento de tropas y la vigilancia aérea (aviones galos sobrevolaron el espacio aéreo beninés a lo largo del domingo y del lunes), es del todo insuficiente para plantar cara a la amenaza terrorista. Y no puede olvidarse que basta conducir ocho horas de carretera para llegar hasta la capital del país desde las áreas ocupadas por el JNIM.

Benín es un país asociado con Francia, asediado por el terrorismo islámico y sujeto a una grave crisis política. Igual que Mali, Níger y Burkina Faso antes de la instauración de sendas juntas militares que abrieron la puerta a Moscú en la región. La diferencia en este caso, según parece, es que el golpe no triunfó, en parte gracias a la reacción de la CEDEAO, y esto deja un mensaje claro: en un contexto de guerra híbrida entre Francia y Moscú en África, esta última batalla la ha ganado París. Y, lo que es más importante: que la CEDEAO confirma con sus acciones su apoyo a los gobiernos democráticos de su región.